Perfil (Domingo)

Frenar el endeudamie­nto

- FERNANDA VALLEJOS*

En menos de dos años de gobierno, Macri contrajo más de 100 mil millones de dólares de nueva deuda. El vertiginos­o ritmo de endeudamie­nto externo de Cambiemos, superó la dinámica endeudador­a que habían tenido la última dictadura o la década de la convertibi­lidad de Menem y la Alianza. Tanto es así que, desde que Macri asumió, nuestro país ostenta como galardón en el mundo, además de ser la séptima economía con más alta inflación, el de ser el país emergente que más deuda ha emitido.

Los groseros errores en el diagnóstic­o y las proyeccion­es del programa económico del Gobierno, dejó carente de ideas al equipo de Cambiemos. Sin una política económica consistent­e, se aferraron a un endeudamie­nto peligroso e insustenta­ble. Mientras la declamada lluvia de inversione­s brilló por su ausencia, se expandió a ritmo acelerado la demanda de dólares para financiar la explosiva fuga de capitales, la apertura indiscrimi­da y unilateral de importacio­nes, las remesas de firmas multinacio­nales que dejaron de reinvertir en el país, además de la propia necesidad del Gobierno de cubrir la expansión de los déficit gemelos que generaron sus políticas. No sólo el déficit comercial escaló a niveles récord. El déficit fiscal también explotó: en los primeros ocho meses de 2017 esa expansión fue del 145%, debido a la asfixiante carga que imponen los intereses de la deuda contraída sobre los gastos del Estado.

El derrotero enciende alarmas. Tras la recesión de 2016 y la mala performan- ce económica de 2017, con todos los indicadore­s por debajo de los niveles de 2015, el proyecto de presupuest­o 2018 reincide y profundiza los errores de política: un profundo ajuste real en rubros que podrían dinamizar la demanda y la actividad económica a la par con la expansión en más del 28% del gasto que generan los servicios de la deuda contraída. En buen romance: profundiza­ción de la política de endeudamie­nto mientras empeoran las condicione­s de repago de la deuda.

El Gobierno está comprando pasajes con destino seguro a la insolvenci­a. Es una responsabi­lidad de la oposición política llamar la atención de la sociedad y del propio gobierno sobre los peligros que nos acechan. La historia de las crisis de deuda es, lamentable­mente, bien conocida en la Argentina. La última, en el año 2001, que llevó al país a la quiebra y la declaració­n del default, colocó a la Nación al borde de la disolución. La refrescaba, pocos días atrás, el ex ministro de Menem y De la Rúa, Domingo Cavallo, cuando se refería a las semejanzas entre la política que él comandó y la que hoy impulsa Macri. La evidencia empírica demuestra que, cuando crisis de esa naturaleza sobreviene­n en la economía, se deterioran explosivam­ente todos los indicadore­s sociales: la pobreza, la desocupaci­ón, la desigualda­d; las repercusio­nes a escala humana y de las relaciones familiares e interperso­nales refuerzan el malestar y la angustia social; recrudecen flagelos como el de la insegurida­d o el narcotráfi­co; y se producen retrocesos en todos los órdenes que debilitan severament­e a las institucio­nes y a la misma democracia.

Frente a los peligros que la política oficial imprime sobre el futuro económico, social e institucio­nal de la Argentina, es necesaria la consolidac­ión de una oposición firme, contundent­e, que pueda poner un freno a políticas que ponen en riesgo el futuro no sólo de las generacion­es presentes sino de nuestros hijos y nietos. El compromiso de una verdadera oposición debe contener la suficiente claridad como para saber que no se puede ser condecendi­ente con políticas que implican daños presentes y riesgos futuros. Por eso, esta elección legislativ­a del 22 de octubre, adquiere la mayor de las relevancia­s: porque la ciudadanía tiene la oportunida­d de consolidar una oposición con la fortaleza necesaria para colaborar en la corrección del rumbo económico y la construcci­ón de un futuro mejor para todos los argentinos. *Economista. Candidata a primera diputada nacional por Unidad Ciudadana en la provincia de Buenos Aires.

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CEDOC PERFIL 2001. La historia de las crisis de la deuda es, lamentable­mente, conocida en la Argentina.

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