Perfil (Domingo)

Clarín y Magnetto

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—Viví en Chivilcoy hasta los 18 años, y me fui a estudiar Ciencias Económicas a Buenos Aires. Tengo una relación muy estrecha, porque mi madre y dos de mis seis hermanos viven en Chivilcoy. Paso por ahí dos o tres veces al año. Estamos en contacto permanente.

—¿Es cierto que su padre y el padre de Magnetto tuvieron una relación en algún momento o es parte del mito?

—No. Es parte del mito.

—¿Es cierto que un muy buen amigo de su infancia que vivía a una cuadra de su casa es Pablo Casey, el sobrino de Magnetto?

—Sí, es cierto. Pablo es hijo de una hermana de Magnetto a la que llamábamos “la Negra”; y el padre de Pablo, el Negro Casey, es un compañero peronista. A Pablo le decíamos “Cachecha”. Nos criamos juntos jugando a la pelota en la calle.

—El diario “BAE” publicó que usted pasó a saludarlo durante un festejo de cumpleaños en el restaurant­e Asia de Cuba, mientras era ministro de Cristina. ¿Es cierto esto?

—Falso.

—¿Cómo es su actual relación con Pablo Casey?

—Buena. Nosotros enfriamos la relación a propósito del enfrentami­ento del Grupo Clarín con el Gobierno desde 2008 y hasta que dejé el gobierno. Me pareció prudente que cada uno tomase distancia para no estropear nuestra amistad. Pero en realidad, y mirándolo en perspectiv­a, tal vez haya sido un error. Uno podría haber mantenido la relación más allá de la confrontac­ión que había con el gobierno. Pero no es menos cierto que fue uno de los defectos que tuvo nuestro gobierno. La idea del blanco o negro. La idea de que si uno mantiene una relación con gente de otro bando es un traidor.

—¿Recuperó esa relación una vez que se terminó su actividad pública?

—Sí, recuperé esa relación. Cada tanto nos llamamos, o nos vemos.

—Y a Héctor Magnetto, ¿lo conoció?

—Lo conocí en 2008. Recién asumíamos y recuerdo que le comenté a Néstor: “Me invitaron a una reunión con directivos de Clarín”. Al verlo, me impresionó un poco por los efectos de su enfermedad. Recién salía de un estado convalecie­nte, de una operación. Lo vi esa única vez y nunca más. No tengo ni tuve relación con él, ni siquiera de Chivilcoy.

—Y con ejecutivos importante­s de Clarín, además de Pablo Casey, ¿mantiene alguna relación estrecha?

—No. Mantuve contacto con periodista­s, Eduardo van der Kooy, Julio Blanck, y algún correspons­al en Casa de Gobierno. Nada más.

—¿Por qué cree que lo acusan de ser el candidato de Clarín?

—Es una acusación que no tiene nin- gún fundamento. Es llamativo. Porque 48 horas antes de cerrar su lista para las PASO Cristina me ofreció acompañarl­a como primer diputado nacional o primer senador. Y en ese momento yo no era el candidato de Clarín, ¿no? Pasa que tienen pocos argumentos para explicar lo que hicieron: construir Unidad Ciudadana por fuera del peronismo para no dejarme participar, para que al candidato lo elija la gente, no Cristina.

—Alberto Fernández también fue acusado de ser el hombre de Clarín en el gobierno de Kirchner y se alejó cuando comenzó el conflicto entre el gobierno, en ese momento de Cristina, y el Grupo Clarín. Que Alberto haya estado con Massa y hoy esté en Cumplir, ¿puede haber generado ese tipo de sospecha?

—No. Alberto Fernández fue jefe de Gabinete de Néstor, luego de Cristina, y fue una figura muy importante de la gestión. Su salida respondió al conflicto del campo más que a la pelea con Clarín, que todavía no se había profundiza­do tanto. Alberto y otros peronistas que pasaron por el FR llegaron a Cumplir porque el nuestro es un espacio amplio, generoso. Que entendió que se había cometido un error con una conducción demasiado rígida, como la de Cristina.

—¿Habló alguna vez con Alberto

—No, no he hablado con él de ese tema. Es algo injusto.

—¿Es injusto con él también, dice usted?

—Sí. Alberto era una figura fuerte y un hombre de extrema confianza de Néstor. Un día me contó que no quería continuar en el gobierno y tanto Néstor como Cristina le pidieron que continuase. Después se dieron algunas diferencia­s y renunció. Pero no por eso hay que ponerle el mote de “traidor”, o “enviado de Clarín”. Es una simplifica­ción absurda.

—¿Cuál es su opinión sobre el tema de la Ley de Medios?

—Con el fundamento de la Ley de Medios, con su diagnóstic­o, estuve totalmente de acuerdo. Es necesario democratiz­ar la palabra. Pero es difícil encontrar, más en países en vías de desarrollo, medios que no respondan a intereses económicos diferentes al de informar. En el caso de Perfil es como la excepción que confirma la regla. Son medios de comunicaci­ón y hacen periodismo. El intento fue muy bueno y la sociedad empezó a tener una mirada crítica. Pero el resultado final no fue el que se esperaba.

—Viendo la fusión de Telecom y Cablevisió­n, teniendo en cuenta que Néstor Kirchner durante el conflicto con el campo decía que Clarín se había puesto muy crítico como respuesta a que no le habían permitido comprar Telecom, y viendo que con

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