Perfil (Domingo)

Give me five y meditación

El resultado electoral se mezcló esta semana con los problemas de De Vido y Ari Paluch. El caso Maldonado sigue en tinieblas.

- PABLO MARCHETTI

Entro a la productora y veo globos de colores por todos lados. Hay varios parlantes y suenan Tan Biónica y Gilda a todo volumen. Entro a mi oficina y están Carla, mi asesora de imagen, y Moira, mi secretaria, bailando sobre mi escritorio, clavando los tacos sobre el vidrio que está sobre las fotos que me saqué junto a las más destacadas personalid­ades de la política y el periodismo: el presidente brasileño, Michel Temer; el ex presidente ecuatorian­o Abdalah Bucaram; el Mago sin Dientes; el ex ministro Julio De Vido y el periodista Ari Paluch.

—¡Ojo, que me van a romper las fotos! –grito, en medio del ruido, pero no me hacen caso, siguen bailando. —¡Bajen de ahí! –insisto. —Vení, sumate al cambio –me grita Moira.

—¡Sí, se puede! –me grita Carla, mientras me ofrece un globo con la cara de Jaime Duran Barba.

Como no me dan bola, voy y desconecto la música.

—¡Basta! –grito por fin–. Entiendo que quieran festejar, pero tengo que escribir mi columna política para PERFIL.

—No entendés nada –se queja Carla mientras baja de mi escritorio –. ¿No te das cuenta? ¡La política hoy pasa por acá!

—¡Somos un equipo! –agrega Moira, exultante–. ¡Militancia, go home!

—¿De verdad se hicieron macristas? –pregunto, bastante desconcert­ado.

—No, macristas no –reconoce Carla–. Pero es hora de adaptarnos a los tiempos que corren. Y creo que vos también deberías actualizar­te un poco.

—¡Pero yo soy un tipo de izquierda! –me quejo.

—Lo que sos es un anacrónico, un tipo vintage –se burla Moira–. Está bien, eso es cool. Hoy ser de izquierda es algo exclusivo y esnob, como escuchar discos de vinilo.

—Igual, te aclaro que no sos muy cool que digamos –agrega Carla–. Vos estás más cerca de Valeria Lynch que de David Lynch.

—¡Sumate al cambio! –exclama Moira y levanta una mano con la palma abierta–. ¡Choque esos cinco!

—¡Give me five! –respondo, levantando yo también la palma de una mano.

Moira y Carla se ponen serias, se miran, me miran, vuelven a mirarse, juntan bronca.

—¡Abusador! –gritan a dúo, finalmente.

—¿Qué dicen? –pregunto, consternad­o–. ¡Yo no hice nada! ¡Sólo quise saludarlas!

— Sí, pero dijiste las pa- labras incorrecta­s –explica Carla–. La del “give me five” fue la excusa que puso Ari Paluch cuando una microfonis­ta lo acusó de haberle tocado el culo.

—Una barbaridad, una excusa berreta para un acto espantoso –dice Moira.

—Coincido –agrego–. ¿Qué necesidad tenía de ser tan cipayo? ¿Para qué el término en inglés? Podría haber usado una excusa más nuestra. Como deci r, por ejemplo, que quiso hacerle “sumbudrule”.

—¡Pero el “sumbudrule” de Carlitos Balá se hacía en la cabeza! –se queja Moira.

—Y el “give me five” es un choque de manos… –digo–. ¿No será que Paluch llegó a eso de tanto meditar? Imaginate: meditás, meditás, meditás y terminás diciéndole a una chica: “Mamita, estoy cargado de combustibl­e espiritual, agarrame el surtidor que te lleno el tanque”.

—¡Basta de hablar de Paluch! –pide Carla.

— ¿Por qué? –pregunto –. ¿No querés que se banalice un abuso?

—No es eso –responde Carla–. Es que no quiero seguir hablando del único tipo de Cambiemos al que le fue mal el fin de semana pasado.

—¿Vos decís que es como hablar del kirchneris­mo y mencionar sólo a De Vido? –pregunto.

—No, porque en el caso de De Vido y el kirchneris­mo tenés el consuelo de pensar: “¿Qué le hace una mancha más al tigre?” –dice Carla.

—¿Por qué lo decís? –pregunta Moira–. ¡Si Cristina dice que es un triunfo poder consolidar­se como la principal referente de la oposición!

—Hay cosas en este país que nunca voy a llegar a entender –arranca Carla–. A Messi le dijeron fracasado porque salió subcampeón del mundo. Y Cristina es la victoriosa líder de la oposición porque perdió en la provincia de Buenos Aires.

—Bueno, perdió con el poder en contra, con un dispositiv­o mediático en contra, con… –amago a decir.

—¡Perdió contra Esteban Bullrich! Que es un Mago sin Dientes con estudios universita­rios completos.

—Es verdad –reconoce Moira–. La Selección al menos perdió contra Alemania, que sí es una potencia mundial. Perder contra Esteban Bullrich es como perder hoy una final del Mundial contra la selección de Cataluña.

—Decí que acá no hay posibilida­des de un movimiento independen­tista –dice Moira.

—Y, no, si la idea no prendió en San Luis, entonces no creo que prenda en ningún lado.

—Una República Kirchneris­ta Independie­nte no estaría mal… –sugiero.

—¿Dónde? –pregunta Carla–. ¿En La Matanza? Está difícil. Habría que ver quién sería el Gerard Piqué.

—¿Darío Grandinett­i? –pregunta Moira–. ¿Tití Fernández?

—Ojo que el Gobierno podría estar de acuerdo con esa idea –agrega Carla.

Moira y yo la miramos asombrados. No podemos creer lo que está diciendo.

—¿Vos estás loca? –pregunto–. ¿Cómo decís que el Gobierno va a apoyar un movimiento independen­tista kirchneris­ta?

—Lo que digo es que el Gobierno va a apoyar cualquier movida que mantenga con vida al kirchneris­mo –dice Carla–. La intención del Gobierno es seguir ganando elecciones. Y la forma más sencilla de hacerlo es con Cristina hablando en los medios y los pibes cantando “vamos a volver”.

—To d o b i e n c o n l a s elecciones, todo bien con todo – digo –. Pero tengo que escribir una columna y me gustaría saber si se va a esclarecer la muerte de Santiago Maldonado durante una represión de Gendarmerí­a ordenada por el jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, sin la orden de un juez. ¿Alguien sabe algo?

—Digamos que hubo un ciclo –explica Carla–. Pasamos del “¿dónde está Santiago Maldonado?” a l “¿qu ién mató a Sa ntiago Maldonado?” Hoy la sociedad se pregunta: “¿Quién era Santiago Maldonado, que no me acuerdo?”.

—Me preocupa un poco el temita de la Justicia –admito.

—Tranquilo, hay que esperar –dice Carla–. Hasta De Vido está esperando tranquilo. Está en la cárcel, pero está aprovechan­do para escribir un libro: “Cómo ser un funcionari­o honesto”.

— ¿Ese tít ulo le puso? –pregunta Moira.

—¡Es un caradura! –agrego, indignado.

—¿Por qué? –dice Carla–. Si Ari Paluch sacó un libro que se llama El combustibl­e espiritual, ¿por qué De Vido no puede sacar uno llamado Cómo ser un funcionari­o honesto?

—Me gustaría leerlo –admito.

—¿Te reservo uno? –pregunta Carla.

— ¿Uno solo? – concluyo–. No, uno solo no: give me five.

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CEDOC PERFIL
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