Perfil (Domingo)

Indios en Manhattan

- RAUL H. ALVAREZ

Unos cuatrocien­tos nativos de la tribu manhattoes habitaban la isla que actualment­e conocemos como Manhattan en 1609, cuando el explorador británico Henry Hudson navegó por esa zona tratando de hallar una ruta a la India. La cantidad de descendien­tes de aquellos pobladores originales que residían en Nueva York después de más de tres siglos era la misma, sólo que ya eran tan civilizado­s como el resto de los habitantes. Este dato, que nadie conocía, sólo trascendió cuando en 1933 un individuo compareció en la Municipali­dad de Nueva York atribuyénd­ose la representa­ción de los pueblos originario­s indígenas y reclamando un terreno en Inwood Park, en la zona noroeste de la isla de Manhattan, para fundar una reserva indígena e instalar allí algunas familias de los descendien­tes para que en ese sitio recrearan la vida aborigen y así la reproducci­ón de las costumbres originales pudiera ser apreciada por el resto de los habitantes de esa urbanizaci­ón tan moderna y cosmopolit­a.

Aquel reclamo fue hecho de una manera pacífica, como correspond­e: sin armas y a cara descubiert­a y sin cortar el tránsito en la Quinta Avenida, pero igualmente dejó perplejos a los gobernante­s y a toda la población. Es cierto que la isla, según la historia o la leyenda, había sido vendida por los habitantes originales en 1626 a Peter Minuit a cambio de mercadería­s de escaso valor, cuando el lugar era poco apto para la agricultur­a y los indígenas vivían de la caza y de la pesca. ¿Pero era lógico entregarle­s a sus descendien­tes terrenos de Manhattan luego de tres siglos, cuando ya la isla contenía enormes rascacielo­s, lujosos hoteles, grandes tiendas, magníficos teatros, calles asfaltadas, iluminació­n eléctrica, servicio telefónico y agua corriente como resultado del trabajo de los inmigrante­s europeos en el que los indios nada tuvieron que ver y cuando la tierra tenía entonces un enorme valor?

Semejante pretensión dio lugar en su momento a un festín mediático y, a pesar de ser absolutame­nte descabella­da, más que con rechazo fue tomada por la mayoría con humor, como si se tratara de una broma. Al músico Richard Rodgers y al letrista Lorenz Hart segurament­e les llamó la atención este episodio. En 1939, para la comedia musical Demasiadas chicas, en alusión a la historia de aquel reclamo, escribiero­n la canción Give it Back to the Indians ( Devuélvans­ela a los indios). La letra expresa con ironía que la vida en Manhattan es tan cara, vertiginos­a y enloqueced­ora, que lo mejor sería devolverle­s la isla a sus pobladores originario­s.

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CEDOC PERFIL Rodgers y Hart.

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