A LOS GOLPES.
Desde la aparición de Lolita (1955), Nabokov decidió no conceder jamás una entrevista que no fuese por escrito: o sea, todas las preguntas que quisieran, sea el medio que sea, incluso radio y televisión, pero de ese modo: las contestaba a solas, en su escritorio, en sus tarjetitas habituales. Opiniones contundentes recoge parte de estas entrevistas donde se despacha con furia contra Camus, Thomas Mann, Thomas Wolfe, Faulkner, Hemingway y Dostoievski, entre otros. Pero con quien más se ensaña es con Freud, a quien reconoce como “curandero vienés”).