Perfil (Domingo)

Manuales de autoayuda para pelados buscan ‘exorcizar’ con humor la calvicie

un escritor y un ilustrador argentinos publicaron sus experienci­as y preocupaci­ones ante la pérdida del pelo. en estados unidos hay terapias para balds. Qué dicen los psicólogos.

- CLARA FERNANDEZ ESCUDERO

“Un día, a los 23, me miré en los monitores que reflejaban las cámaras de seguridad de un super chino cuando esperaba para pagar, y lo que vi me dejó helado: me estaba quedando pelado. Empecé a hacer cosas irracional­es: evitaba la luz directa de las luminarias de la calle cuando caminaba de noche, o trataba de que no me saquen fotos desde arriba en una fiesta. Pensar que sólo tres años antes, tenía rastas, y después el pelo se me caía a mechones. Dije ‘bueno, ya está, es la ley de la vida’”.

Sin vueltas, Juan Sáenz Valiente confiesa que “el tema del pelo es un mambo para mí: el momento en el que te das cuenta de que te está abandonand­o, sentís que el mundo se te viene abajo”. Así de categórico, este historieti­sta e ilustrador argentino, que vive entre Buenos Aires y París y tiene sólo 35 años, decidió tomar el toro por las astas y para exorcisar su calvicie incipiente, creó un personaje “un poquito demasiado inspirado” en él y editó un pequeño libro ilustrado, titulado con la frase que le apareció ese día fatal ante la cámara de seguridad, en el que relata con humor cómo enfrentó primero algo que resultaba imparable y luego de probar tratamient­os y resignarse a los comentario­s mordaces del entorno, aceptarlo con resignació­n. Pensó, dice, “en todos aquellos que, como yo, no sabían qué hacer ni cómo enfrentar esa nueva etapa”.

A lgo similar le ocurrió al actor y escritor Paul Barros (44), que vivió el mismo proceso de obsesión con el pelo y volvió de unas vacacacion­es con una idea en la cabeza: hacer un libro sobre “máximas de pelados”, que se transformó, en el proceso de escritura, en el ‘relato del calvario’ de un hombre que prueba desde shampúes y cremas, masajes con locio- nes carísimas, un cepillo especial y dolorosos tratamient­os de mesoterapi­a, antes de huir despavorid­o del consultori­o de un centro de implantes. “El calvario de perder el pelo es el mismo que atravesás cuando una mujer te deja de a poco. El pelo se cae paulatinam­ente y sostenés con distintos tratamient­os la idea de recuperarl­o. Lo mismo con una ex. No querés aceptar ese abandono, mantenés la esperanza de que vuelva, entonces gastás tu tiempo y dinero por no reconocer la realidad -que te dejó y chau. Cada vez es mas pesado el sufrimient­o, hasta que llega la aceptación”, describe. A su libro, asegura, “deberían leerlo todos los pelados o a punto de serlo. También cualquier persona que sufra por un tema cien por cien estético”. Es que ésa parece ser la clave de la cues- tión de estos “manuales de autoayuda para pelados”, que coinciden en un tema que resulta sensible para muchos hombres. “El pelo se significa desde siempre como un atributo de potencia masculina. No hay más que pensar en el mito de Sansón: perder el pelo es como perder el poder”, asegura el médico y psicoanali­sta Harry Campos Cervera, que escribe y trabaja sobre la masculinid­ad. “La investidur­a del pelo es narcisista, lo que hace que su perdida sea muy traumática. Y, está demostrado, es más para sí mismos que según la apreciació­n que hacen los otros de esa condición”, agrega. Sin embargo, la cantidad de opciones que existen para ‘atacar’ la caída del cabello y la obsesión que tienen algunos hombres con esa situación hacen que se haya creado hasta un entrenamie­nto físico especial para lograr ser “calvos y poderosos” (ver aparte). Beneficios. En barberías top, como Sa-

lón Berlín, aseguran que son cada vez más los clientes con poco pelo que se animan a pasarse la máquina y raparse a cero, o afeitarse; y que muchos de ellos suplen esa falta de cabello en la cabeza con tupidas barbas que cuidan y se arreglan con esmero.

Para los autores de los ‘manuales’, “lo mejor es que no perdés tiempo para peinarte. Ahorrás sin la necesidad de ir al peluquero o comprar productos. Es mucho mas higiénico estar pelado”. En definitiva, asegura Barros, “el pelo no sirve para nada. Lo peor es no asumirlo. Si sentís que te ves mal o deforme (eso le sucede al protagonis­ta), la pasás muy mal”.

Para el médico y psicoanali­sta Juan Eduardo Tesone, los hombres “son pelados desde que el ser humano existe. Lo nuevo, el cambio de paradigma, se da en las propuestas de la medicina estetica, que -se sabe- no pueden ofrecer soluciones mágicas. Pero lo que hay que recordar es que en la alopecía hay aparejado un exceso de andróge- nos, lo más masculino que hay”.

Para Facundo Iglesias (42), fotógrafo y “rockero”, -es guitarrist­a en una banda- la pérdida de pelo fue “una angustia que sólo vivió mi familia: a mí nunca me generó ningún conf licto. Mi mamá intentó que haga gimnasia capilar; mi mujer se niega a que me afeite la cabeza, pero a mí nunca me generó ningún tipo de conflicto ser pelado”.

Resignado a que, como escribió Oscar Wilde, “ser natural es la más difícil de todas las poses”, el autor de Relato de un calvario (editorial Bärenhaus) afirma que “un hombre es atractivo o no según su elección. Sólo depende de la actitud que tenga y que, por consiguien­te, refleje. Gra n pa r te de la belle - za es tomar un defecto y mostrarlo como si fuera una virtud. Y si no, hay que preguntarl­e a Bruce Willis”, concluye con humor Barros.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? AUTORES. Paul Barros plasmó su “calvario” en un relato con humor “y un mensaje de esperanza” (izq.). El ilustrador Juan Sáenz Valiente (der.) empezó a perder el pelo a los 23 años.
AUTORES. Paul Barros plasmó su “calvario” en un relato con humor “y un mensaje de esperanza” (izq.). El ilustrador Juan Sáenz Valiente (der.) empezó a perder el pelo a los 23 años.
 ?? FOTOS: GZA. IGLESIAS ??
FOTOS: GZA. IGLESIAS
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina