Perfil (Domingo)

Presidente en remera

- LUIS COSTA*

Afuera, una batalla extrema y larga entre los manifestan­tes, todos ellos contra la policía alemana. En el escenario, Shakira, con un peinado mucho mejor que el del casamiento de Messi, presentaba a Mauricio Macri en remera y feliz, contento, haciendo unos chistes repetidos sobre finales de la Copa del Mundo de fútbol. A Angela Merkel la invitaba a hablar de lo mismo en su visita a la Argentina, exactament­e el mismo chiste, es decir dos veces el mismo chiste: resulta que llegan dos países a la final de la Copa del Mundo y uno le gana al otro; mientras en el Paseo de la Memoria la canciller alemana escuchaba atenta a una madre de Plaza de Mayo rogar por justicia. En este desacople, entre la tensión del mundo exterior y la vida social pública en forma de espectácul­o, está el riesgo mayor del presidente Macri.

La multiplici­dad de escenas dispares y simultánea­s es lo que da forma al funcionami­ento del mundo moderno. En un escenario parecido al de la entrega de los premios Grammy, y con rostros felices, se permiten hablar sonrientes de tragedias globales como el hambre, la educación y el calentamie­nto global, porque en el show y la teatralida­d está el secreto de la expansión de la noticia. El público que observa está señalado con una intensa luz roja que lo decora, mientras a Macr i le entregan una bandera como si fuera la sede de los próximos Juegos Olímpicos. Todo en un espectácul­o que culmina en sí mismo, cuya única misión es ser un espectácul­o. La pantalla detrás de Shakira, la remera de Macri, el look de Awada y la calidad del sonido y la transmisió­n no hacen que los niños vayan a la escuela, sino que logran que sea transmitid­o a varios países y que Macri sea famoso. Afuera de ese estadio el mundo sigue funcionand­o, y en algunos países y regiones, hacia el aumento de sus problemas: hambre, guerras civiles y otras tragedias.

Los límites entre la realidad y el espectácul­o son complejos pero tentadores para el sistema político. El allanamien­to a la villa 1-11-14 no es solo un allanamien­to en busca de drogas, es todo un espectácul­o digno de ser televisado. El movilero de TN Sebastián Domenech avanza junto con los policías en el mismo momento de la requisa, y luego informa a través de Twitter la ministra Bullrich con un hashtag #barriosseg­uros sobre los resultados del operativo. La gestión, y el espectácul­o sobre la gestión, se van separando de manera creciente y se asumen tan importante­s uno como el otro.

La gestión sería asumida como la “realidad” y su comunicaci­ón como la representa­ción ficticia o exagerada de una situación real o inventada. En el spot del Gobierno que titula “Haciendo lo que hay que hacer”, no aparecen locutores ni música, es solo la imagen cruda de la obra pública y su sonido asumiendo el rol de ser la realidad. En esa comunicaci­ón de gobierno se expresan obviamente elementos de crítica a la vieja política y a la gestión anterior e inaugura un criterio estético diferente, que se basa en la negación supuesta de la propaganda política, haciendo justamente propaganda. Allí la obra pública es el espectácul­o, es lo que se monta en el escenario de lo que se expone.

En las elecciones, Cambiemos asumió un riesgo basado más en la posibilida­d de la expansión del espectácul­o que en el peso real de la figura. Con Esteban Bullrich hay que recorrer un camino importante para hacerlo real en la gente, y aquí real quiere decir conocido, como existencia, como un ser. Su elección como candidato contra Cristina Kirchner y Sergio Massa y Margarita Stolbizer parece entre audaz y un salto al vacío. Bullrich casi no habla, no aparece más que en fotos expuesto al espectácul­o masivo de los candidatos de Cambiemos y, por ahora, no queda del todo claro si “está haciendo lo que hay que hacer” o si esperan que el conjunto lo ayude a que su individual­idad cobre valor. Mientras Macri se luce en Hamburgo y su perfil se hace cada vez más grande como espectácul­o político, sus candidatos, igual que sus ministros, tienen cada vez menos lucimiento personal.

Las campañas electorale­s se bañan en ficción; el resultado de las elecciones en realidad. En ese camino hacia la verdad del resultado, todos asumen riesgos y juegan sus aventuras. Tanto Cristina como Massa son figuras amenazante­s y no deberían dar lugar a la celebració­n y el festejo. La elección no está definida y es probable que los candidatos de Cambiemos estén algo preocupado­s, mientras Macri flamea la bandera del G20 con su esposa siempre bien vestida y ante un público feliz. Qué linda es la ficción, sobre todo como protagonis­ta. *Sociólogo. Director de Quiddity.

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LIDERES. El G20 y la política como espectácul­o.

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