Perfil (Domingo)

“EN SUDAMERICA SE JUEGAN LAS ELIMINATOR­IAS MAS TENSAS DEL MUNDO.”

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que estás en la búsqueda de no equivocart­e, querés agradarle a todo el mundo, y no se puede. Hasta es positivo que no les gustes a todos, porque una toma de decisión es antipopula­r, y pasa eso. Recién después del tercer año empecé a disfrutar de poder ver una jugada o una gambeta.

—¿Has llegado a felicitar a un jugador por una gambeta o una jugada?

—Sí. Claro que lo hago. Si tengo la posibilida­d de verlo, se lo digo. Como también marco cuando erran un gol muy claro. Estoy contento con haber llegado a eso, a disfrutar de eso. El árbitro es siempre el culpable de casi todo. Pero no puede analizarse un juego sólo en base a errores arbitrales.

—¿Y por qué se hace eso?

—Creo que es más sencillo analizar la tarea del árbitro que elaborar una opinión sobre la estrategia de un equipo durante 95 minutos. Yo pregunto: quién marcó al wing para que no desborde, quién marcó al nueve, qué tanto pudo hacer el arquero y qué otra cantidad de cosas sucedieron. La posición de víctima es mucho más sencilla que la de protagonis­ta.

—A diferencia de lo que sucedió en otros deportes, la tecnología (el sistema VAR)

—Tiene que ver con la típica situación de crisis y de cambio. El argentino más ortodoxo y pasional lo va a ver como un atentado a este deporte. Pero esa misma persona también tiene una sed de justicia absoluta. Entonces, cuando no es penal, cuando no fue mano, se enoja. En la vorágine de este deporte, a veces uno decide mal. Con la tecnología, el árbitro va a tener la chance de ver l o que todo el mundo estaba viendo en su casa. Es un desafío muy importante. Ahora tenemos que trabajar mucho en no equivocarn­os al ver. Porque una de nuestras defensas era: “Claro, vos me decís que no fue penal porque lo viste veinte veces por la tele”.

—¿Los expone más?

—Sí. Porque ahora vamos a estar viendo lo que antes no podíamos ver. Hay que trabajar mucho en ese aspecto. Porque el que lo ve está sentado en un sillón comiendo una picada en su living, con un plasma grande y en HD. Tiene un nivel de tranquilid­ad muy distinto al nuestro, que corremos a 180 pulsacione­s por minuto. Hay dos posibilida­des: que a vos te avisen desde cabina que hay algo que se puede corregir, o que tengas la chance de ir a observar a un monitor en la mitad de cancha. Debemos encontrar la tranquilid­ad para tomar la decisión final como correspond­e. Porque si los jugadores o todos van a estar ahí para presionar en el momento de la visualizac­ión, no se podrá.

—¿Y lograr esa tranquilid­ad, sobre todo por cómo es el futbolista argentino, será más difícil?

—Va a ser más complejo que en otras ligas, sin dudas. No sólo en Argentina sino en Sudamérica. Acá se juegan las Eliminator­ias más tensas del mundo. Y nuestras copas también. Va a ser un gran desafío para el VAR la correcta aplicación y conservar las formas. Por eso hay que tratar de educar a la gente en esto. Que los hinchas entiendan que el árbitro va a ir a la mitad de cancha a observar, y que tiene que tomar la mejor decisión tranquilo. Tenemos que volver a entender que lo mejor que le puede dar el árbitro a esa situación es justicia. Estábamos en un grado de justicia y la tecnología viene a darnos más justicia. Queremos eso. Porque el dolor es muy fuerte al día siguiente de un error importante.

—Esa vez, para mí, la polvareda tuvo que ver con cuestiones personales entre Grondona y Passarella, y con la taquilla, el rating y la opinión pública que generan esos partidos. Recuerdo un Tigre-Olimpo en el que cometí un error mucho más grosero, y sin embargo nadie dijo nada. A mí, el error me duele en un clásico como en un partido de mitad de tabla. Entonces, si la tecnología viene a darnos una nueva herramient­a para que seamos más justos, bienvenida. La tecnología no se va a equivocar. Debemos tener mucho cuidado en no equivocarn­os nosotros al ver las imágenes.

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