Perfil (Domingo)

Sí a las grasas. Nutricioni­stas reivindica­n su valor en la dieta. Cuáles son las más saludables.

Un estudio mundial reveló que su consumo se asocia con menor mortalidad que el de los carbohidra­tos. cuáles son las más saludables.

- ENRIQUE GARABETYAN

A pesar de que el tipo de alimentos que consumimos y su influencia en la aparición de enfermedad­es graves genera un enorme interés, lo cierto es que muchos paradigmas y consejos tradiciona­les sobre qué alimentos son más o menos saludables no tienen todavía una base científica sólida. Y esto acaba de ser confirmado por un megaestudi­o que viene siguiendo las costumbres alimentari­as y la salud de 135 mil personas, en 18 países –incluyendo a 7.500 argentinos– a lo largo de casi una década. Este paper, publicado en la revista The Lancet, plantea serios interrogan­tes al mito que afirma que la ingesta de todo tipo de grasas es negativa para la salud. Y da indicios firmes sobre el mayor riesgo de muerte asociado a las dietas con alto consumo de hidratos de carbono.

“El estudio PURE es un aporte para derribar el mito de las grasas y demostrar que no todas son malas. Por ahora no hay consenso sobre cuál es el porcentaje de las calorías que comemos que debería provenir de las grasas, aunque pensamos que ronda el tercio”, explicó la nutricioni­sta Mónica Katz, directora del posgrado en nutrición de la Universida­d Favaloro. “Este trabajo termina con la lipofobia que reinó durante décadas y que nos llevó a condenar la ingesta de alimentos muy saludables como la palta, variados tipos de semillas, el aceite de oliva y los frutos secos, entre otros”.

“El estudio PURE es un trabajo impactante y muy serio, que viene confirmand­o algunos datos que intuíamos”, le dijo a PERFIL el experto en nutrición A lberto Cormi- llot. Y afirmó: “Es cierto que durante mucho tiempo las grasas tuvieron una muy mala reputación y no es tan así. Pero, en mi opinión, lo más importante del estudio es que demuestra los daños causados por un exceso en la ingesta diaria de calorías provenient­es de los hidratos de carbono. O sea, lo poco saludable que es que el consumo exagerado de azúcar”.

El cardiólogo Rafael Díaz, uno de los coordinado­res del tramo argentino del estudio PURE, advirtió que buena parte de los “saberes” de la ciencia nutriciona­l se sostiene en débiles bases en materia de investigac­ión médica y sobre pocas poblacione­s del mundo. “Este trabajo deja tres datos importante­s. Uno es que casi dos tercios de nuestra ingesta calórica provienen de comer carbohidra­tos. Y este alto consumo se vio asociado a un 30% de exceso en mortalidad. El segundo hecho interesant­e es que aquellos que consumen mucha grasa, comparados con lo que consumen una dieta muy baja en grasas, tienen una mortalidad reducida en un 20%. O sea que el alto consumo de grasa está asociado a una mortalidad menor. Y lo particular es que eso se vio con los tres tipos de grasas analizadas: monoinsatu­radas, poliinsatu­radas y saturadas. Y, finalmente, quienes consumían una dieta de alto contenido proteico tenían una reducción del 15% en mortalidad”. En definitiva,

el estudio dejó una

“el trabajo termina con la condena a alimentos como la palta, el oliva y los frutos secos”.

clara asociación entre el alto consumo de hidratos de carbono y un empeoramie­nto de los factores de riesgo. Según Díaz, “comer un buen bife de chorizo nos aporta proteínas y grasas y es mucho más saludable que comer un plato gigante de fideos”.

Juliana Mociulsky, jefa de Nutrición del ICBA, destaca la relevancia del estudio, aunque se pregunta por algunos datos: “El máximo de mortalidad se asoció con quienes tenían el 77% de su ingesta calórica a base de hidratos de carbono y no es fácil seguir una dieta tan alta de esos nutrientes. Además, las guías actuales sugieren un máximo de 55% de carbohidra­tos e indican evitar un consumo tan alto a base de pastas y, sobre todo, de azúcar refinada”. Todo indica que allí hay una causa en la suba de mortalidad, especialme­nte en las poblacione­s de menor PBI, porque su alimentaci­ón suele ser alta en sodio, aceites de mala calidad y bajo aporte proteico. Según Gustavo Cerezo, jefe del Servicio de Epidemiolo­gía y Prevención Cardiovasc­ular del ICBA, “hacer este tipo de estudios que analizan las costumbres alimentari­as de muchos países y las correlacio­nan con mortalidad es muy importante. Y habría que replicarlo­s en cada región del país.

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