En el corazón de una profesión inestable
Mientras terminan con los ensayos de Edipo rey, que estrenan en septiembre, los actores aseguran que ha bajado la calidad televisiva. esperan generar con la puesta preguntas trascendentales en el espectador.
Grandes pensadores del siglo XX han recurrido a sus páginas, desde Freud, Jung hasta Foucault, Edipo rey de Sófocles está considerada la gran tragedia de todos los tiempos. Pero quizás esta importancia la alejó de los escenarios para la que fue creada en el siglo V antes de Cristo. El público porteño podrá ver desde los primeros días de septiembre la versión y dirección de Jorge Vitti con Fabián Vena, Alejandra Darín, Alfredo Castellani, Willy Lemos, Cutuli, Juan Carlos Ricci y Claudio Mattos en su elenco. Las funciones serán los viernes y sábados a las 20 en el Centro Cultural de la Cooperación. En este reportaje se dialoga con los dos grandes protagonistas de esta historia: Fabián Vena, Edipo y Alejandra Darín, Yocasta.
—Muy pocas veces se presenta un clásico griego: ¿qué expectativas tienen?
VENA: Es verdad que cuando decimos “clásicos” lo asociamos mucho más a Shakespeare o a los textos españoles. Visitarlos implica una in- mensa alegría. Cada vez que decidí, me arrastró mi deseo y la sensación íntima de saber que me preparé siempre para hacerlos. También uno se detiene a pensar que nuestro oficio ya estaba allí en siglos tan pasados. Nos enfrentamos con nuestras propias limitaciones, pero nos fortalecemos cuando encarnamos estas obras y comprendemos que todas las otras que lleguen serán más fáciles. DA R IN: Me g usta saber qué cuentan estos textos tan vigentes. Me siento un puente entre aquellas inquietudes tan actuales que nos siguen motivando. Para mí el teatro son preguntas, primero a nosotros como actores, y desde ahí se trasladan al público, compartiéndolo. A medida que vas diciendo este texto –como cuando Edipo dice la “encrucijada de caminos”– resuena para la vida de cualquier persona, siempre. Nos impulsa a reflexionar, que es una manera de crecer. —Edipo es el gran héroe
de la tragedia griega: ¿cómo es interpretarlo cuando hoy predominan en la escena los antihéroes?
V.: Me entusiasma justamente eso. Edipo es un hombre virtuoso, casi utópico. ¿Qué político es capaz de llevar adelante lo que prometió, incluso viviendo sus nefastas consecuencias? Encontrarse con este paradigma es un modelo. El es un héroe trágico que debe atravesar su propia historia y jamás se traiciona, ni traiciona a los otros. Su recorrido es un
espejo de lo que nos gustaría ser. Por ejemplo, nos quedamos discutiendo después de un ensayo sobre el peso de la soberbia. Creo que en esta propuesta no habrá lugar para tibios. Es una muy buena versión, cercana, contundente y comprensible. Dura muy poco más de una hora. Todo aquí es claro y conmueve.
—¿Cómo se encarna a una heroína y reina como Yocasta?
D.: Una es un espíritu que está encarnada en un cuerpo, que coincide con la historia del mundo. Siempre contenemos todos los personajes. Soy geminiana y contengo multitudes, como decía Walt Whitman. Se puede imaginar a una reina, a una panadera, es un ejercicio que se debe dar tanto desde el adentro como en el afuera. Hay que buscar la conmoción, tanto en la alegría como en el dolor, son extremos por los que pasamos todos los seres humanos, aunque tengamos distinto tipo de conciencia. Hay que estar dispuesto a absorber y creo que en todos nosotros están todos estos personajes.
—Desde hace poco ejercés la docencia teatral: ¿por qué?
V.: Nunca lo pensé. Siempre me aparté del rol del maestro o del director. Tuve grandes docentes y puestistas. Siempre pensé que la enseñanza me sacaría energía a mi trabajo como actor. Me equivo-