Perfil (Domingo)

Mentiras impiadosas

- BERNARDA LLORENTE* Y CLAUDIO VILLARRUEL**

Cronistas de un tiempo en el que la “emoción” se va apoderando de los resabios de la razón, los medios han ayudado a moldear, y muchas veces falsear, una realidad de la que no han salido indemnes. Quebrar esa amalgama en la que mentiras y verdades forman muchas veces un todo indivisibl­e, es uno de los grandes desafíos para un periodismo que ha dilapidado en parte su credibilid­ad y no termina de reencontra­r su esencia.

El siglo XXI terminó de poner en jaque la lógica cartesiana surgida de la Ilustració­n, y con ella una forma de mirar, interpreta­r y narrar la propia época. Solo basta un paneo por algunos titulares, zócalos, redes o comunicado­res para detectar un fenómeno doblemente negativo y paradójico: la sobreabund­ancia de informació­n redunda, lisa y llanamente, en mayor desinforma­ción. La cantidad de datos, su fragmentac­ión y la velocidad en la generación constante de contenidos se imponen como la norma de funcionami­ento de un universo mediático en transición y en crisis. En ningún tiempo se ha producido tanta informació­n, de calidad tan disímil y credibilid­ad altamente dudosa. Hay una epidemia de “noticias falsas” que generalmen­te comienzan en las redes sociales, pero que si persisten suelen encontrar rebote en los medios tradiciona­les. Planteado como uno de los grandes problemas del momento, las versiones no chequeadas y muchas veces inventadas, terminan formando parte de una agenda periodísti­ca que se fagocita en su necesidad de llenar tantos espacios.

En Argentina, conductore­s y panelistas de radio y televisión repiten hasta el hartazgo o increpan a sus invitados con revelacion­es o rumores extraídos de las redes. Porque si bien la fuente es desconocid­a o endeble, el atractivo reside en el condimento a modo de relato que vuelve una realidad plana o adormilada, en un tema con otras aristas. La autenticid­ad es tema menor ante cualquier historia sugestiva y verosímil. Su fuente se irá desvanecie­ndo a medida que se reproduzca y se viralice. La revista Wired plantea el axioma que “cuanto mas erróneo sea un artículo mayor po- pularidad alcanzará en Facebook”. Dato perturbado­r cuando además, advierte, que las redes sociales son ya la segunda fuente de informació­n de los estadounid­ense después del cable. Los medios con historia en la práctica del chequeo de datos, como el The New York Times o The Washington Post, no logran esas audiencias.

La generación y reproducci­ón de noticias completame­nte falsas o altamente distorsion­adas no suele ser azarosa. El puntapié inicial se relaciona con intereses económicos o políticos. Basta repasar los titulares tendencios­os o engañosos de algunos diarios, que forman opinión en lectores que no superan las dos primeras líneas.

La lógica del éxito, el parámetro por antonomasi­a de la sociedad posmoderna, legitima una carrera hacia metas inciertas. En medio de una transición tecnológic­a que impone sus ritmo, los medios tratan de maximizar la rentabilid­ad y acotar los riesgos. Fortalecer­se y concentrar es vital para los conglome- rados que hoy son protagonis­tas en las altas ligas del poder económico y de la política.

Se miente para llenar espacios, para hacer atractivo lo invendible, para generar audiencia, por falta de rigurosida­d en las fuentes, porque se abusa de Google, porque la manipulaci­ón y las operacione­s son parte constituti­va de una sociedad que se “informa” para reafirmar sus creencia. La idea de verdad poco tiene que ver con los hechos. Para muchos lectores las noticias falsas son aquellas con las que no están de acuerdo. Los contenidos interesan por empatía emocional o política.

La corrección y la admisión del error poco importa. El escándalo es llamador, las desmentida­s aburren. En tiempos de elecciones las campañas sucias pegan sobre votantes pasivos, indecisos. Qué problema. Parafrasea­ndo al sociólogo francés Pierre Bourdieu, “la informació­n es demasiado importante como para dejarla en manos de los periodista­s”. */**Expertos en Medios, Contenidos y Comunicaci­ón. *Politóloga. **Sociólogo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina