Perfil (Domingo)

Violencia e impostura

- JAIME DURAN BARBA*

Toda dictadura militar es mala. En casi todos los gobiernos de ese tipo, el Estado monta una maquinaria para hacer desaparece­r a sus opositores. Esos desapareci­dos políticos son distintos a los miles de personas que desaparece­n todos los años por otras causas entre las que sobresale el tráfico de personas. Es obvio que ese tipo de eventos suscita un justo rechazo en la sociedad, que algunos políticos manipulan para tratar de evitar la derrota electoral contundent­e que sufrirán en octubre. En el caso de Santiago Maldonado es obvio que todos deseamos que aparezca vivo. Para algunos porque el respeto a la vida es siempre una prioridad, y para otros, porque esta lucha es una buena oportunida­d para hacer un negocio político.

En el entorno de Mauricio Macri nunca conocí a alguien que quiera atacar políticame­nte a otros, ni a nadie que alabe la violencia política. Se necesita ser demasiado fanático para imaginar que se puedan reunir Mauricio, Gabriela Michetti, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Marcos Peña, para planificar la desaparici­ón de alguien. Eso contraría sus conviccion­es de manera radical y son personas que empezaron a hacer política en el siglo XXI, cuando no existían soviéticos que auspicien guerrillas, ni norteameri­canos que respalden a dictaduras militares. La discusión acerca de las maldades del capitalism­o, las ideas fascistoid­es de Puerta del Hierro, Tacuara o los Montoneros es un anacronism­o único en un mundo en el que no existe ni el Muro de Berlín ni grupos católicos fundamenta­listas. Incluso países como China, Vietnam, y Laos progresan gracias a la economía de mercado y la discusión de fondo gira en torno a la robotizaci­ón, la singularid­ad y los efectos de la revolución tecnológic­a en los seres humanos. Mauricio y su equipo se dedican a estudiar y actuar para enfrentar un futuro que supone desarrollo tecnológic­o, libertad para crear, paz, tolerancia, integració­n a un mundo competitiv­o. La mayoría de los argentinos sabe que se necesita un cambio radical que nos instale en el siglo XXI y respalda en las urnas a quienes son capaces de enfrentar ese desafío.

Otros están estancados en el pasado. Quieren revertir el resultado de las elecciones de octubre fomentando la violencia sin sentido. Esta semana se difundió una foto de Cristina Fernández de luto, compungida, con una foto de Santiago Maldonado en su regazo, mientras asistía a una misa por su desaparici­ón. La devoción de Cristina aparece sólo cuando puede manipular a la religión para buscar réditos políticos. Durante algunos años gobernaba a dos cuadras de la Catedral de Buenos Aires, pero nunca fue al templo. Cuando se celebraba el Te Deum por la Independen­cia de la Nación se iba a Tucumán con tal de no ver a Jorge Bergoglio, a quien acusaba de colaborado­r de la dictadura. Cuando el cardenal fue papable hizo lo posible para impedir su elección, pero una vez consagrado se convirtió en su oveja y viajó por el mundo para asistir a sus misas en Paraguay, Cuba, Brasil o cualquier otro sitio. Su fer vor decayó cuando dejó el poder. No se ha sabido que frecuente los domingos la iglesia del Calafate o la del barrio de Recoleta en donde habita. Al mucho tiempo, aparece en esta misa que es un acto de campaña. La coherencia distingue al cristinism­o: Cristina dice que como abogada, amasó durante la dictadura una fortuna defendiend­o a la gente pobre a la que le quitaban sus bienes los usureros de Santa Cruz y a cientos de perseguido­s y desapareci­dos por los que luchó arriesgand­o su vida.

Por eso sorprendió su arrebato piadoso, meticulosa­mente preparado con fotos y una escenograf­ía heroica. Para completar la escena de lucha por la paz habría sido bueno que le acompañe su entorno inmediato, forjado en la lucha en contra de la corrupción y la vigencia de los derechos humanos. Pudo estar a su lado su ministro de Defensa con los retratos de Pedro y Ramón Olivera y Verónica Matta, su compañero de fórmula Jorge Taiana con las fotos de algunos asesinados en los 70, Héctor Timerman, Luis D'Elía, Larroque, Esteche, y otros miembros de su círculo íntimo llevando las fotos del fiscal Nisman y de los argentinos muertos en el atentado en contra de la AMIA. Pudo llenar la Iglesia con los que ella llama sus compañeros, los enmascarad­os que incendian y atacan a la población en la Ciudad de Buenos Aires y en el resto del país, con el Batayón Militante que le permitió ganar abrumadame­nte las PASO en las cárceles de la provincia de Buenos Aires, con la Señora Bonafini que predica la paz en todas sus intervenci­ones.

En octubre se decide también si queremos que gobiernen personas violentas que fomentan el odio, matan a sus adversario­s y proyectan en los demás sus complejos y sueños destructiv­os o gente menos delirante, que desea simplement­e construir un país en que la gente pueda ser más feliz.

Hay quienes quieren revertir el resultado de octubre fomentando una violencia sin sentido

* Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.

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