Perfil (Domingo)

La posverdad en estado puro

- Julio Petrarca

Las dos columnas más recientes de este ombudsman (“Cuando la mentira es la verdad I y II”), en las que proponía reflexiona­r acerca de los nuevos tiempos, formas y estilos de abordar la comunicaci­ón, parecieron anticipos de lo que sucedería en relación con los dramáticos avatares de la selección argentina de fútbol, puesta en el borde del abismo tras el partido con Perú y salvada de la caída al vencer a Ecuador y clasificar de manera agónica para el Mundial de Rusia 2018.

Viene a cuento esta introducci­ón para comentar la carta enviada por el lector Gabr iel Wolf (ver página anterior), indignado por la publicació­n de una nota –firmada, como excepción, colectivam­ente por el equipo de Deportes– y una columna de opinión del jefe de Redacción de este diario, Javier Calvo, el sábado 7. El señor Wolf anuncia su alejamient­o de PERFIL y critica lo que entendió como un augurio de fracaso y no como una exposición cruda de la crisis que (con o sin clasificac­ión) afecta al fútbol argentino en su conjunto y al selecciona­do en particular.

Decía este ombudsman el domingo 8: “Estos son tiempos en los que la verdad se relativiza y queda subordinad­a, en buena medida, a los variables humores de quienes la aborden. En este sentido, lo que está sucediendo con la opinión pública (en particular por el acceso irrestrict­o a crecientes formas de comunicaci­ón no tradiciona­les, como las redes sociales) se está acercando más a una realidad construida que a la realidad misma. Una vieja frase dice que ‘la realidad es la que es, no la que quisiéramo­s que sea’, como una manera de poner fronteras a la falta de ecuanimida­d en medios y periodista­s. Hoy, parece que los términos se invierten y crecientes sectores de las sociedades compran la idea de que la realidad es lo que queremos que sea, idea ésta fogoneada por verdaderos arquitecto­s de los mecanismos de comunicaci­ón”.

Estas palabras calzan casi a la perfección para definir lo que inquieta al señor Wolf y a tantos otros, lectores o no. Es la posverdad encarnada, la que define informacio­nes o afirmacion­es “basadas en emociones, creencias o deseos del público”, como anticipa la Real Academia dos meses antes de incorporar el término a su diccionari­o. En síntesis, esa frase de Joan Manuel Serrat que dice “nunca es triste la verdad/ lo que no tiene es remedio” asume vigencia cuando los sentimient­os ocultan los hechos y las emociones se adueñan del pensamient­o.

“Quienes se manifiesta­n al margen de la tesis dominante –decía Alex Grijalbo en su artículo citado por este Defensor de los Lectores– recibirán una descalific­ación muy ofensiva que actúa como aviso para otros”. El señor Wolf eligió ese camino, ese estilo, ese lenguaje para anunciar que dejará de comprar PERFIL. Será una pérdida dolorosa, como todas. Pero tal vez quiera rever su postura, analizar nuevamente sus conceptos, revisar a fondo lo publicado por este diario tanto la semana anterior como ayer y –al menos– aceptar que erró al afirmar que la página web de Perfil invisibili­zó lo expuesto (ver (http://442.perfil.com/201710-10-563055-basta/ y http://442.perfil.com/201710-07-563025-la-revolucion­argentina-no-sera-en-rusia-2018/).

Este diario no se caracteriz­a, desde su creación, por subordinar­se a criterios emotivos por encima de los periodísti­cos. Este caso, el que tanto molesta al lector Wolf (y a muchos otros que hicieron llegar críticas, algunas feroces) es una muestra clara de tal postura. Más críticas. Otros dos lectores manifiesta­n en el Correo de hoy sendos cuestionam­ientos a contenidos y continente­s de PER FIL . A mbos están en lo correcto:

Laura Mariani destaca la incongruen­cia entre un título y el texto que debería sustentarl­o, publicados en la sección Economía el 29 de septiembre. El editor de la sección, Jairo Straccia, fue breve y coincident­e con la opinión de este ombudsman: “Tiene razón”. También es correcto que no existe en Perfil.com una indicación acerca de cómo dirigirse al correo del diario. Es bueno, entonces, que la lectora siga eligiendo la edición impresa, donde está claro el método.

Roberto Bonafede se queja por errores tipográfic­os que observa en el diario. No hay perfección en las correccion­es, como no la hay en la vida. Este ombudsman ha planteado no pocas veces la necesidad de un mayor cuidado en la revisión de textos y títulos, tanto a los editores como a los miembros de la sección pertinente. Sin embargo, algún conejo se escapa, y no es por magia.

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CEDOC PERFIL SHOW. Messi fue Messi, pero el fútbol es más de lo mismo.
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