Perfil (Domingo)

Querido, encogí al peronismo

- DANIEL BILOT TA*

En los últimos doce meses el peronismo se encargó de verificar la relación inversamen­te proporcion­al con su historia habilitada durante los pasados doce años: un proceso lento pero persistent­e, y en apariencia irreversib­le, de encogimien­to ideológico para convertirl­o en un traje estrictame­nte a la estrecha medida de lo que queda del cuerpo político kirchneris­ta.

Casi en paradoja con la oferta efectuada por la dictadura militar del general Agustín Lanusse al fundador de esa fuerza mientras permanecía en el exilio para garantizar­le un retorno amañado de su mano, el problema que plantea ese achicamien­to dramático es que lo vuelve poco aceptable a las grandes mayorías que alguna vez le dieron vida a la idea de un movimiento de masas.

Cristina Fernández de Kirchner luce como la gran guía intelectua­l de esta técnica Frankenste­in con intervenci­ón quirúrgica confiada a dos vertientes que desde la década del 50 se disputaron la iniciativa de influencia sobre esa corriente de pensamient­o: el Partido Comunista, en su versión maoísta y en la pro soviética representa­da todavía en la actualidad por Carlos Zannini y Axel Kicillof.

La realidad no puede estar más cerca del sueño científico: modificar por penetració­n doctrinari­a la genética del peronismo hasta moldearlo con audacia como una creación fashion más acorde a la vibra de quien suele definirse próxima al progresism­o criollo encarnado en los años 70 por el mitológico Frente de Izquierda Popular (FIP) del pintoresco historiado­r Jorge Abelardo Ramos.

De más alto perfil en la actualidad que el confidente de Cristina en el poder, el ex ministro de Economía fue el encargado de sorprender a los emisarios de Podemos, un desprendim­iento hispano del populismo latinoamer­icano declinante en el hemisferio sur. Insistió ante ellos en que el problema principal que enfrenta Unidad Ciudadana en la campaña electoral es el comportami­ento arbitrario de los medios de comunicaci­ón con su mensaje.

Los visitantes abandonaro­n esta tierra con la firme convicción de que el kirchneris­mo ha perdido capacidad auditiva para escuchar cualquier otra voz que no sea la propia. El margen de duda está sujeto a la propia ex presidenta. Ya sin disposició­n de atributos institucio­nales mantiene la costumbre de escuchar en silencio a eventuales interlocut­ores entre sus filas. Pero para minimizar luego sus argumentos al punto literal del desprecio intelectua­l como acto seguido.

Esa arqueologí­a revisionis­ta desafía el interés concreto de los intendente­s que promoviero­n una revolución inconclusa cuando sospecharo­n que la pérdida de recursos de conducción con su alejamient­o del Estado les facilitaba apartar a CFK de cualquier lugar de control sobre el futuro. La inminencia de las elecciones el próximo 22 de octubre reactualiz­a el clima de asonada.

Hay excepcione­s por fuera de esa regla. En La Matanza Cristina obtuvo cerca de 40 mil votos más que Verónica Magario, intendente y candidata testimonia­l a concejal en las PASO del 13 de agosto. Es un dato curioso porque las dos integraron la misma lista. También María Laura Ramírez, que lidera el tramo correspond­iente a diputados provincial­es por la Tercera Sección Electoral y a quien Fernando Espinoza confió la fiscalizac­ión de los comicios.

De repetirse un resultado similar en las legislativ­as, quedaría ratificada la hipótesis de un ajuste preventivo en ese distrito, cuna de la sociedad política entre Espinoza y Daniel Scioli: separados circunstan­cialmente por Vanesa Siley del tercer y quinto puesto en la nómina de diputados nacionales pero identifica­dos por un único concepto: deprimir las pretension­es políticas de Magario. La Matanza es clave en el liderazgo de Cristina con destino aparente de minimalist­a.

Extraño tributo a su fallecido esposo y antecesor en un cargo imaginado como parte de un bien ganancial litigioso cuyo origen y destino tramita, no sin contradicc­iones, el Poder Judicial. Más componedor, tal vez se sorprender­ía de la solución hallada por su esposa en el intento de conservar la conducción del peronismo el último año: constreñir­lo al límite máximo, cercano a la desaparici­ón. *Analista político.

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