Ahorro interno y renta financiera
El ministro de Finanzas ha expresado en diversos seminarios la necesidad de recrear un mercado de capitales sólido, y el presidente del BCRA plantea que un mercado financiero competitivo y vigoroso no se construye a base de subsidios.
El punto de partida no es el mejor. La tasa de ahorro rondaría sólo el 13% del producto y la tasa de inversión, el 17%. Este nivel resulta claramente insuficiente para alimentar una senda de crecimiento sostenible.
En este marco, desde la perspectiva del inversor institucional pero también desde la mirada de quien cree que se han abierto espacios de reflexión para debatir y superar entre todos la situación heredada, quisiera compartir algunas ideas con relación a las condiciones necesarias para recrear un mercado de capitales. Aclaro desde ya que la lista seguramente es más extensa.
En pr i mer lugar, es imprescindible tener una macroeconomía estable, con baja inflación, acorde con parámetros internacionales, no con nuestra propia historia. Más allá de ciertas polémicas, el Gobierno está comprometido y activo en esa dirección.
En seg undo luga r, ser ía aconsejable que al ahorrista residente se lo proteja de manera efectiva y consistente a lo largo del tiempo. No con regímenes de garantía de los depósitos o leyes de intangibilidad de los depósitos que una vez declarada una crisis financiera quedan sin efecto. El ahorrista ha sido recurrentemente maltratado. Y si el ahorro fue en moneda doméstica, peor aún. Nada de esto resulta casual cuando los instrumentos de crédito son descalificados por medidas políticas o decisiones judiciales que los convierten en inútiles como garantía de algo. Pasó con el cheque, el pagaré, la prenda, el warrant y en la crisis de 2002 con la hipoteca. No sugiero trasladar el maltrato al deudor, sino simplemente que se cumplan las leyes y respetar al ahorrista para que no termine fugando su capital de cualquier manera.
En tercer lugar, prestaría especial atención a las preferencias de la gente en general y de las generaciones jóvenes en particular, con relación al consumo y al ahorro. El consumo presente es priorizado sobre el consumo diferido. Por múltiples motivos que exceden el alcance de este artículo, se ha extendido en la sociedad, no sólo en la nuestra, la idea del disfr ute inmediato. Como ejemplo bastante elocuente, un portal de turismo propone “viajar es la guita mejor invertida”. Quiero aclarar rápidamente que éste no es un juicio de valor. Las prioridades son diferentes a aquellas que teníamos quienes “peinamos canas”. Lo complejo del caso es que esta tendencia se fortalece al mismo tiempo que la longevidad aumenta. Y que para financiarla es imprescindible mucho más ahorro.
Mi conclusión, por supuesto preliminar y no exenta de cierto sesgo profesional y generacional, es que para reconstruir (si es que alguna vez lo tuvimos en ser io…) un mercado de capitales y limitar la v ulnerabilidad del sector externo, no sólo es necesario defender al ahorrista residente, sino también es necesario establecer un incentivo fiscal al ahorro a largo plazo en moneda doméstica. De ello se derivarían menores tasas y en consecuencia menores pagos de la deuda pública. Estructuralmente, es mucho más redituable que el costo fiscal que pueda representar en la coyuntura.
Por el contrario, asumir que gravar la renta financiera es necesario para reducir el déficit fiscal y omitir que dentro de los déficit “gemelos” está el otro, el del sector externo, o bien gravar la renta financiera porque es políticamente correcto me parece que podría resultar, como mínimo, inoportuno.
Es cierto que en la mayoría de los países desarrollados se grava la renta financiera. Pero no hay inflación. ¿Se podría gravar la renta financiera real deducida la inflación? Sería quizás una opción menos mala pero no olvidemos el efecto que produjo la célebre “tablita de Machinea” sobre la incipiente reactivación de aquella época.
No hay que olvidar el impacto que tuvo la “tablita de Machinea” en plena reactivación
*Gerente general de Binaria Seguros y vicepresidente del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas ( IAEF).