Perfil (Domingo)

“tal vez al Gobierno le pasó lo mismo que a mí con Kosteki y Santillán”

El ex presidente cree que la desaparici­ón del joven puede tener coincidenc­ias con los asesinatos que aceleraron su salida. la falta de liderazgo en el PJ y su reunión con menem.

- FEDERICO AGUILA

En junio de 2002, una violenta represión en el Puente Pueyrredón terminó con el asesinato de Maximilian­o Kosteki y Darío Santillán a manos de policías de la Bonaerense. El hecho aceleró la salida de la presidenci­a de Eduardo Duhalde, quien recibió a PERFIL en su oficina porteña del Movimiento Productivo Argentino, donde se refugia y analiza la política. El ex mandatario analiza el tratamient­o del Gobierno con la desaparici­ón de Santiago Maldonado, habla del peronismo y de su encuentro con Menem.

—¿Cómo está siguiendo el caso Maldonado?

—Si me dicen que Cristina mandó a matar a Nisman, yo no lo creo. O que este gobierno quiso matar a alguien, tampoco lo creo. No lo creo porque son cosas que carecen de sentido común, y la política se alimenta de sentido común.

—¿Y qué cree que pasó?

—Tal vez les pudo haber pasado como nos pasó a (Felipe) Solá y a mí con el tema de Kosteki y Santillán, que se le va la mano a un tipo. Pero puede haber pasado, no puedo hablar de pálpitos. Lo que sí me contenta es la sanidad del pueblo argentino, hay una sociedad a la que no le es indiferent­e el tema.

—¿Estima que el Gobierno manejó bien el tema?

—Cuando pasó lo de Kosteki y Santillán me quedé toda la noche despierto, ya que es muy jodido para un presidente que pase algo así. Les dije a los ministros que no hablaran. A la mañana siguiente me enteré de que fue ese señor Fanchiotti. Vi que empezaba una conferenci­a de prensa de Solá con el matador, y le dije que no hablara, que lo metiera preso.

—Macri tardó un mes en hablar del caso...

—Cuando era jefe de Gobierno hizo lo mismo con el tema del Indoameric­ano, no dijo nada. Néstor era igual, rajaba para otro lado. Son improntas personales. No quiero hablar de Macri como un tipo especulati­vo, solamente tiene una forma distinta. Le puede jugar un poco en contra pero no creo que sea definitori­o en términos electorale­s.

—¿Cómo analiza el resultado de las PASO?

—Es bastante lógico lo que ocurrió en el país. Este es un gobierno que ha generado expectativ­as grandes y hay gente que quiere mantener la esperanza.

—¿Cristina Kichner es una amenaza para el Gobierno?

—Yo soy alumno de Oscar Alende y él hablaba del peronismo pueblo. Para ese peronismo, Cristina es peronista, aunque no sea lo que quiere la mayoría del partido. Ella privilegió a sectores de una izquierda que nunca tuvo que ver con el PJ, y ha generado una épica falsa que siempre atrae a los jóvenes.

—¿Por qué no aparecen nuevos liderazgos en el PJ?

—Porque no hay dirigencia. Esta situación va a cambiar en algún momento, pero no sabemos cuándo. Hoy el peronismo no es alternativ­a de nada, por eso insisto en que hay que apoyar al Gobierno con todo. El que dice que hay alternativ­a es porque no entiende de política.

—¿Vidal es el mejor exponente de liderazgo en Cambiemos?

—Es el mejor exponente del político surgido en la última década, con condicione­s naturales, tiene una condición angelada. Hay que cuidarla.

—¿De acá a 2019 no ve a ningún candidato con posibilida­des en el PJ?

—No se sabe. Hay un fenómeno que se retroalime­nta: un partido buscando un liderazgo y también la gente. Eso fue lo que pasó con Menem, nadie daba dos mangos por él.

—¿Estuvo en contacto con él últimament­e?

—Lo vi hace dos o tres años, cuando el Papa planteó que teníamos que olvidarnos de las peleas. Había tres o cuatro que tenía atravesado­s y los fui a ver.

—¿Cómo lo vio?

—Es un encantador de serpientes. Yo lo aprecio mucho, pese a todo. Yo no tengo odios.

—¿Tenía que perdonarlo?

—Ya no importa. El tiene una enfermedad que es el poder. La borrachera del poder es tremenda, Menem tiene ese gran problema. No era un tipo con una gran adicción al dinero, yo estuve cerca de él y nunca vi eso. Que dejaba hacer, sí.

—¿Usted nunca tuvo esa relación con el poder?

—No, yo siempre lo sufrí. Podía quedarme cinco años y me fui. No gozaba el poder. Yo lo veo al presidente actual y digo: ‘Pobre tipo, está envejecien­do’. Es mucho esfuerzo ejercer la presidenci­a, es un sacrificio muy grande. Cuando pude, me rajé. Creí que me moría cuando era presidente. Una vez, en Olivos, le dije a mi mujer: “Che, ¿no ves un río en el fondo?”. Yo veía saltar pescados e inmediatam­ente me mandaron al médico. Es que la psiquis y el físico no aguantan.

Veo al Presidente y digo: ‘Pobre tipo, está envejecien­do’. Es mucho esfuerzo ejercer la presidenci­a.

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