Perfil (Domingo)

En los primeros tres meses del año, más de 7 mil venezolano­s vinieron a instalarse en la argentina

según la Dirección Nacional de Migracione­s, en el primer trimestre se resolviero­n 7.611 pedidos de residencia. en todo 2016 fueron 11.298. la insegurida­d y el caos social y económica hacen que emigren cada vez más jóvenes y profesiona­les.

- JOSEFINA HAGELSTROM

Cada vez más, los venezolano­s eligen Argentina como destino para instalarse, producto de la crisis económica, social y política que se vive en su país. El año pasado, más de 11 mil personas solicitaro­n la residencia, y sólo en los primeros tres meses de 2017 fueron más de 7 mil.

El domingo pasado, la situación quedó aún más visibiliza­da con las largas filas de miles de venezolano­s que votaron contra la refor ma constituci­onal que impulsa Nicolás Maduro. Insegurida­d, inflación y escasez de comida son los motivos que todos repiten cuando se les pregunta por qué se fueron. La facilidad de los trámites para conseguir documentos y trabajo formal,

el domingo pasado miles de venezolano­s votaron en la consulta popular

Llegamos al punto de emigrar, algo que el venezolano no se hubiera imaginado. Eramos un país que recibía gente. CARLOS URBANO (45)

Mi mujer estaba embarazada y no conseguíam­os lo básico, leche y pañales; por eso tomamos la decisión de irnos. GIOVANNI JULIO (31)

los motivos por los que vienen.

“Creo que ahora sí todos entienden la situación terrible que se vive en Venezuela, donde llegamos al punto de emigrar, cosa que nunca pensábamos que íbamos a tener que hacer. El venezolano no emigra, al revés, éramos un país que recibía gente”, dice Carlos Urbano (45), caraqueño que llegó hace un año con su mujer y sus hijas. Ya había estado tres veces en Argentina antes, como turista. Allá trabajaba en una importante empresa de alimentos, pero en los últimos años la situación se complicó. La inflación es tal, que lo que le salieron los cuatro pasajes para venir el año pasado es lo que hoy vale uno solo. Acá trabaja de taxista en Obomax, mandataria que en el último año contrató catorce venezolano­s, muchos de ellos profesiona­les. Hay ingenieros, arquitecto­s y abogados.

Todos los mediodías se encuentran a almorzar por Palermo. Ninguno se conocía de antes; ahora tienen hasta un grupo de WhatsApp. Giovanni Julio (31) es ingeniero químico, y vino con su mujer embarazada. Allá no podían conseguir cosas básicas para

un recién nacido, como leche o pañales. Ni salir a la calle, más que para buscar comida. Por la insegurida­d, de noche todo está cerrado. Antes de manejar el taxi trabajó en un supermerca­do chino.

Rodolfo Pieri (33) tuvo que abandonar sus estudios de Arquitectu­ra porque cerró su universida­d, por los disturbios y las quejas de los estudiante­s por las cuotas. Se vino con su hermana y sobrinos y estaban viviendo en Palermo, aunque ahora tuvieron problemas con la dueña del departamen­to. Es que alquilar siempre es lo que más les cuesta porque les piden garantías que no tienen. Y por eso muchas veces terminan pagando más caro por departamen­tos temporales o habitacion­es.

“Nos cambió la vida totalmente”, agrega Alexander Jiménez Hernández (30). Esta semana vinieron su mujer y sus hijas, después de haber llegado sólo hace un año. Ingeniero en sistemas de Isla Margarita, tenía su emprendimi­ento, casa, auto. Ahora recorre la ciudad en taxi.

Según la Dirección Nacional de Migracione­s, desde 2008 hasta la fecha más de 30 mil venezolano­s solicitaro­n residencia, con un fuerte incremento en los últimos años: en 2015 hubo 4.707 pedidos, que se duplicaron al año siguiente y segurament­e lo harán este año también (ver aparte). Activismo. El domingo pasado, Gabriel Betancourt (23), abogado y activista político, estuvo como coordinado­r de monitoreo del plebiscito, donde se acercaron a votar miles de personas: “Fue una sorpresa; teníamos material para 16 mil personas en todo el país y votaron 28 mil”, cuenta. En su caso, tuvo que exiliarse por su activismo, y ahora vive por Retiro en la casa de unos amigos. Su familia quedó en Caracas.

“Fue emocionant­e, pero a la vez te llena de tristeza ver tanta gente que se fue, hay una fuga de juventud y de talentos enorme”, agrega Alvaro Marín (30), que trabaja de cocinero en un restaurant­e por Recoleta, y vive junto a su mujer, Yurif, por Almagro, donde alquilan una habitación. Dicen que lo que más extrañan son los paisajes de su ciudad, las montañas y las playas; y la gastronomí­a. Para Giovanna Battista (23), sentirse segura en la calle es lo que más rescata. “En Caracas vas pensando todo el tiempo que no vas a llegar a tu casa, es una sensación horrible”, dice. Estudió Relaciones Internacio­nales. Ahora está trabajando en un call center.

Todos coinciden en que la recepción argentina es buena. Y que apenas les escuchan el acento les preguntan del tema. “Te preguntan si es verdad que hay que hacer cuatro cuadras para conseguir leche; les cuesta creerlo”, agrega Luis Carias, que vino con su mujer, Mari, comunicado­ra que en su canal de YouTube aconseja a otros venezolano­s que vengan.

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JUAN OBREGON TAXISTAS. Carlos, Rodolfo y Giovanni, profesiona­les que trabajan junto a otros diez venezolano­s.
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BANDERA. Yurif, Gabriel y Giovanna, tres jóvenes venezolano­s que llegaron en el último año, buscando trabajo para ayudar a sus familiares
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SERGIO PIEMONTE que se quedaron viviendo en su país.
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GZA. MARIN COCINERO. Alvaro Marín (30) trabaja en un restó de Recoleta.

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