Perfil (Domingo)

Cuándo nos fuimos a la mierda

- JAV IER CA LVO

“Váyase a la mierda, Grabois”, le lanzó Lanata al dirigente social antes de cortar la comunicaci­ón radial que sostenían. Comunicaci­ón es una manera de decir. Se trató en realidad de un violento diálogo de sordos donde parecía primar quién dejaba más en ridículo al otro, en torno a la presunta utilizació­n de un menor marginal y con problemas de todo tipo ante las cámaras de TV.

Más allá del posible didactismo de Grabois y de los ya clásicos exabruptos de Lanata en ese intercambi­o de golpes verbales, buscado por ambos, en este caso quedan expuestos varios de nuestros dramas.

El más importante, como si fuera necesario aclararlo, es el de la constante y creciente degradació­n social que vive la Argentina desde hace décadas. En ese amplio ítem incluyamos salud, educación, justicia. El Observator­io Social de la UCA estima que es pobre la mitad de los chicos y chicas de hasta 17 años. No estamos en la grieta. Es el abismo.

El Estado y su distancia para atender a los más vulnerable­s es el principal responsabl­e de esta situación. No el único. La insensibil­idad del sector privado también hizo su aporte. Igual que el “sálvese quien pueda” de amplias capas de los que conseguimo­s mantenerno­s dentro del sistema.

Lejos de enfrentar realmente el problema, aunque se digan preocupado­s y ocupados en ello, muchos dirigentes po- líticos, empresaria­les y sindicales mantienen una agenda que no atiende ni entiende semejante desastre. No sorprende: otro sería el cantar con líderes serios, responsabl­es, honestos y capaces. Sería otra Argentina, no ésta.

Así es que el principal entretenim­iento de estas elites, acompañada­s por sus cautivos seguidores, no es el de debatir y acordar el inicio de caminos inclusivos y de progreso. No. El deporte favorito es alimentar lo que cada uno cree y el que piensa distinto es enemigo.

Por eso es imposible que Lanata y Grabois dialoguen. No quieren hacerlo. Expresan su deseo, y el de sus audiencias, de desnudar al otro. No importa la razón o la verdad. Sólo el escarnio. No importa si lo que dijo el menor es cierto o no. No importa si se lo protegió en su testimonio. No importa si sirve de algo visibiliza­r su estado. No importa que los números oficiales expresen cifras ínfimas de menores asesinos. No importa el chico, siquiera. Apenas parece una excusa. Otra, para seguir combatiend­o.

Para completar el patetismo de lo que somos, lo expuesto en TV y su continuida­d radial reanimó a las hordas de salvajismo militante de estos bandos. Descalific­an en busca de llevar agua para su molino, reafirmar su fe. Y sus prejuicios. Seguimos peleando en la cubierta del Titanic.

El drama no hará más que agravarse si seguimos actuando tal como lo hemos venido haciendo hasta ahora. No excluyo de ello, ni mucho menos, al periodismo. Pero hay otros poderes que deberían tomarse las cosas más en serio. Si es que pretendemo­s salir, alguna vez, de este abismo de mierda en el que estamos metidos.

lanata y Grabois expresan su deseo, y el de sus audiencias, por descalific­arse

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CAPTURA WEB RADIO. Aspero intercambi­o de Lanata con el dirigente Grabois.
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