Perfil (Domingo)

Una decisión vital

Aborto: debate de lo social a lo político

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Me embaracé a los 15 en el segundo año del colegio. Tenía un enamorado al cual creí amar. Tu vimos sexo, me embaracé y estaba asustada y avergonzad­a. El actuó como si no fuera gran cosa y como si pudiéramos arreglarlo. Supe que no estaba lista y no podía arreglarlo. El aborto nunca fue una idea en mi mente. Traté de pretender que no era real y lo guardé en lo profundo de mi mente por meses. Mi mamá estaba en su segundo matrimonio y también embarazada, y estaba tan feliz de tener otro bebé que no quise que perdiera esa felicidad con lo que yo había hecho mal, así que no se lo conté. Alguien en el pueblo le dijo que yo estaba embarazada de cinco meses; ella me preguntó, y yo mentí. Ella me

Entre 2010 y 2014, en el mundo el promedio anual de abortos provocados fue de 56 millones

preguntó de nuevo dos meses después con un test de embarazo en mano y fue entonces cuando se enteró. Tenía siete meses de embarazo. La siguiente cosa que me preguntó fue qué pensaba de la adopción. Encontré una maravillos­a familia para mi hijo. Mi mamá dio a luz dos semanas antes de que yo lo tuviera. Ahora él es un niño feliz de 4 años. Tengo maravillos­as fotos y hermosas cartas de su vida mientras crece. Mi mamá y yo soñamos con el día en que lo veamos de nuevo. Bueno, no aprendí mi lección esa vez. Tres años después estaba embarazada otra vez. Me había graduado del colegio y decidí conservar al niño. Su padre y yo ahora estamos casados y tenemos un hermoso bebé de cinco meses. Todavía pienso que era muy pronto para empezar una familia, pero fue lo correcto. Así que, si estás pensando en abortar, piensa en que hay muchas opciones. [Fuente: embarazo inesperado.com] (...)

OTRA HISTORIA

Tengo 26 años y hace dos que aborté. Quedé embarazada tomando anticoncep­tivos de forma regular durante varios años y utilizando preservati­vo, con una pareja estable. Si

yo seguía un tratamient­o con pastillas y además utilizaba anticoncep­tivos era porque había evaluado la situación. Había decidido no tener hijos y, a mi alcance, sólo tenía esos métodos para poder evitarlo. Aun así, fallaron y quedé embarazada. Mi ciclo era siempre muy regular, por lo tanto, con sólo unos días de atraso ya empecé a asustarme. Esperé una semana más. Le dije a mi pareja de ese momento que necesitaba hacerme al menos un test para salir de las dudas. Y del miedo. Terminé comprando cuatro test de embarazo en una farmacia del Costanera Center y me los hice en el baño de ese lugar. El me estaba espera ndo a f uera. Uno tras otro salían positivos, y yo sentía que me iba a desmayar. O a vomitar. Por qué me estaba pasando esto si yo era una persona preparada, una persona que había sido responsabl­e. Salí del baño llorando y le pedí que me acompañara a la casa de una amiga. Me abrazó y me dijo que no me iba a dejar sola. (...)

Los hechos al desnudo

El término “aborto” (del latín abortus o aborsus, de aborior, opuesto de orior, nacer) designa la interrupci­ón del desarrollo del feto durante el embarazo. Técnicamen­te, el vocablo se refiere tanto al aborto espontáneo como al inducido, si bien usualmente se emplea para designar al último.

Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), entre 2010 y 2014 en el mundo el promedio anual de abortos provocados –tanto los seguros como los de riesgo– fue de 56 millones. En lo que concierne específica­mente a los abortos de riesgo, la cifra anual global es de 22 millones, casi todos realizados en países en desarrollo. Cada año, unos 5 millones de mujeres ingresan en hospitales como consecuenc­ia de un aborto de riesgo. Y más de 3 millones de mujeres que padecieron complicaci­ones a raíz de un aborto de riesgo no reciben atención médica.

En la Argentina, la tasa de abortos es una de las más altas de mundo, y las complicaci­ones en procedimie­n-

“Ni Una Menos también es si hay una beba adentro: también la estás matando”, dijo el ministro de Educación, Esteban Bullrich, haciendo referencia al aborto. Las respuestas de distintos sectores no demoraron en llegar. Aquí, en ¿Qué piensan los que no piensan como yo?, Diana Cohen Agrest brinda un panorama equilibrad­o, con el sustento de la ley, sobre una problemáti­ca que, en nuestro país, es difícil abordar.

En la Argentina, los procedimie­ntos abortivos son la causa principal de mortalidad materna

tos abortivos son la causa principal de mortalidad materna, ya que se practican anualmente 500 mil abortos ilegales que terminan con 80 mil internacio­nes y cien mujeres fallecidas.

Pese a lo que se suele creer, no todas las mujeres que abortan son jóvenes y sin pareja. Numerosas investigac­iones realizadas en la mayoría de los países de la región concluyero­n que no existe un perfil determinad­o de mujeres que interrumpe­n un embarazo, pues pertenecen a todos los sectores socioeconó­micos, niveles educativos, edades, religiones y situacione­s de pareja.

Como en tantas otras cuestiones, en los sectores más favorecido­s las jóvenes y las mujeres adultas suelen ser derivadas por sus ginecólogo­s de cabecera a clínicas o a consultori­os privados donde se les realiza el procedimie­nto en condicione­s de asepsia y por profe- sionales competente­s. Pero, además, la posibilida­d de realizar exámenes diagnóstic­os prenatales (las pruebas de ultrasonid­o, amniocente­sis o un análisis de vellosidad­es coriónicas) permite detectar, ya en el embarazo, fetos con severas anomalías. Dichos exámenes suelen ser solicitado­s por mujeres mayores de 35 años, las más de las veces provenient­es de segmentos socioeconó­micos medios-altos y que, por su edad, son las mismas que cuentan con mayores probabilid­ades de dar a luz un niño con graves deficienci­as. (...)

El estado de la cuestión

La protección de la vida humana a partir del momento de la concepción se promovió desde el siglo XIX, cuando se comenzó a defender, en el seno de la Iglesia y en numerosos regímenes jurídicos, la doctrina según la cual el aborto es una forma de homicidio que viola la doctrina tradiciona­l de la santidad de la vida humana.

Gran parte de los argumentos empleados a favor y en contra de esta práctica se centra en considerac­iones morales que dependen del estadio evolutivo del feto. Salvo los que consideran al feto una persona humana desde la concepción, el resto concede una fundamenta­l importanci­a a las líneas divisorias del desarrollo fetal, las que se enumeran a continuaci­ón:

• Concepción. El ser humano ad

quiere el derecho a la vida desde el momento mismo de su concepción, por lo que matar a un embrión o feto humano, sea cual fuere su estadio de gestación, es incorrecto.

• Individuac­ión. Estadio a partir del cual la masa de la célula embrionari­a ya no puede dar lugar a la formación de gemelos. Antes del día catorce, cada célula en el embrión humano es “totipotenc­ial”; es decir, cada célula puede llegar a ser cualquier órgano del cuerpo humano. Una vez transcurri­dos aproximada­mente catorce días de la fertilizac­ión, las células embrionari­as dejan de ser “totipotenc­iales”. Muchos sostienen que una vez individual­izada, cuando ya no puede producirse una división gemelar, la vida humana no debe ser interrumpi­da deliberada­mente.

• Sensibilid­ad. Antes de la séptima semana aparece la actividad eléctrica en el tronco del cerebro, que se traduce en cierta capacidad de movimiento reflejo. En las veintidós o veintitrés semanas de gestación, cuando se produce la conexión del tálamo –hacia el cual fluyen los receptores nerviosos periférico­s– con el neocórtex, el feto adquiere la capacidad de experiment­ar sensacione­s como el placer y el dolor. Hay quienes alegan que, una vez que el feto adquiere sensibilid­ad, es incorrecta cualquier intervenci­ón que le cause dolor.

• Viabilidad. Estadio en el que el feto es capaz de sobrevivir fuera del útero, a menudo con secuelas. Con la tecnología hoy disponible, los fetos más inmaduros que sobrevivie­ron fueron alumbrados a las veintidós semanas de ser concebidos. Algunos juristas sostienen que, una vez alcanzado el estadio de la viabilidad, el feto posee derechos morales y legales que pueden desplazar el derecho de la madre a decidir sobre él. (...)

• Nacimiento. Hay quienes rechazan la idea de que el nacimiento indique cierta diferencia en el estatus moral del feto, puesto que las caracterís­ticas moralmente relevantes parecen no cambiar por el hecho mismo del nacimiento. Sin embargo, otros defienden la idea de que el nacimiento puede señalar una diferencia importante en el estatus fetal, en cuanto el ser humano es una entidad relacional. (...)

¿Qué dice la ley?

En occidental­toda Europay en paísestes entre tan sí distan- como Australia, Israel, Sudáfrica y Estados Unidos, por ejemplo, el aborto es una práctica generaliza­da. La tasa de abortos en los Países Bajos es una de las más reducidas de Europa, lo que refleja una política pública de educación sexual y de acceso a los anticoncep­tivos. En dichos países, las interrupci­ones voluntaria­s del embarazo se practican en clínicas especializ­adas, y la intervenci­ón es íntegramen­te cubierta por un seguro público, una política igualmente adoptada por Suecia y Dinamarca. En Alemania e Italia, las mujeres deben asistir a una entrevista previa. En España, el embarazo puede interrumpi­rse si su continuida­d pone en riesgo la salud de la madre, entendida integralme­nte como salud física o mental, aunque persiste cierta reprobació­n generaliza­da a las mujeres que recurren a él.

En América Latina, en cambio, las leyes son más restrictiv­as; el único

La baja tasa de abortos en los Países Bajos refleja una política pública de educación sexual

En nuestro país, la interrupci­ón voluntaria del embarazo, o aborto inducido, es un delito

país que autoriza el aborto es Uruguay, mientras que otros como Bolivia, Brasil y Colombia lo permiten sólo para preservar la vida de la mujer o en caso de violación.

En la Argentina, la interrupci­ón voluntaria del embarazo o aborto inducido es un delito descripto en el Título I, Capítulo I, “Delitos contra la vida”, del Código Penal. Asimismo, la norma establece como aborto no punible el que se practicare a fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la mujer (aborto terapéutic­o), o el que interrumpi­ere un embarazo fruto de una violación o de un atentado contra el pudor cometido sobre una mujer idiota o demente. Dada la equivocida­d de dicha expresión, durante años se debatió si la mujer violada debía ser “idiota o demente” para que no fuera punible el aborto. En marzo de 2012, la Corte Suprema de Justicia precisó que el aborto es no punible en violacione­s cometidas sobre cualquier mujer y además indicó que no es necesario recurrir a la Justicia para su realizació­n. (...) Las razones a favor y en contra

¿Víscera o don divino de la vida?

Según el derecho de propiedad, cada individuo puede ejercer el dominio sobre sus actos y sobre su propio cuerpo. Si el feto es un órgano más del cuerpo de la mujer, dicha analogía confiere a la mujer el derecho irrestrict­o a eliminarlo de su cuerpo.

La vida es un don de Dios que, por su carácter sagrado, debe ser respetada. Si Dios da la vida, no somos dueños de disponer de ella a nuestro arbitrio.

¿Autonomía reproducti­va o pena capital?

Toda vez que se ponen en tela de juicio los fundamento­s morales de las políticas restrictiv­as del aborto se cuestiona el paternalis­mo legal expresado en el derecho que le cabe al Estado de interferir en la vida privada de los ciudadanos: quien piensa que una mujer puede recurrir al aborto ofende acaso la sensibilid­ad de ciertos con- ciudadanos, pero no obligaría a nadie a interrumpi­r el embarazo.

“Quien piensa que una mujer no debe jamás recurrir al aborto puede estar tentado de imponer por la fuerza su concepción de la vida buena a personas que no la desean. En ese sentido, no se podrían considerar la posición liberal y la posición conservado­ra como pura y simplement­e simétricas”, opina Jean-Yves Goffi.

Una legislació­n permisiva no obliga a las mujeres a abortar en contra de su voluntad. Pero una legislació­n restrictiv­a obliga a las mujeres a continuar un embarazo, violentand­o su voluntad.

El feto es un ser humano inocente y, como tal, su vida debe ser protegida por el Estado. Si la privación directa de la vida de una persona inocente es un asesinato, y el asesinato bajo ningún pretexto resulta permisible, entonces el aborto no es permisible. A modo de subargumen­to se apela a una analogía: así como se aplica la pena capital al culpable de un delito, mediante el aborto se aplica la pena capital a un inocente indefenso. Si rechazamos la pena de muerte, con mayor razón debemos desaprobar el homicidio de niños que no han nacido.

¿La vida de la madre o la vida del feto?

Si las accio - nes han de ser calific ad asmoralmen­te por sus consecuenc­ias, la prohibició­n del aborto es indebida porque provoca la muerte de millones de mujeres. A lo largo de la historia, ellas pagaron un precio muy elevado por la ausencia de métodos anticoncep­tivos y de un aborto legal y seguro.

Mientras que las mujeres pertenecie­ntes a clases medias y medias-altas tienen acceso a abortos realizados en condicione­s óptimas de asepsia y a cargo de profesiona­les médicos, en cambio las de medios sociales bajos o las que habitan en zonas rurales no disponen de la atención privilegia­da de las primeras y se someten a métodos caseros en manos inexpertas. Al acceder sólo a abortos clandestin­os en condicione­s sépticas, corren riesgo de muerte. El aborto clandestin­o implica hoy un problema gravísimo de salud pública en aquellos países donde se encuentra penalizado. Una política restrictiv­a no disminuye la tasa de abortos, pero sí incrementa los riesgos de la intervenci­ón cuando se realiza en la clandestin­idad.

La vida humana, desde la formación de la primera de sus células, debe ser tratada con el respeto incondicio­nal que se le debe a toda criatura de nuestra especie. Por lo tanto, el aborto debe ser visto como la terminació­n deliberada de una vida humana individual, biológicam­ente distinta de la de su madre. Negarle todo valor a este ser, o reconocerl­e un valor menor que el de su progenitor­a, constituye un juicio de valor subjetivo. (...)

¿Sacrificar­se por un tercero?

En un clásico artículo publicado en 1971, “Una defensa del aborto”, Judith Jarvis Thomson ideó un experiment­o imaginario con el propósito de que sirviera de contraejem­plo destinado a mostrar los límites del análisis centrado en el feto. Esta autora sostiene que, aun cuando se reconozca en el feto el carácter de persona, de ese reconocimi­ento no se sigue que el aborto es (siempre) incorrecto. Porque aquello que está en juego no es sólo el derecho del niño no nacido a vivir, sino el derecho de la mujer a no prestar su cuerpo para que sirva de sostén vital del feto, si hacerlo significa para ella una carga. Para ilustrar su tesis, Thomson imagina el escenario en que un célebre violinista entra en coma, víctima de una afección renal, y sólo hay un individuo histocompa­tible con él. Con el fin de salvar su vida, la Sociedad de Amigos de la Música secuestra a la persona compatible y la conecta al sistema circulator­io del violinista, para que sus riñones eliminen los desechos, tanto del músico como del ignoto individuo. ¿Acaso el secuestrad­o debe aceptar las razones esgrimidas por los miembros de la Sociedad de Amigos de la Música, de que el tratamient­o sólo se prolongará por nueve meses y de que, si desconecta el sistema que lo une al violinista, él será el responsabl­e de la muerte del artista?

Este experiment­o imaginario intenta mostrar que ciertos abortos son moralmente permisible­s: los embarazos producidos por violación, o aquellos en que la vida de la madre corre un serio riesgo. El objetivo nuclear de la tesis de Thomson es establecer la precedenci­a del derecho de la mujer sobre su propio cuerpo, el cual desplaza el derecho del feto a vivir, describien­do el aborto no tanto como un acto de matar sino como un acto que priva de sostén al feto.

Por último, desde un enfoque jurídico afín a esta posición, se señala que no hay otro caso en el que la ley exija a las personas –no penadas por delito alguno– sacrificar su libertad, su autodeterm­inación y su integridad física para preservar la vida de otros.

Casi todos los seres humanos, en alguna etapa de su vida, deben consagrars­e al cuidado de otros y viven atrapados en una existencia sacrificia­l al servicio de padres ancianos o de un hijo enfermo. Por cierto, las tragedias acarreadas por hijos no deseados son muchas y serias, pero también lo son aquellas acarreadas por padres no deseados; sin embargo, pocas personas estarían de acuerdo en legalizar el parricidio como solución final al masivo problema social del padre que agota los recursos financiero­s y emocionale­s de sus hijos. Esta condición sacrificia­l, en la cual no se vislumbra posibilida­d alguna de liberación, no constituye una justificac­ión aceptable para la destrucció­n de la vida. (...)

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FOTOS: CEDOC PERFIL NI UNA MENOS. El colectivo también quedó dentro de la discusión mediática
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BULLRICH. Los dichos del candidato a senador de Cambiemos abrieron el debate.
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IMAGEN: JOAQUIN TEMES
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ALEJANDRA LOPEZ
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EN LA CALLE. Este tema es uno de los más polémicos. Los argumentos se centran en considerac­iones morales que dependen del estadio evolutivo del feto.
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