De lo real a lo ficcional
El adversario/Una novela rusa/ De vidas ajenas
Autor: Emmanuel Carrère Género: Novela Otras obras del autor: El Reino, Limónov, Bravura, Una semana en la nieve, El bigote, Editorial: Anagrama, $ 695 Traductor: Jaime Zulaika Un volumen que compendia tres novelas del mismo autor impone un ejercicio inusual: leer esos textos como parte de una obra en curso, centrarse en señales que delatan el progreso de un proyecto narrativo, la persecución de una voz, de un registro y un tono. Por estrategia editorial, o por azar, abre el libro
El adversario y lo cierra De vidas ajenas, en tanto Una novela rusa promedia la rareza de esta colección que usurpa la metodología de un libro de cuentos, la sucesión, la suma de partes, la unidad temática o meramente estilística.
Emanuel Carrère es uno de los grandes escritores franceses contemporáneos. Su literatura, mayormente de no ficción, tributa a las buenas artes y acierta en la elección y tratamiento de acontecimientos propios o extraños. Toma circunstancias verídicas, a veces personales, experiencias de lectura o de vida, y entonces produce una prosa a la par ligera y profunda y se despega de la realidad que operó como disparador del hecho que lo tuvo como testigo o protagonista, desplegando infinidad de recursos que dispone con maestría. Se sirve de la materia que para cualquier otro escritor podría ser no más que una noticia en el diario de la mañana.
En El adversario, que refiere la vida de Jean-Claude Romand, un psicópata, un falso médico que da muerte a su esposa, a sus pequeños hijos, a su madre y su padre e incendia su casa, todo en el lapso de unas horas, no se puede dejar de percibir el afán de Carrère por ahondar en la condición humana, en el alma del hombre, dejando así al descubierto su propia condición de católico o ex católico, del hombre de fe que es o fue, de creyente. A pocas páginas del comienzo describe la estirpe de la que proviene Romand: una familia del Jura, establecidos desde hace varias generaciones en la villa de Clairvaux-les-Lacs o en pueblos vecinos, trabajan de firme, son temerosos de Dios y su palabra equivale a un contrato. Aunque no lo sea, adelanta un tratamiento diría “piadoso” del asunto. Durante el tiempo que le demandó escribirla, Carrère mantuvo correspondencia con Romand, asistió al proceso, lo visitó en la cárcel, reunión actuaciones judiciales. Sin embargo, hacia el final de la novela, se pregunta si cuando Romand cree estar redimiéndose con su sufrimiento de la atrocidad de sus actos, purgando sus pecados, no es el adversario quien lo engaña. Escribir la historia de Romand, continúa, sólo podía ser un crimen o una plegaria.
En Una novela rusa, el autor da cuenta de su pesquisa refiriendo lo que pretende contar, un viaje al pasado familiar, a su pasado, una indagación de su linaje en el intento de probar si uno de sus abuelos fue ejecutado por haber colaborado con los nazis. Despliega variaciones que rodean ese núcleo de sospecha que pesa sobre la familia y sobre sí mismo.
Por fin, De vidas ajenas comienza con la serena descripción de unas vacaciones familiares, unas inocentes vacaciones en las paradisíacas playas de Sri Lanka y el fatídico día del año 2004 en que un increíble tsunami con epicentro en la costa indonesia arrasa con la vida de alrededor de trescientas mil
Carrère toma circunstancias verídicas, a veces personales, experiencias de lectura o de vida, y entonces se despega de la realidad que operó como disparador del hecho.
personas. Unas páginas después, el relato se sumerge en la oscuridad de una historia en paralelo, no menos desgarradora: la muerte de la joven hermana de la mujer de Carrère, esposa y madre de tres pequeñas niñas, víctima de un cáncer. Miles de vidas segadas en un instante por fuerza de la naturaleza y una única y valiosa vida que pudo ser larga y dichosa cercenada vaya a saber por qué fuerza. ¿Cuál es, finalmente, la diferencia, entre la súbita muerte casi inadvertida de tantos, y el consciente y lentísimo tránsito final que conlleva martirio, miedo, tristeza, desolación para una joven y quienes la aman? La tragedia requiere sólo de existencia. Es lo que leemos subyugados por la extraordinaria potencia creativa de Emmanuel Carrère.