“el sismo fue una tragedia socialmente transversal”
El riesgo que enfrenta México en la reconstrucción después del sismo del martes es que toda la atención esté centrada en la capital y desampare así a otros centros menos visibles pero igualmente golpeados, como Oaxaca y Chiapas. Ese es el temor del italiano Giancarlo Summa, director del Centro de Información de las Naciones Unidas en México.
—El sismo del martes fue una tragedia imprevisible o estos 32 años desde el devastador de 1985 no fueron bien aprovechados?
—En estos años, México fue equipándose para poder hacer frente a emergencias de este tipo y lo hizo bien, esto se entiende por el número relativamente limitado de edificios derrumbados y por el hecho de que los muertos no fueron miles. El número de fallecidos crecerá, pero hablamos de una ciudad de 25 millones de habitantes. La Protección Civil está demostrando ser un ejemplo de profesionalidad. La ciudad no se paralizó en las horas después del temblor, lo cual no es poca cosa. Para una evaluación seria y creíble de daños, hay que esperar a analizar cuáles de los edificios públicos y privados derrumbados fueron construidos antes y cuáles después del 85, para ver si se respetaron los códigos de construcción.
—¿Qué pasó con el sistema de alerta temprana?
—En el DF la alerta no funcionó porque el epicentro era muy cerca, a pocos kilómetros de la ciudad. La mayoría de los temblores son en la costa del Pacífico y esto da por lo menos 30 segundos para alertar la capital. Esta vez no hubo tiempo útil entre la alerta y el momento en el cual todo empezó a bailar.
—¿Cuál es la situación en Oaxaca y Chiapas después de este temblor, que para la gente de estos estados fue el segundo en dos semanas?
—En este último sismo, Oaxaca fue relativamente menos golpeada, lo peor ahí y en Chiapas pasó en el penúltimo. Sigue la remoción de los escombros del temblor de hace dos semanas, que provocó grandísimos daños y muchas víctimas.
—¿Cuáles fueron las zonas del DF más damnificadas?
—En su mayoría, las de clase media y clase media alta, como la Condesa, Roma y el Valle, zonas llenas de bares, restaurantes, librerías, lindas zonas céntricas y áreas residenciales preciosas construidas en áreas sísmicamente muy complicadas, con una densidad estructural peligrosa en caso de un sismo. A diferencia del 85, cuando cayeron edificios populares del centro, esta vez no fue una tragedia de la miseria. Fue una tragedia socialmente transversal.