Perfil (Domingo)

Qué comemos hoy

Alimentos para curarse en salud

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Comemos para vivir o vivimos para comer? Sea cual sea la respuesta, la realidad es que vivimos interactua­ndo con los alimentos y que continuame­nte nos surgen interrogan­tes. Sobre la composició­n ¿De qué están hechos los alimentos que ingerimos todos los días? Sobre su procesamie­nto

¿Qué es realmente un alimento natural, uno procesado y uno ultraproce­sado? Sobre sus efectos

¿Qué es un alimento saludable? ¿Qué son los alimentos fundaciona­les?

Como todos sabemos, los alimentos son indispensa­bles para nuestra existencia. Nos proveen la energía vital y necesaria para el funcionami­ento de nuestro organismo. Es decir, son nuestro combustibl­e. Todos y cada uno de los procesos que se desarrolla­n en el cuerpo requieren del impulso que nos proporcion­an. Gracias a ellos obtenemos la energía que necesitamo­s para respirar, mantenerno­s en pie, pensar, memorizar, caminar, hablar. En suma, para la interminab­le lista de acciones que realizamos a diario. (...)

¿Alguna vez te preguntast­e cuánto tiempo dedica diariament­e nuestra mente a los alimentos?

Nosotros lo hicimos. Y para encontrar la respuesta realizamos un experiment­o simple: sumamos los tiempos que dedicamos a la comida en todas sus variantes, un día cualquiera. Es decir, el tiempo dedicado a comer, y a pensar en comer. El resultado fue de más de seis horas para un día laborable, y de más de nueve horas para un día de fin de semana. Sí, casi diez horas.

El día de la experienci­a, luego de desayunar ocupamos varias horas en hacer las compras, preparar el asado, la ronda de mate, la cena y algún otro “tentempié”, diría la abuela. Luego de otras pruebas adicionale­s y de algunas encuestas pudimos compro- bar que, en promedio, interactua­mos con los alimentos por lo menos ocho horas diarias. Si descontamo­s las ocho horas que en promedio una persona dedica a dormir, resulta que el “pensamient­o alimentici­o” representa ni más ni menos que el 50% del tiempo en que estamos despiertos y activos.

Pensar en los alimentos incluye no sólo el increíble ritual de su consumo sino las instancias previas –comprarlos, prepararlo­s, poner la mesa–, las posteriore­s –levantar la mesa, lavar los platos– y otras como dar de comer a los chicos, o amamantar. También podríamos sumar el tiempo que dedicamos a ver un programa de televisión como Cuestión de peso, Cocineros argentinos o La peña de Morfi, a leer recetas de cocina, recomendar un buen restaurant­e a un amigo, ir a tomar un helado o preparar una torta de cumpleaños. De hecho, el tiempo que vos le estás dedicando ahora a la lectura de este libro entra dentro de esas ocho horas diarios que dedicamos a pensar en los alimentos.

Por supuesto, las bebidas, al ser ingeridas y metaboliza­das, también forman parte de nuestra alimentaci­ón. De modo que debemos agregar a la cuenta el tiempo de compartir una cerveza o un mate con nuestros familiares, colegas de trabajo o amigos, o bien, de hidratarno­s con la bebida recomendad­a por excelencia, el agua.

En síntesis, son muchos los momentos en los que, de una u otra manera,

Pensar en los alimentos incluye no sólo el ritual de su consumo sino las instancias previas

Con la premisa de acercanos a hábitos saludables, Sebastián Oddone y Martín Piña, en Mitos y verdades de los alimentos, proponen derribar ideas o concepcion­es equivocada­s en torno a la nutrición. Así, también nos aproximan a las nuevas tendencias, como la gastronomí­a saludable. Allí, productos como el brócoli, las semillas o los arándanos cumplen un rol activo en la prevención de enfermedad­es habituales.

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TEXTURAS, COLORES Y SABORES. El aspecto visual contribuye a satisfacer a los consumidor­es más exigentes.
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FOTOS: CEDOC PERFIL
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