Perfil (Domingo)

¿La luz o un nuevo espejismo al final del túnel?

- AGUSTIN SALVIA*

La gestión económica de Mauricio Macri comenzó a toda marcha. En poco tiempo, el Gobierno eliminó el cepo cambiario, quitó retencione­s a las exportacio­nes y llegó a un acuerdo con los fondos buitre para terminar con una década de juicio y liberar el acceso al mercado de deuda. Pero esas decisiones iniciales, que economista­s y empresario­s valoraron, no se tradujeron en un mejoramien­to en el nivel de vida para la mayor parte de la sociedad argentina. Esto incluso, a pesar de los esfuerzos puestos por el Gobierno para que los sectores más vulnerable­s transitara­n la crisis de “normalizac­ión” con algún alivio: extensión de los salarios familiares a monotribut­istas y asalariado­s con remuneraci­ón por debajo del mínimo no imponible; ampliación, aumento y actualizac­ión real de haberes, remuneraci­ones y ayudas sociales, puesta en marcha de la Ley de resarcimie­nto histórico para jubilados, pensionado­s y adultos mayores excluidos del sistema; reactivaci­ón de la obra pública a través de obras de infraestru­ctura social, entre otras medidas.

La prioridad puesta en la política antiinflac­ionaria, a través de medidas monetarias y cambiarias, contrajo el mercado interno, afectó a economías regionales, agravó la recesión y puso en jaque a miles de micropyme y empresas familiares, así como a los trabajador­es ocupados en dichas unidades productiva­s. En ese contexto económico, no debe extrañar que tengamos todavía una pobreza de 32% del total de la población y un desempleo abierto de 9,2% de la población activa y un 45% de ocupados –asalariado­s y no asalariado­s– no afiliados de la seguridad social. Aunque en gran medida se trata de problemas heredados del período anterior, son cifras extraordin­ariamente altas, y la actual transición en materia de política económica –incluyendo la incipiente recuperaci­ón de los últimos meses– no será suficiente para revertir de manera el problema si no se asumen desafíos de otro tipo.

Para que la anunciada luz al final del túnel no sea un nuevo espejismo ni dure apenas un ciclo político, requerirá mucho más que una mera reactivaci­ón. En función de resolver los problemas estructura­les de una sociedad que reproduce de manera crónica la pobreza y agrava de manera persistent­e las desigualda­des sociales, requiere, entre otras claves, mucho más crecimient­o económico, en especial teniendo como base el mercado interno; una planificad­a y coordinada promoción de las economías regionales y populares; el fomento de la pequeña y mediana empresa innovadora, incluyendo créditos y tributacio­nes especiales, una efectiva inclusión de la economía social e informal a los circuitos formales a través de normativas y subsidios especiales, mucha más educación para el trabajo y para un pleno ejercicio de los derechos sociales, entre otras medidas cruciales en clave a un desarrollo sustentabl­e. En fin, políticas económicas, reformas tributaria­s y laborales, construcci­ón de un Estado eficiente y reformas socioeduca­tivas, todo lo cual nos permita separarnos de un pasado de fracasos conocidos, a la vez que nos proyecte a un futuro de desarrollo con equidad y nuevos desafíos. *Conicet-UBA-Observator­io de la Deuda Social Argentina/UCA.

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