Con cemento y sin rivales, el Gobierno mejora su aprobación
Todos los meses, la Universidad de San Andrés trata de capturar en una encuesta la satisfacción ciudadana con los gobernantes. La última muestra un tendencia positiva para el oficialismo.
La política, en general, trata de la provisión por parte de los líderes de bienes y servicios públicos –aquello que no podemos proveernos cada uno por sí solo– a cambio del apoyo de los ciudadanos. Así las cosas –discutibles, por cierto– la satisfacción de los ciudadanos con el desempeño de los líderes o gobernantes, es central para entender el apoyo o el retiro de ese apoyo. Las elecciones, caeteris paribus, son un procedimiento mediante el cual la dinámica entre desempeño y apoyo se cristaliza en un resultado cuantitativo y cualitativo. El cuantitativo está indicado por los votos que obtienen las diferentes alternativas o propuestas que expresan los candidatos; el cualitativo está relacionado con ganar o perder, el aumento o la pérdida de apoyo.
De este modo, cuando un gobierno a los ojos de una pluralidad o mayoría de los ciudadanos se desempeña más o menos bien, ya sea porque efectivamente así lo juzgan o ya sea porque los líderes alternativos no pueden convencerlos que reemplazándolos las cosas irían mejor, suele manifestarse satisfecha con el desempeño de éste y brindarle su apoyo. Desde luego, la satisfacción de los ciudadanos con los gobernantes varía a lo largo del tiempo dependiendo de los aciertos y desaciertos de éstos, de las virtudes y los vicios de sus rivales, de la buena o mala fortuna económica en parte producto de sus decisiones y en parte producto del contexto internacional sobre el cual no puede operar o tomar decisiones para alterarlo. De manera esquemática, del resultado de eso surge la evaluación que los ciudadanos hacen de sus líderes políticos. Y esa evaluación es dinámica, si bien algunos no modifican su opinión pase lo que pase (los votantes duros), algunos otros las van modificando en función del desempeño. Satisfacción. Desde hace un par de años en la Universidad de San Andrés tratamos de capturar las dimensiones de lo que se puede entender como satisfacción política, me- diante una encuesta mensual en la que consultamos sobre diferentes aspectos de satisfacción y opinión pública. En general, la satisfacción con la marcha general de las cosas es del 47%, mientras que la insatisfacción es del 51%. La satisfacción cae al 33% entre los más pobres y llega al 60% en el segmento ABC1. Algo similar ocurre si segmentamos por edades. Sólo el 31% de los jóvenes (18-24) de la generación Z manifiesta estar satisfecho con la marcha general de las cosas, mientras el 66% dice estar insatisfecho. Pero entre los adultos mayores de 55 años (la generación X mayor y los babyboomers) la satisfacción trepa por encima del 60%.
De todas formas, el predominio de insatisfacción no se traduce en un retiro del apoyo al Gobierno. Algunos que no manifiestan satisfacción con la marcha general de las cosas, le dan un bono de confianza al Gobierno. De hecho, los resultados indican que el Gobierno recuperó el apoyo de la opinión pública, que a principio de año se lo había comenzado a retirar. La aprobación del gobierno de Mauricio Macri hoy se encuentra en niveles similares a marzo de 2016, en 64% de aprobación, cuando apenas éste comenzaba su gestión. Estos niveles de aprobación, no obstante varían por nivel socioeconómico y varía según las generaciones (también varía por regiones). La aprobación en los sectores de nivel socioeconómico más baja es
el 63% de los encuestados manifiesta estar satisfecho con el desempeño gubernamental en materia de “obras públicas e infraestructura”
de 58% mientras que la misma sube a 72% en el nivel ABC1. A nivel etario la aprobación sube a medida que aumenta la edad. No obstante, las diferencias entre los segmentos, en general el Gobierno ha recuperado el visto bueno de la ciudadanía. En parte, el resultado electoral de agosto pudo haber ejercido cierto tipo de wagon effect endógeno en los niveles de aprobación que observamos en septiembre, pero el mismo resultado electoral y la aprobación son producto de algunas virtudes propias y algunos defectos de las alternativas rivales.
La satisfacción de la población con el desempeño de diferentes políticas públicas varía, pero según nuestro estudio el 63% manifiesta estar satisfecho con el desempeño en materia de “obras públicas e infraestructura”, la que constituye la política pública mejor evaluada por los entrevistados. Un 52% dice estar satisfecho con “transporte” y un 51% tanto con las políticas de “modernización del Estado” como con “política exterior”, lo que parecería ser un buen punto para los ministros Frigerio, Dietrich, Ibarra y Malcorra-Faurie, como drivers de la satisfacción con la gestión del Gobierno. Pero no todas son buenas noticias, la insatisfacción de los entrevistados con algunas políticas públicas alcanza niveles preocupantes. El 77% está insatisfecho con el desmpeño del gobierno en “Justicia”, un 69% insatisfecho con “Seguridad”, un 61% insatisfecho con “Educación” y la insatisfacción de los entrevistados en relación con el desempeño de la “política económica” es del 60%, lo cual parecería anunciar un aplazo