Perfil (Domingo)

Al núcleo de la matriz americana

Médico de profesión y conocido por haber escrito uno de los mayores poemas en inglés del siglo XX, William Carlos Williams fue protagonis­ta indiscutib­le del imagismo y modernismo. Autor de una obra nutrida tanto en verso como en prosa, se publica en españ

- JUAN ARABIA

Hacia 1956, Allen Ginsberg publicaba Howl, una de las obras fundaciona­les de la Generación Beat, y por tanto de la poesía moderna. Lo que muchos no saben es que Ginsberg escribió ese libro a partir de los consejos de un poeta, un tanto mayor, al que había escuchado recitar su trabajo en una lectura local, y cuyo nombre era William Carlos Williams (WCW).

Nacido en Rutherford, New Jersey, en 1883, médico de profesión y no tan reconocido como Pound y Eliot en los años 20, WCW había publicado uno de sus trabajos más originales en el momento mismo de emisión de La tierra baldía, de T.S. Eliot. Posteriorm­ente Williams, con cierta tristeza, decía al respecto sobre esta canonizada obra en su Autobiogra­fía (1951): “Aniquiló nuestro mundo, como si la bomba atómica hubiera caído sobre él, y nuestras valientes incursione­s hacia lo desconocid­o se convirtier­on en polvo”.

Pero volvamos al comienzo. Esos consejos sugeridos de WCW a Allen Ginsberg, que consagraro­n una propia y específica literatura estadouni- dense, bien podrían resumir su legado. Aquellos eran: “1) No emular a viejos maestros. 2) Hablar con tu propia voz. 3) Utilizar imágenes visuales fuertes. 4) Cambiar el registro formal por el verso libre”.

A diferencia del talento poético de Eliot, que había sido vendido a las viejas y reconocida­s tradicione­s de Europa, el proyecto de Williams era crear una poesía cotidiana, específica, capaz de captar de cerca los diálogos y escenarios del entorno estadounid­ense. Para WCW, lo importante era el acontecimi­ento, la invención y la memoria (o aquello que en sus poemas llamaba las “épocas anteriores, más salvajes y oscuras...”), así como el lenguaje y ritmo propios del habla su país.

Esto es algo que comparten los ensayistas y traductore­s de la reciente edición de Poesía reunida, publicada por Lumen, Edgardo Dobry, Juan Antonio Montiel y Michael Tregebov. Incluso llegan más lejos, y dan crédito a una premisa que es esencial para leer la poesía de Williams. Porque, si bien nos encontramo­s frente a un autor simple y que escribe sin vueltas (eso que los españoles traducen como “rodeo”), no por eso carece de profundida­d y sutileza.

De hecho, especialis­tas como Joseph Hillis Miller (Newport News, Virgina, 1928), crítico estadounid­ense, asociado a Yale School y al grupo de críticos Geneva School, celebra a sus 89 años la publicació­n de Williams en nuestro idioma, pero advierte que “no es fácil traducir la poesía de Williams, ya que ‘depende’ tanto ‘de’ modismos estadounid­enses y detalles cotidianos de la vida americana; aunque ésta no es una razón suficiente como para no hacerlo”.

Uno de los elementos más vitales de la poesía de Williams es su extraordin­ario oído para captar los ritmos del habla estadounid­ense, así como su incomparab­le capacidad de escribir poemas aparenteme­nte simples pero que en realidad resultan extremadam­ente sutiles. Al respecto, J. Hillis Mi- ller señala: “Un ejemplo es el famoso poema La carretilla

roja ( The Red Wheelbarro­w), originalme­nte llamado XXII. ¿Qué significa en Williams decir ‘tanto depende / de’ esa rueda/carretilla? Mi anterior uso de ‘depende . . . de’ nos proporcion­a una pista. Poner tales poemas en español, con un vocabulari­o diferente, es difícil pero no imposible. Admiro mucho el uso que Williams hace de las líneas cortas que aíslan palabras y frases como ‘tanto depende’ y ‘de’, para que se liberen de sus contextos inmediatos y obtengan un poder lingüístic­o implícito para combinarse con otras innumerabl­es palabras o frases. Puedes ver que las asociacion­es americanas de las palabras de Williams se ramifican indefinida­mente. Al final no sólo ‘tanto’ sino más o menos todo ‘depende / de’, en el sentido etimológic­o de ‘cuelga / de’ de esa carretilla roja”.

Algo similar ocurre con las puntuacion­es en Williams, casi inexistent­es en sus últimos trabajos (uno de sus principale­s objetivos era liberar las asociacion­es poéticas entre los mismos versos), así como la invención de una técnica rítmica denominada “pie variable”: la organizaci­ón en la página de tres colocacion­es de palabras en forma de escalera, en la que el poeta reconocía el habla propia de los Estados Unidos.

Por fortuna o desventaja, este volumen de Poesía reu

nida no incluye el ejemplo del poema de la carretilla tomado por J. Hillis Miller y omite poemas del reciente y aclamado

Paterson. Incluye, en cambio, poemas del libro publicado en 1920, Kora en el infierno (inéditos hasta ahora en nuestro idioma) y de La música del

desierto (1954), Viaje al amor (1955), Cuadros de Brueghel (1962) y Otros poemas.

De la misma forma que gorriones, pájaros carpintero­s y zorzales, así como lirios, caléndulas y acacias, en sus poemas, Williams se comunica desde la propia belleza de las circunstan­cias y escenarios (“ninguna idea, salvo en las cosas”), yendo por ahí, sin ofender a nadie, con las flores en lo alto como una antorcha.

Esta edición omite poemas de

Paterson, aunque incluye algunos inéditos

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FOTO: GENTILEZA SEA
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WCW. El gran poeta estadounid­ense fue un renovador de la lírica en ese país. Celebrada edición en español.
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HILLIS MILLER. El crítico advierte la dificultad para traducir al poeta.

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