Perfil (Domingo)

MEXICO, ENTRE LA VIOLENCIA Y LA MUSICA

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A.M. —¿Qué opina sobre la actualidad de su país, México, que se encuentra atravesada por el narcotráfi­co y la violencia cotidiana? En ese sentido, ¿qué es lo que puede o podría hacer usted al respecto, desde el ámbito de la ópera? —Sé que mi país atraviesa un tiempo bastante complicado. Mi trinchera es el arte. A través del canto, intento que se hable bien de lo que yo hago, que se hable bien de un mexicano que está haciendo las diferencia­s desde su quehacer. Es como yo mejor puedo aportar algo a México: que la gente de mi país, los artistas jóvenes, que están preparándo­se ahora, vean que sí se puede hacer algo, si uno trabaja con disciplina, con coraje y valor. Se puede buscar un ideal, un sueño. Trato, cada día, de ser lo mejor posible, y que a través de mí, de mi trabajo, se hable bien de mi país. —Hablando de su país y de su historia artística, ¿cómo caracteriz­aría la tradición musical del mariachi? —Es una tradición grande, que se acepta por todas las ciudades de México, como parte de nuestro acervo cultural. Hemos tenido grandes exponentes, grandes cantantes: Jorge Negrete, Pedro Vargas, Javier Solís, Pedro Infante, y de los últimos que ha habido, Vicente Fernández, intérprete­s del estilo ranchero y del mariachi. Esta tradición sigue muy vigente, por ejemplo cuando se celebra la Independen­cia. Y allí también se escucha el tradiciona­l grito del mariachi, un grito que puede ser de lamento, de emoción, donde fluye la emoción. Todo eso nos emociona, nos encanta, y a mí en particular, también, aunque no lo canto mucho, aunque prefiero el bolero, que es un poco más romántico.

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