Rivas, “un monstruo puertas adentro que hizo un pacto perverso con sus víctimas”
El periodista que desenmascaró al ciudadano ilustre de Gualeguaychú,acusado por 2 mil casos de abusos, afirma que las pruebas son contundentes y los testimonios indignantes.
El abogado Gustavo Rivas nunca creyó que iba a quedar al descubierto. Al hombre que más escribió sobre el Carnaval de Gualeguaychú, de un día para el otro se le cayó la careta. Soñaba con tener una calle o el nombre de una plaza en esa ciudad del sur entrerriano, pero ello ya no va a suceder. Nadie lo recordará por ser un buen abogado, historiador o un dirigente inquieto; en la memoria colectiva quedará como el protagonista del más grave suceso de corrupción de menores de la Argentina, de manera sistemática, colectiva y durante más de cuatro décadas.
Rivas es un hombre de doble vida, y con la revista Análisis lo dejamos demostrado, después de casi un año y medio de trabajo silencioso. Es el que desde 1970 –o mediados de los 60– corrompió a menores de entre 14 y 16 años; el que abusó de ellos de las peores formas y con las peores prácticas sexuales; el que les definió la sexualidad a pibes de clase media y alta que recién empezaban a caminar por la vida; el que engañó con espejos de colores a miles de adolescentes y a púberes que ni siquiera tenían para comer o vestirse, porque vivían en un albergue oficial, bajo la tutela del Estado provincial. Ese es el doctor Rivas; el mismo que fue presidente del Colegio de Abogados de Gualeguaychú, el mandamás de un club reconocido; el candidato a gobernador que logró por primera vez en democracia que una fuerza política como la Ucedé obtuviera un diputado provincial en la Legislatura y el que estuvo a 1.600 votos de ser el intendente de su ciudad, en 1991. Al que todas las escuelas y entidades intermedias consultaban permanentemente y el que era invitado a hacer los discursos principales en los actos oficiales.
Rivas siempre fue un hombre solidario, dedicado a su comunidad, dispuesto a dar una mano cuantas veces fuera necesario y hasta a llevar adelante causas judiciales sin cobrar un peso. Pero eso también era parte de su juego.
Los ciudadanos de Gualeguaychú no sabían del monstruo puertas adentro de su casa. Precisamente porque durante décadas Rivas hizo un pacto per verso con sus víctimas, para hacerles entender que lo que sucedía en su vivienda, en su barco o en su casa quinta era solamente un juego y nunca debían saberlo sus mayores. Y así sucedió hasta la publicación del artículo periodístico de Análisis, cuyo trabajo se basó en numerosas entrevistas, especialmente a víctimas que residen en la ciu- dad y otras que ya no están en Entre Ríos.
Rivas está acorralado, porque las pruebas son contundentes y los testimonios indignantes. Esa impunidad de movimientos por años hizo quizás que ni siquiera escondiera los cientos de fotografías en papel o los varios videos en VHS encontrados en su casa, donde aparecen innumerables pibes de clase media y alta de Gualeguaychú (donde también hay chicos de 12 años), totalmente desnudos, a los que hacía masturbar para la imagen