Dibujar con palabras, crear un mundo
La vigésima quinta edición del Festival Internacional de Poesía de Rosar io ( F IPR) se celebró entre los días 18 y 24 de septiembre. Organizada por el Centro Cultural Parque de España, la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario y el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe, bajo la coordinación de Daniel García Helder y un impecable equipo de trabajo y producción.
Este año asistieron al Festival cuarenta invitados de Argentina, Alemania, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, China, España, Estados Unidos, Inglaterra, Italia, México, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico y Uruguay.
La ciudad de Rosario puso a disposición de los poetas lugares emblemáticos como el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, la Plataforma Lavardén y el Centro Cultural Parque de España, a los que se sumaron actividades especiales en bibliotecas, establecimientos educativos, asociaciones culturales, bares e institutos penales.
Más de cien editoriales de poesía del país fueron seleccionadas para participar de una feria que funcionó en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa y que, durante el día domingo, se trasladó a orillas del Paraná, sobre una de las veredas del monumental Parque España.
La novedad de este año estuvo representada por una convocatoria a la Primera Residencia FIPR, para poetas de entre 18 y 30 años de Argentina, Paraguay, Brasil, Chile y Uruguay. Veinte poetas participaron de esta experiencia, donde dictaron talleres experimentados escritores como Beatriz Vignoli, Cecilia Pavón y Sebastián Bianchi.
Los días de Festival fueron muy activos y vertiginosos; entre lecturas, mesas redondas, charlas, ajetreadas trasnoches y espectáculos teatrales y musicales, no hubo respiro. Los participantes concordaron en que se sintieron dentro de “un clima olímpico” por la intensidad de la programación pero, lejos de aflojar antes de la llegada, siempre se los veía con el mejor ánimo, satisfechos y felices. Las sonrisas y los abrazos estaban a la orden del día, aunque en la confusión de las lenguas a veces se recurriera a pulgares en alto o al sincero brillo de una mirada. Para confraternizar, fue más que propicio el Oui Bar, ubicado en el cruce de las calles Mendoza y Sarmiento, una especie de pub cervecero donde se celebraron las veladas poéticas de trasnoche: allí se mezclaron poetas consagrados con los jóvenes residentes: entre todos tejieron una plegaria infinita.
Cada lectura agregaba pisos a una torre de Babel hecha de lenguas de los más diversos orígenes. La poesía sirvió como puente para unir culturas y continentes que en la geopolítica suelen encontrarse más que distantes. El poeta chino Xi Chuan (seudónimo de Liu Jun) fue uno de los más celebrados, no sólo por el exotismo de su idioma y su hipnótica presencia, sino por unos epigramas filosos y certeros, llenos de una fresca ironía, que pudimos escuchar en español, gracias a traducciones de Miguel Angel Petrecca en la voz de Santiago Venturini: “Los mosquitos, junto con las sanguijuelas y los vampiros, pertenecen a una misma clase; a ésta pueden agregarse los burócratas, los terratenientes y los capitalistas”.
También la inglesa Caroline Bird se impuso cada vez que se subió a un escenario; la británica, oriunda de Leeds, fue una rubia avalancha recitando sin papel, y con una voz estridente y bajofondera dejó en silencio a los oyentes que se dejaban golpear por esas palabras que salían de su boca como misiles. La canadiense Ashley Obscura provocó más de un suspiro cuando leyó sus poemas balanceándose como en un vals.
Los poetas argentinos tam- bién brillaron, mostrando representantes de varias provincias del país, lo que sirvió para poner en evidencia la diversidad poética y el entrecruzamiento de tradiciones. El concordiense Juan Meneguín leyó a modo de homenaje el mismo poema que había leído en la primera edición del Festival, en un lejano 1992. El entrerriano Diego Vdovichenko y el porteño Rodolfo Edwards compartieron lecturas y charlas con internos del Instituto de Recuperación del Adolescente y de la Unidad Penitenciaria N° 3. El bahiense Sergio Raimondi dictó una apasionada clase magistral sobre la poesía norteamericana del siglo XX, en la Facultad de Humanidades y Artes
La brasileña Alice Ruiz hizo la última lectura del Festival con una gracia y una elegancia herederas de la rica tradición poética de su país: “Hay palabras/que tenemos/y que a la hora de la verdad/faltan”.
La buena gastronomía rosarina merece un capítulo aparte: los poetas compartieron almuerzos y cenas en lugares clásicos como el Bar El Cairo y Bajada España, un encantador restaurante besado por las olas del río Paraná, donde se sirvieron sabrosos platos como boga a la parrilla.
El domingo, Daniel Melero cerró el Festival en Parque España, recorriendo sus hits.
Después de los intensos y ajetreados días del Festival, la sensación que quedó flotando en el aire es que la poesía como género está más viva que nunca, convocando todo tipo de estéticas, lejos de cualquier hegemonía. La poesía alcanza para todos.