La arenga de Fontanarrosa
En el Congreso de la Lengua de Rosario, en 2004, el escritor y dibujante reclamó una “amnistía” para las malas palabras. “Hay palabras, de las denominadas malas palabras que son irremplazables, por sonoridad y por su contextura física. (...) No es lo mismo decir que una persona es tonta o zonza que decir que es un pelotudo. (...) El secreto de la palabra pelotudo, ya universalizada –no sé si está en el diccionario de dudas–, es que (...) puede ser un utilero de fútbol, porque traslada las pelotas; pero el secreto, la fuerza, está en la letra T. Analicémoslo: no es lo mismo decir zonzo que decir pelotudo”, dijo. Y agregó: “Lo que yo pido es que atendamos a esta condición terapéutica de las malas palabras. Mi psicoanalista dice que es imprescindible para descargarse (...). Lo único que yo pediría es reconsiderar la situación de estas palabras. Pido una amnistía para la mayoría de ellas, e integrémoslas al lenguaje, que las vamos a necesitar”.