Perfil (Domingo)

Super-Macri y cómo ascender equivocánd­ose

- JORGE FONTEVECCH­IA

Viene de ayer: “La rueda del tiempo (I)”. “Mini-Cristina y el retraso de la conciencia”. e.perfil.com/mini-cristina Hace cien días Macri estaba por quedar afuera del Mundial de la política y ahora ganó su pase a la final. Como en el último partido de la Selección, pasar de haber podido perder por seis puntos en agosto a ganar por tres, o lo que resulte, en octubre cambia todo el escenario. ¿Tanto mejoró la economía en estos cien días o lo que mejoró fue la necesidad de verla mejor?

En la eterna rueda del tiempo los presidente­s, Macri o Cristina Kirchner, son actores que también deben entretener. A diferencia de los animales, los seres humanos podemos aburrirnos. Schopenhau­er decía que lo divertido hace pasar el tiempo rápido y lo aburrido, lento: en alemán aburrimien­to ( langeweile) significa literalmen­te “rato largo”. Cristina Kirchner aburrió y su discurso envejeció. Schopenhau­er asociaba la predisposi­ción al aburrimien­to con la edad: en la juventud, una actitud más receptiva se estimulaba más fácilmente con la novedad, haciendo al mundo lleno de posibles nuevas impresione­s y cada día denso, sin aburrimien­to. Lo contrario en la vejez.

El aburrimien­to se relaciona con el vacío, con la sensación de que no pasa nada o que lo único que pasa es el tiempo. Cristina Kirchner, como una cantante de un género fuera de moda, aburre por repetida. La música de Macri no atrae porque sea mejor sino porque, por lo menos, es diferente, hasta que por fuerza de la repetición, en dos o seis años, aburra. Y la rueda del tiempo vuelva a girar.

Bosteza el tiempo en el aburrimien­to que para Kierkegaar­d era “la raíz de todo mal”. Lo mismo pensaba Pascal, para quien las desdichas humanas son en parte resultado del aburrimien­to. En la Edad Media, el aburrimien­to era un pecado atribuido a la falta de fe en Dios y al vacío interior que generaba. En la sociedad posmoderna, donde ya hace tiempo “Dios ha muerto”, el aburrimien­to es otra forma de pecado mortal masificado.

Todav ía en el siglo XVIII Montesquie­u escribía que sólo l os ricos sufren “el azote del aburrimien­to” y Rousseau, que la gente normal no padecía ese “gran flagelo de los ricos” –el aburrimien­to– gracias a la vida activa que le demanda ganar su pan cada día. Pero en el siglo XXI, y desde fines del pasado, es la gran mayoría de la población –que ya no tiene que trabajar 14 horas diarias siete días a la semana– la que precisa del entretenim­iento de una sociedad del espectácul­o.

El horror vacui aparece cuando la repetición hace sentir que nada sucede, que el tiempo no quiere pasar, sujetando al sujeto. Y es justo en ese momento de mayor parálisis cuando las fuerzas del hartazgo impulsan la vuelta de la rueda del tiempo para volver a crear ilusión. Aunque sea con un discurso viejo renovado, porque el inmovilism­o angustia. Finalmente, ¿no fue el Renacimien­to un regreso a los orígenes?

Aun contándole­s el final de 2001, ¿no hubieran votado igual por diez años de “uno a uno” muchos argentinos en 1991? Por eso no prende el discurso opositor advirtiend­o que el endeudamie­nto de Macri terminará mal algún día. Desde el monotribut­ista hasta los empresario­s en IDEA podrían estar pensado: “Ya habrá tiempo, si esto dura seis años, para encontrar una salida, pero ahora tratemos de aprovechar lo que se pueda”.

Emplazada por el aburrimien­to, la persona introduce el comienzo en sí mismo y suma su deseo a un tiempo donde el espíritu humano se da confianza y ánimo. El Super-Macri es producto del aburrimien­to de Cristina K irchner, un gobierno que, sumado al de su marido, ya había concluido su aporte en 2011.

Pero el error también puede ser creación en la política además de en la naturaleza: para Charles Darwin, la amplitud de las variacione­s dentro de las especies era causada por mutaciones deficiente­s en la transmisió­n de la informació­n hereditari­a, luego se conserva la que más se adapta en la lucha por la superviven­cia, y así la naturaleza asciende equivocánd­ose. Sin el exceso de Cristina Kirchner nunca hubiera sido posible Macri. Y de los errores de Macri surgirá el nuevo cambio, cuando su ciclo se haya agotado.

Por eso el Super-Macri actual no debería olvidar nunca el carácter irreversib­le de la flecha del tiempo y ser consciente de su propia caducidad. No dejarse arrastrar por esos momentos de gloria del instante mágico donde la persona parece elevarse por sobre el tiempo y cae en la tentación de la eternidad. Esos momentos de sentimient­o

Rebelándos­e contra el tiempo como algo absoluto, todos los presidente­s niegan su obsolescen­cia La historia es una máquina a la que seguirle su compás. Se queda afuera como quien pierde un tren

exaltado, como en la plenitud del enamoramie­nto, donde todo se hace infinito, es cuando en la punta de un instante se balancea la eternidad. Como escribió Ludwig Wittgenste­in, “si por eternidad no se entiende una duración infinita del tiempo, sino una atemporali­dad, entonces vive eternament­e el que vive en el presente”.

La mortalidad sigue siendo un escándalo y cada ser vivo lucha contra su final, los presidente­s no son en eso una excepción, pero en su lucha arrastran a muchos. Hoy se defiende contra su finitud Cristina Kirchner, ayer se defendiero­n Menem y Duhalde, mañana se defenderá Macri.

Así como a Julio César lo acompañaba siempre un senador romano cuya función era repetirle sin parar “César, no olvides que eres mortal”, este Super-Macri enfrenta ahora el síndrome del t iempo i n f i n ito. Puede ser más letal que la oposición. Halit ‘El Sultán’ Ergenç - Lionel Messi

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CEDOC PERFIL del devenir, Cristina Kirchner y Mauricio Macri.
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SALVADORES. La tira le permite pelear el rating a Telefe. El 10 lleva al Mundial a la Selección.

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