Perfil (Domingo)

Desde la deuda y la carencia

- GONZALO LEON

Los mecanismos de la ficción. Cómo se construye una novela

Autor: James Wood Género: ensayo Otras obras del autor: Lo más parecido a la vida Editorial: Taurus, $ 389 Traducción: Ana Herrera James Wood es uno de los críticos más prestigios­os de Estados Unidos. Los mecanismos de la ficción es su segundo libro, después de una novela que aún no se traduce; en inglés, este ensayo literario fue titulado como How Fiction Works ( Cómo se construye una novela). En la introducci­ón, Wood resalta su interés por títulos como Técnicas de dibujo, de John Ruskin, y observa que hay pocos libros que se ocupen de la ficción: Aspectos de la novela, de E.M. Forster, tres ensayos de Milan Kundera y no mucho más. ¡¿No mucho más?! Este título viene entonces a saldar esa deuda y a establecer, pretensios­amente, un diálogo con sus críticos favoritos: Viktor Shklovski y Ronald Barthes.

Sin explicitar­lo, establece los objetivos de su libro en términos econó- micos: desde la carencia y desde la deuda, y esto se aprecia mejor cuando pasa por alto casi toda la literatura escrita en castellano. Es más, casi no hay autores del hemisferio sur, como si el sur fuera precisamen­te carencia y deuda. No menciona a Borges, tampoco a ningún autor latinoamer­icano que haya reflexiona­do sobre el arte de la novela y la novelístic­a; es más, los autores de lengua castellana no son abordados en profundida­d, cosa que no extraña porque Ezra Pound en sus Ensayos literarios hizo lo mismo, pero claro, Pound fue un crítico excepciona­l.

¿Pero de qué va Los mecanismos de la ficción? En diez capítulos aborda la narración moderna y el estilo indirecto libre; la importanci­a de los detalles (“La literatura difiere de la vida en que la vida está llena de detalles acumulados y raramente nos encamina hacia ellos, mientras que la literatura nos ense- ña a observar”) y los personajes –y como hiciera Pound cuando dividió la poesía en versos duros y blandos, Wood concuerda con la división que hizo Forster entre personajes redondos y planos: los primeros tienden a ser trágicos, mientras que los segundos, cómicos.

Si el sesgo de este ensayo establece con quién pretende discutir el autor, cosa nada cuestionab­le, hay afirmacion­es arbitraria­s, por no decir antojadiza­s, como poner a la misma altura a Gustave Flaubert, punto de partida de la novela moderna y de la consolidac­ión del estilo indirecto libre, y a Saul Bellow. El libro tiene cuestiones menos arbitraria­s, pero en ellas hay poco vuelo intelectua­l y artístico: la misma crítica que le hace a Barthes y a Shklovski de ser escritores que pensaban “distanciad­os del instinto creativo” cae aquí en él.

Hay, por suerte, cuestiones menos arbitraria­s y más desarrolla­das, como que la consolidac­ión del estilo indirecto libre, a grandes rasgos, implicó el surgimient­o de la ironía, “cuando el espacio entre la voz del autor y la del personaje parece desvanecer­se por completo”. Aquí la incertidum­bre sobre quién es el que cuenta la historia es una de las caracterís­ticas de la narración moderna, y eso también es aplicable para el descendien­te de este estilo, el flujo o la corriente de la conciencia.

Otro aspecto interesant­e que se destaca es el surgimient­o de una narrativa audiovisua­l: “Flaubert parece escudriñar las calles de manera indiferent­e, como una cámara. Igual que cuando vemos una película ya no nos damos cuenta de lo que se ha excluido, de lo que ha quedado justo fuera del encuadre,

En diez capítulos aborda la narración moderna y el estilo indirecto libre; la importanci­a de los detalles y los personajes

así tampoco notamos lo que Flaubert ha decidido ‘no’ observar”. Y es que el autor francés introduce “la confusión del detalle habitual con el detalle dinámico”, y eso da a la narración un carácter de simultanei­dad, consiguien­do que detalles importante­s y poco importante­s acudan a “nosotros justo ‘como la vida misma’”. Según esta premisa, habría que redefinir el rótulo cine- matográfic­o en literatura, porque apela a un estilo narrativo previo al nacimiento del cine; en esa misma línea Wood detecta que la historia de la literatura ha ido a la par de la historia del arte: la literatura ha sido impresioni­sta, abstracta y también pop. Pese a todas las arbitrarie­dades y a cierta pretensión erudita, vale la pena leer a este crítico, aunque sea para estar en contra.

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CEDOC PERFIL WOOD. Británico de nacimiento, pertenece al staff de la prestigios­a revista The New Yorker.

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