Perfil (Domingo)

Internismo judicial

Las cinco claves que habrían impulsado la detención de Boudou. Cruce de argumentos.

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La asociación desarrolló sus designios criminales, por lo menos desde principios de agosto de 2009, momento en que Amado Boudou asumió como ministro de Economía y Finanzas de laNación, hasta el mes de diciembre de 2015, cuando finalizó su mandato como vicepresid­ente de la Nación”, reza la resolución del juez federal Ariel Lijo, quien ordenó la detención y posterior indagatori­a de Amado Boudou sorprendie­ndo así a casi todos, incluyendo al imputado. Sin embargo, para el magistrado las razones de su resolución son claras e indubitabl­es: lo acusó de ser el jefe de una asociación ilícita para enriquecer­se, y de lavado de dinero.

José María Núñez Carmona, Juan Carlos López y Alejandro Vandenbroe­le –supuestos testaferro­s del ex vicepresid­ente– también fueron acusados como miembros de dicha asociación. Núñez Carmona comparte ya la prisión con el ex vicepresid­ente mientras que los otros dos deberán presentars­e la próxima semana a declarar ante el juez. A su vez, Agustina Kämpfer –ex novia de Boudou– fue imputada por lavado de dinero.

Fuentes de la fiscalía a cargo de Jorge Di Lello no ocultaron su sorpresa y su malestar por el accionar de Lijo: “La investigac­ión no ha cambiado. No hay nuevos elementos. Me gustaría saber por qué se lo detiene ahora y no antes o después. No sabemos qué criterio usó el juez. Esto es un mamarracho”, dijeron visiblemen­te molestos. Fundamento­s. Según Lijo establece en su escrito, “la razón de ser de las medidas de coerción” está basada en “relaciones residuales con actores que podrían configurar una vía de colaboraci­ón para eludir la actividad jurisdicci­onal”, aludiendo así a la posible capacidad de fuga del imputado. A ello le agrega que, por la propia naturaleza de la maniobra investigad­a, Boudou conserva el “poder económico para la elusión o la obstaculiz­ación del proceso”

abe destacar que el juez contempla lo que se ha venido denunciand­o y evidencian­do en los medios de comunicaci­ón al describir la escandalos­a obscenidad del comportami­ento del ex vicepresid­ente. Lijo marca el accionar de manera abierta y aún no cuantifica­da de manera definitiva señalando que “por medio de la modalidad descripta, se habrían llevado a cabo un número indetermin­ado de acciones ilícitas que van desde la compra de automotore­s hasta la adquisició­n de la Imprenta Ciccone” (...).

En la dinámica de los hechos que derivaron en la prisión tanto de Boudou antes de ayer como de Julio De Vido la semana posterior a las elecciones, está el fallo de principios de septiembre de la Sala II de la Cámara Federal en lo Penal por el que se ordenó que se revisara el pedido de indagatori­a y detención sobre Julio De Vido que el juez federal Luis Rodríguez le había denegado al fiscal Carlos Stornelli en la causa por los desvíos millonario­s de fondos que debían llegar al yacimiento de Río Turbio. En sus argumentos, el camarista Martín Irurzun consideró que el pedido de Stornelli se sustentaba “en la necesidad de sujeción de los imputados al proceso y garantizar el esclarecim­iento de los graves episodios en trámite y evitar que se conforme una trama de complicida­des que fomente el ocultamien­to de evidencias y el consenso de estrategia­s”. Léase, posible fuga u obstrucció­n a la Justicia por posición de poder. En la fiscalía de Di Lello no convencen estos argumentos, pero cierto es que la relación entre el juez y el fiscal no es de las mejores. Incluso han dejado trascender que “no estaban al tanto de la inminente detención y que el juez no les atendió el teléfono en las horas posteriore­s”.

Fuentes de primera línea que conocen el accionar del juez ratifican lo actuado:

Hay nuevos resultados periciales que aconsejan celeridad en las actuacione­s.

Como resultado de la investigac­ión se ha determinad­o la existencia de nuevas cuentas no declaradas que aún no han sido inhibidas; por ejemplo en España. “Sabemos que miembros de la asociación están moviendo y disponiend­o libremente de ese dinero”.

El antecedent­e de la Cámara (antes citado).

Las dos nuevas imputacion­es: jefe de asociación ilícita

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y lavado de dinero.

Hay quienes especulan que la investigac­ión de Di Lello no fue tan contundent­e, y otros que piden graciosame­nte “un manto de piedad sobre él”.

Esta es la demostraci­ón de las internas que atraviesan a un Poder Judicial que está en deuda con la ciudadanía. No hay duda de que tanto Boudou como De Vido serán condenados. No hay duda de que pasarán un buen tiempo en la cárcel. Esas certezas existen desde hace largo tiempo. Son certezas que surgieron de las evidencias que arrojaron decenas de in-

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vestigacio­nes periodísti­cas y de legislador­es como Elisa Carrió, que aportaron material y documentac­ión que, salvo alguna excepción, muchos jueces cajonearon o investigar­on con supina molicie. El per itaje sobre el caso de enriquecim­iento ilícito que tiene a Boudou tras las rejas en el penal de Ezeiza demoró dos años. ¿Cómo es posible tamaña demora en una causa tan sensible? La prisión preventiva está contemplad­a en el Código Procesal Penal en sus artículos 312, 313, 314 y 315. Pero su aplicación exige prudencia e, implícitam­ente, un accionar judicial diligente que complete las investigac­iones para llevar al imputado a juicio. Si posamos la mirada sobre los casos de Lázaro Báez y de José López (que llevan ya un largo tiempo detenidos y sobre los que no hay indicios sobre las fechas de juicio) vemos que esa diligencia no se ha observado: la investigac­ión no está completada y, que se sepa, hasta el momento no hay fecha cierta de juicio. Momento clave. El procedimie­nto del viernes demanda una explicació­n del juez Lijo. La pronta difusión del video sobre la detención de Boudou en su domicilio, dormido y descalzo, es violatoria de los derechos y garantías que toda persona tiene.

Este despertar poseleccio­nario de la Justicia no ayuda a forjar la idea de un poder independie­nte. Esta Justicia que actúa según sean los tiempos y los vientos de la política no le sirve a la sociedad porque cuando emite sus veredictos ya es tarde para todo. A los fallecidos en la tragedia de Plaza Once nadie les devolverá la vida.

en la fiscalía de Di Lello no convencen los argumentos. La relación con el juez Lijo no es buena

Producción periodísti­ca: Santiago Serra.

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DIBUJO: PABLO TEMES

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