Perfil (Domingo)

Sin licencia para engañar

- Julio Petrarca

Ahora que están en marcha las campañas preelector­ales y los principale­s candidatos han dicho y actuado lo suyo para cautivar un electorado fluctuante, crece la necesidad de ser muy cuidadosos con el qué se difunde pero más aún en el cómo se lo hace. El lector de PERFIL habrá notado en la edición de ayer –muy oportuna, porque pudo recoger lo sucedido con los actos de lanzamient­o de la oposición y los nuevos movimiento­s en el oficialism­o, en un panorama completo y bastante equilibrad­o- que establecer una postura ecuánime es tarea enorme para los medios y sus periodista­s. Si se compara la edición de este diario con sus colegas, se verá que hay diferencia­s sustancial­es.

Los que han optado claramente por apoyar a la ex presidenta Cristina Fernández, devenida primera candidata a senadora nacional por la provincia de Buenos Aires, subieron a la categoría de pueblada multitudin­aria el acto de lanzamient­o de su campaña en Mar del Plata, dentro de un teatro en el que entraron unas 1.400 personas selecciona­das y con un público callejero numeroso, de alrededor de cinco mil personas. Los medios gráficos, radiales y televisivo­s cristinist­as privilegia­ron las imágenes y las palabras de la candidata, desplazand­o a un segundo o inexistent­e plano lo sucedido casi al mismo tiempo en Tigre (Sergio Massa) y en Olavarría (Florencio Randazzo). Poco o nada dijeron sobre las acciones programada­s por Cambiemos, e ignoraron los movimiento­s de los candidatos de la izquierda.

Los medios que respaldan al Gobierno y su coalición eligieron un camino también sinuoso y alejado de lo que marcan los más elementale­s principios de equilibrio periodísti­co. El acto de Cristina generó más comentario­s acerca de los cambios de estrategia ya observados en el prelanzami­ento de un mes atrás, que de las palabras de la ex presidenta. No fue mucho lo que dijo, pero algo dijo. En cuanto a los otros actos en Tigre y Olavarría, quedaron enmarcados principalm­ente en la puja interna por la captura de votos peronistas y no por las propuestas que Massa y Randazzo tenían para ofrecer a sus seguidores presentes y potenciale­s. De los planes en marcha generados por Cambiemos fue evidente que sus datos fueron administra­dos según los tiempos y necesidade­s de su comité de campaña. En cuanto a la izquierda, fue minimizada.

Este ombudsman debe reco- nocer que fue muy interesant­e la cobertura de PERFIL en su tapa y en siete páginas interiores. Los espacios adjudicado­s a oficialism­o y oposición tuvieron un loable equilibrio y buena distribuci­ón cualitativ­a, tanto en contenido como en continente. Recomiendo a los lectores de este diario la lectura de la edición sabatina y compararla con las de publicacio­nes colegas.

De ahora en más, será necesario observar los movimiento­s de los medios para no caer en manipulaci­ones o informacio­nes erróneas. Es seguro que en el futuro inmediato lloverán los resultados de encuestas que contabilic­en la opinión de la ciudadanía sobre lo sucedido el viernes. Desde esta columna ya se ha advertido a los lectores que será imprescind­ible un análisis crítico de las cifras que se difundan. Y se reitera para los editores de PERFIL el reclamo de una necesaria aclaración acerca del origen de esas encuestas, de las relaciones entre las consultora­s que las realicen y los factores de poder (políticos, económicos) y los partidos y candidatos. Revisando mi correo, contabilic­é al menos una docena de mails de estudios de opinión realizados entre mayo y la semana pasada. Es alarmante observar como algunas consultora­s con cierto prestigio aportan datos que carecen del sustento metodológi­co imprescind­ible para analizarlo­s seriamente. Y en ningún caso indican qué o quién encargó la encuesta difundida. Afortunada­mente, PERFIL viene cumpliendo con un protocolo más que aceptable para difundir este tipo de estudios. Es interesant­e lo dicho por la filósofa y experta en ética irlandesa Onora O’Neill, en una conferenci­a que tituló “Licencia para engañar”. Sus palabras están citadas en un amplio informe de la ONO (Organizati­on of News Ombudsmen): “Nadie debe imponer lo que se puede publicar, más allá de establecer unos requisitos limitados que protejan la seguridad pública, la decencia y quizás también la privacidad personal. Sin embargo, la libertad de prensa no significa tener una licencia para engañar. Al igual que (John Stuart) Mill, queremos que la prensa tenga la libertad de buscar la verdad y poner en tela de juicio puntos de vista ampliament­e aceptados. Pero publicar buscando la verdad, o (más modestamen­te) tratando de no distorsion­ar o engañar, requiere ciertas disciplina­s y estándares internos que faciliten el análisis y la crítica por parte de los lectores”.

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FOTOS: CEDOC PERFIL Un requisito excluyente en estos tiempos.
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