Un mayor espacio para las energías renovables
Con un cada vez más creciente número de alumnos y graduados, desde las ingenierías se busca potenciar las carreras que fomentan el estudio de recursos naturales para mejorar su utilización.
Si bien se dice que hacen falta ingenieros, esta carrera, al igual que muchas otras, tiene que ser acompañada y motivada desde la casa, desde otros niveles educativos y desde el Estado. Así lo sostiene el decano de la Universidad Tecnológica Nacional Regional Buenos Aires (UTN FRBA), Guillermo Oliveto. “Es necesario un cambio cultural. Desde la primaria ya hay que trabajar y despertar la vocación científica”. Uno de los aspectos que hacen posible el trabajo en equipo y de manera complementaria entre las diferentes ingenierías es el objetivo de potenciar la conciencia sustentable donde cada especialidad aporta sus conocimientos para aprovechar los recursos de nuestro país.
—¿Hay pocos ingenieros?
—Nosotros tenemos una buena producción de ingenieros, aunque se buscaba duplicar la cantidad de graduados. Actualmente, según las cifras de 2015, en la UTN regional Buenos Aires estábamos en 600 jóvenes graduados y en 2016 crecimos a 650. En todo el país se deben estar graduando unos 6 mil a 6.500 ingenieros al año. Obviamente, cuando hablamos en comparación con otros países estamos bajos en la graduación de ingenieros. Nosotros lo que vemos es que la gente que se gradúa tiene empleo, sobre todo en ingeniería textil, eléctrica y sistemas, que los toman antes de que se reciban. El tema es que si se necesitan más ingenieros eso también depende de la formación que viene del secundario. Hay una brecha entre cómo egresa el chico de la escuela y cuál es la necesidad mínima para ingresar a la carrera. Hay un problema con la escasa formación en ciencias duras que trae de la escuela media y también con la caída de la cultura del esfuerzo. Este concepto de que cuando se quería ingresar a la universidad había que prepararse desde un año antes, buscar el material, etc., es cada vez es más complejo.
—¿Qué carreras han crecido en su matrícula?
—Las ingenierías con más marketing, como sistemas, electrónica, industrial, han crecido mucho, al igual que ingeniería civil. En nuestra universidad casi la mitad de los chicos vienen a estudiar sistemas. Esta es una carrera de mucha difusión lo que ayuda a que tenga mucha adhesión
entre los jóvenes, sin embargo hay un abanico de ingenierías con demanda insatisfecha y, por ejemplo, en las bolsas de trabajo con las que contamos nos cuesta mucho responder a un pedido de un ingeniero naval o uno eléctrico. Repito, hay un nicho de oportunidades en ingenierías que no tienen tanta difusión pero que luego garantizan un trabajo antes de graduarse como la textil, eléctrica y química.
—¿Cuál es el lugar de las energías renovables en las ingenierías?
—Es creciente. Hay proyectos de energías renovables en las distintas especialidades de las facultades de Ingeniería. Es difícil encontrar que no tengan paneles solares o alguna instancia de energía renovable. Eso hace crecer mucho la masa crítica de gente capacitada en este tipo de energías. Es la gran apuesta al futuro, y va en coincidencia con la inversión que se está produciendo, sobre todo en el sur del país con la energía eólica y en el norte solar. Ahí entra nuestro proyecto, que tiene una lógica interesante en un litoral marítimo gigantesco como tiene la Argentina con poco aprovechamiento (ver recuadro). El tema de la conciencia ecológica depende de los costos. Cuando la Argentina incursionó en el gas natural comprimido uno lo podía mirar desde el punto de vista ecológico, pero en general se lo veía desde lo barato que era llenar un tanque. Lo que hay que hacer es darle sustentabilidad a un proyecto. Con las tarifas eléctricas subsidiadas era difícil decirle a un vecino que pusiera paneles solares porque tiene un costo y la amortización es muy lenta. En cambio hoy se hace cada vez más razonable invertir en una parte de lo que yo consumo de energía, obtenerlo de una manera alternativa. Hoy las energías renovables tienen sus legislaciones y se discute el tema. Esto hace a la cultura de un país.
—¿De ahí la importancia de que la universidad apoye este tipo de iniciativas?
—Absolutamente. Todo tiene que ver con un modelo cultural diferente: que se deje de depender de combustibles fósiles, de los sistemas tradiciones de energía –al margen de abaratar costos a largo plazo–; la energía limpia es más barata que la contaminante. Además de eso implica una lógica de pensamiento diferente. Hay una relación directa. Uno puede pensar la energía en términos de generación del rol del Estado e instalar parques eólicos, pero hay un modelo complementario que es la gente generando energía en su casa, instalando paneles solares; eso va democratizando el uso de la energía.
Desde la primaria ya hay que trabajar y despertar la vocación científica