Los dos modelos de jueces de la Casa Rosada
En la Casa Rosada tienen dos modelos de jueces federales. Uno parece reunir todos los requisitos de lo que, siempre según los criterios de los principales referentes de Cambiemos en el Gobierno, está bien. El otro, en el oficialismo no tienen dudas, representaría todo lo que habría que desterrar para siempre de la Justicia. En ambos casos, esos modelos tienen nombre y apellido: Martín Irurzun (presidente de la Cámara Federal y el habitante de Comodoro Py preferido del Gobierno) y Ariel Lijo (el juez federal más cuestionado por el macrismo). Curiosamente, los dos tienen muy buena relación con el presidente de la Corte Suprema, Ricar- do Lorenzetti. Y curiosamente también, un fallo de Irurzun le dio pie a Lijo para detener el viernes a Amado Boudou en una causa en la que el ex vicepresidente no había sido procesado y ni siquiera indagado. Todo esto fue posible a partir de un fallo de Irurzun sobre la situación del ex ministro Julio De Vido que amplió los criterios para rechazar las excarcelaciones y avalar detenciones en casos en los que los imputados de corrupción pudieran conservar vínculos con áreas de poder que permitieran la destrucción de pruebas. Aun antes de ese fallo que sentó una nueva jurisprudencia, en la Casa Rosada era frecuente escuchar este tipo de comentarios: “Necesitamos más jueces como Irurzun”. En ese mismo despacho de Balcarce 50, ocupado por un hombre que conoce al presidente desde hace muchos años, también era común escuchar una opinión muy distinta de un juez federal de primera instancia: “No queremos más jueces como Lijo”. Le cuestionan, entre muchas otras cosas, su perfil más político que jurídico. El juez, se sabe, suele jactarse de que su juzgado “parece una unidad básica”. Tanto Irurzun como Lijo saben lo que piensan de ellos en la Casa Rosada. Lo que no se sabe es cuánto de eso influye a la hora de dictar sus fallos.