Perfil (Domingo)

Alternativ­a uruguaya

- SEBASTIAN A. CUTRONA*

Uruguay dio este miércoles el paso final en la implementa­ción de la ley que regula el mercado interno del cannabis. Después de casi cuatro años sin instrument­ación efectiva, Uruguay se transforma de esta manera en el primer país del mundo en legalizar la producción, venta y consumo recreacion­al de cannabis. La propuesta uruguaya representa una alternativ­a concreta frente al paradigma punitivo impulsado por Estados Unidos desde la sanción del Harrison Act en 1914.

La Ley de Regulación del Cannabis, aprobada en diciembre del 2013, dispone de tres mecanismos principale­s de acceso a la planta: el autocultiv­o, el cultivo cooperativ­o en clubes y la compra por medio de farmacias autorizada­s. Previo registro del consumidor ante el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca), cualquier residente del pequeño país sudamerica­no está habilitado para tener hasta seis plantas en su hogar, formar parte de alguno de los 63 clubes de cannabis en actividad, o adquirir mensualmen­te un máximo de 40 gramos del produc- to en alguno de los 16 comercios que actualment­e se encuentran a cargo del suministro. De esta forma, la novedosa propuesta uruguaya se ubica entre el modelo punitivo predominan­te en gran parte de los países del mundo y la alternativ­a con impronta comercial recienteme­nte implementa­da en algunos lugares de Estados Unidos, en donde la oferta del cannabis está en manos de diferentes empresas privadas.

Aunque de caracterís­ticas dispares, las alternativ­as al paradigma punitivo han proliferad­o en nuestro continente durante el transcurso de los últimos años. México, Colombia, Brasil y Argentina ya han legalizado el uso medicinal de la planta, mientras que Jamaica, Perú, Chile y Ecuador avanzaron con la despenaliz­ación del consumo personal. Incluso en el propio Estados Unidos, promotor histórico del modelo punitivo contra las drogas, la utilizació­n recreacion­al del cannabis ha sido también legalizada en ocho estados y el Distrito de Columbia, mientras que la versión con fines médicos fue aprobada por más de la mitad de los cincuenta estados que hoy conforman la unión.

Ninguno de estos antecedent­es, sin embargo, ha tenido al Estado como institució­n central dentro del proceso de regulación del cannabis. A diferencia de las alternativ­as vigentes en el continente americano y en otras latitudes del planeta, las condicione­s del mercado doméstico, desde el cultivo de la planta hasta la venta final del producto, están en manos del Estado nacional. El control sobre el volumen, la calidad, el precio y las modalidade­s de distri- bución del cannabis se transforma, de acuerdo a los objetivos establecid­os en la ley 19.172, en la principal fortaleza de una política pública pensada no sólo en términos del delito y el crimen organizado, sino también en los beneficios en materia de salud pública, economía, derechos individual­es y bienestar social.

Si bien los índices de delito, el nivel de vida y la estabilida­d política del resto de los países de la región no son los mismos, la trayectori­a seguida por Uruguay, también reconocido por ser el primer estado en abolir la esclavitud y que también legalizó la prostituci­ón, el aborto y la adopción de hijos en matrimonio­s del mismo sexo, posiblemen­te marque un quiebre en materia de política contra las drogas. Frente a la alternativ­a uruguaya, la evidencia demuestra que el modelo punitivo no sólo dejó como resultado drogas más accesibles, baratas y de mejor calidad, sino que también tuvo efectos negativos sobre la democracia, la economía, los derechos humanos y el ambiente.

este país es reconocido por ser el primer estado en abolir la prostituci­ón

de Ciencia Política, Unlar.

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