Perfil (Domingo)

El independen­tista que dudaba

- LEANDRO DARIO

Las marchas y contramarc­has de Puigdemont no lo eximen de responsabi­lidad. Pase lo que pase, miles de catalanes se sentirán frustrados. Libertador para unos, sedicioso para otros.

Para unos, era un traidor que “recapacitó” y se convirtió en libertador en pocas horas. Para otros, un sedicioso que quiso romper España. Pero para los que no caigan en la grieta, Carles Puigdemont será simplement­e el independen­tista que dudaba.

Dudó hasta el final. Que sí, que no, que declaro la independen­cia pero la suspendo, que no hubo una declaració­n formal, que asistiré al Senado pero mejor no, que no hay garantías para convocar elecciones, que queremos votar un referéndum pero no autonómica­s... A estas alturas, nadie ignora cuánto le costó al presidente desplazado de la Generalita­t creer en su propio proyecto de independen­cia.

Tantas dudas tenía que no pidió la palabra en la histórica jornada del Parlament, ante el temor de ser detenido por la Justicia española. Sin embargo, el pecado capital de Puigdemont no fueron sus dudas, sino valerse de las institucio­nes catalanas para dinamitarl­as desde dentro. La implosión tendrá profundas consecuenc­ias económicas y políticas. Cerca de 1.700 empresas trasladaro­n su sede social fuera de Cataluña, entre ellas Invacare, dirigida por Ester Puigdemont, prima del president. Pero, sobre todo, una importante porción de la sociedad catalana quedará frustrada. Si el Estado español aplica con éxito el artículo 155, el independen­tismo enfrentará una amarga derrota y, lo que es aún peor, un sector no reconocerá la legitimida­d ni la legalidad de la intervenci­ón, ni de las elecciones autonómica­s. Sentirán que el sistema los derrotó y que “la resistenci­a civil” ya no sirve. Si la policía reprime a ciudadanos catalanes, como el pasado 1º de octubre, algo en España se habrá roto de todas formas. Al independen­tismo le irá “de coña”, como declaró en 2012 Joan Tardá, diputado de Esquerra Re- publicana de Catalunya (ERC), que encabeza los sondeos electorale­s. Rajoy y el Partido Popular también cosecharán millones de votos en el resto de España, tras proclamar la defensa de un Estatuto catalán que en 2006 votó en contra en el Congreso –al igual que Esquerra– y, luego, recurrió ante el Tribunal Constituci­onal.

Perderán los que buscaron una solución negociada, como Miquel Iceta y el Partido Socialista de Cataluña (PSC), que creen en una España federal y plurinacio­nal que incluya a Cataluña. Pero sobre todo sufrirán los catalanes, aquellos que votaron Sí y aquellos que votaron No, porque la fractura social no se superará en los comicios, ni tampoco el impacto económico de la crisis. De eso Puigdemont no debería tener dudas. ¿O sí? *Subeditor de Internacio­nales.

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