EL MENSAJERO
Celebro la excelente nota de Silvina L. Márquez respecto del documental El mensajero, del australianoneozelandés Jayson McNamara, sobre Robert Cox y el Buenos Aires Herald durante la última dictadura (PERFIL, sábado 14). Lo original y loable de la película es que “muestra las contradicciones de Robert” ante la dictadura militar: primero celebra su llegada pero, al percatarse de las detenciones-desapariciones, comienza a denunciarlas. Porque también es cierto “que el tema de la dictadura en Argentina se ha reducido a héroes y villanos”. ¿Acaso no tiene razón Jayson cuando afirma que “la mayoría de la sociedad apoyó el golpe”? Robert Cox tuvo que exiliarse con su esposa y cinco hijos por publicar lo que la dictadura intentaba ocultar. Aplaudo que tenga este reconocimiento en vida a su inclaudicable defensa de los derechos humanos. Ildefonso Miguel Thomsen imthomsen50@gmail.com bajaron de los barcos, ellos tendrían que hacer lo mismo, pero en este caso bajarse del avión, deberían acordarse que sus antepasados vinieron desesperados, para empezar una vida nueva, y que fueron muy bien recibidos. Y a algunos les fue muy bien. Entonces digo, volviendo a mi sometimiento a la jubilación, después de haber aportado, como también millones de ciudadanos, y creyendo en nuestro país no nos fuimos del mismo. Nadie se acuerda de nosotros y el desastre de nuestra jubilación, por la cual deberíamos llamarla un desastre de lesa humanidad. Tomando el ejemplo de los viejos jubilados, y de su santa paciencia colectiva, en la creencia de que el Congreso Nacional sacará las leyes que tiene encajonadas, para dignificarnos y otorgarnos lo que nos corresponde constitucionalmente. Especialmente la Anses, organismo éste que tendría que estar al servicio de los jubilados y no del gobierno de turno, como está. La tercera edad debe ser una manera de encarar la vida, mejorándola, debemos luchar por mejores políticas para lograr obtener mejores beneficios jubilatorios merecidos, y que nos corresponden por ley. Por último, quisiera destacarles que, si bien es cierto que aporté cuarenta años a la caja jubilatoria, para jubilarme utilizaron mis últimos diez años de aportes, perdiéndose los otros treinta años, que también aporté y que nadie me da una explicación debida de este atropello y estafa. Obviamente, como también lo hicieron millones de jubilados. Porque soy de aquellos jubilados que, cuando trabajaban, aportaron gran parte de la misma en lo que se denominaba, en aquel entonces, jubilación privada, desapareciendo los aportes efectuados durante años, otra tremenda estafa a los jubilados. Digo yo, la única actitud coherente que le veo a este gobierno es que coincide con los dichos y actitudes del gobierno anterior, es decir pretender que pase el tiempo y que los jubilados nos vayamos muriendo y así lograr sanear las cajas jubilatorias. Piensen y razonen, quién puede vivir, en Argentina, ganando $ 7.200 mensuales, como ganamos nosotros: nadie. Armando Torres Arrabal arjt@hotmail.com