El Día de la Lealtad de un movimiento con siete vidas
Con una iconografía similar a lo largo de las décadas, el valor simbólico de la evocación principal del justicialismo cambió con los años, desde las “patas en la fuente” hasta nuestros días.
Sin la intensidad de otros tiempos, el 17 de octubre de 1945 sigue siendo una fecha de referencia ineludible para la historia política nacional, motivo de recordación, reflexiones y debate.
Cuenta la leyenda que ese miércoles 17 de octubre de 1945, la presencia incontenible de la gente en las calles y la concentración popular en la Plaza de Mayo forzaron la liberación del coronel Juan Domingo Perón, hasta pocos días antes “hombre fuerte” de la dictadura nacionalista instaurada en 1943, que se encontraba detenido en Martín García, y lo consagraron esa misma noche como líder de un movimiento en defensa de las conquistas laborales que éste había promovido desde el gobierno. Para unos, lo sucedido fue una verdadera irrupción popular espontánea. Para otros, resultó determinante la planificación de sectores gremiales en colusión con funcionarios y autoridades.
Lo cierto es que el proceso histórico que alumbró en aquella fecha marcó en profundidad la propia reconstrucción de los hechos, considerados una matriz de la identidad política naciente al calor del liderazgo de Juan Perón. Convertido, con el paso del tiempo, en un verdadero ritual de congregación para el peronismo y fecha de conmemoración oficial –bautizada como “Día de la Lealtad”– durante casi una década, símbolo de la resistencia en los siguiente 17 años de proscripción; evocación alusiva de encuentros y desencuentros –entre peronistas y antiperonistas, y al interior del peronismo, entre “leales” y “traidores”–, factor aglutinante, escudo protector o reivindicativo y contestatario frente a dictaduras y represiones, incorporado, a partir de 1983, a las evocaciones político-sindicales del justicialismo así como también en su carácter de acontecimiento político, social y cultural, el 17 de octubre remite a todas esas significaciones. El ritual evocativo atravesó, además, el giro neoliberal del peronismo con Carlos Menem, en la última década del siglo XX y luego, a lo largo de la primera década y media del siglo XXI, aquella que se delimita en la línea de tiempo que va de la crisis del 2001 y la llegada al gobierno de Néstor Kirchner en 2003, su mandato y las dos presidencias de Cristina Kirchner hasta diciembre de 2015. Desde entonces, se levanta como referencia de un peronismo fragmentado, en busca de su destino. Imaginario simbólico. La historia y el sentido del 17 de octubre fueron “reinventados” a lo largo del tiempo. En esa fecha se reeditarán una y otra vez el momento fundacional de la irrupción popular en la Plaza, los planteos antagónicos “pueblo-oligarquía”, la comunión del líder con las masas, el pasaje de la manifestación espontánea y opositora a un régimen antipopular al de jornada de ratificación plebiscitaria de la lealtad y respaldo a Perón y sus realizaciones.
Los primeros diez años de construcción “oficial” del 17, entre 1946 y 1955, se pueden dividir en tres etapas. Una inicial, hasta 1948, en la que se dirimen los significados del acontecimiento. La disputa por la apropiación de la fecha se centrará en quiénes eran los principales y genuinos protagonistas y destinatarios de la recordación: ¿los trabajadores?, ¿el nuevo movimiento? ¿Perón? En octubre del 46 se aprueba en el Congreso la declaración del 17 como feriado nacional. El “Día del Pueblo” tiene ya el estatus oficial de “Día de la Lealtad”, elevado al rango de fecha patria.
Entre 1948 y 1950 se produce la institucionalización del aparato simbólico y el 17 de octubre ocupa su lugar como hito fundacional. A partir de entonces se abre una etapa de cristalización de rituales partidarios. La figura de Perón pasa a tener un lugar central y se enaltece la imagen de Evita. El carácter conmemorativo de la celebración pasó a un segundo plano y el objetivo de ésta pasó a ser el de reafirmar su devoción por el líder y recrear los fundamentos del régimen.
El acto del 17 en 1950, el “Año del Libertador General San Martín”, será una enorme demostración de poder en la que Perón se refiere a la doctrina del justicialismo (las 20 verdades peronistas) y sostiene que “si aún hay opositores es porque todavía hay brutos que no nos entienden”. La CGT, bajo la conducción de José Espejo, inauguró su edificio y modificó sus estatutos convirtiéndose en una rama del Partido Peronista. El culto a Perón y Evita alcanza rasgos más pronunciados. En el 53, la CGT, conducida ahora por Eduardo Vuletich, le otorga a Perón la misma distinción que le fuera entregada a su extinta segunda esposa: la “medalla de reconocimiento de los trabajadores”. Un año más tarde, en un contexto de descontento y enfrentamientos del gobierno con la jerarquía eclesiástica, sectores castrenses y la oposición, el acto del 17 de octubre tiene un carácter formal y solemne, presagiando la tormenta. En el 55, la fecha