MOREAU
“Que veinte años no es nada”, dice la letra de Volver, un tango emblemático de la guardia vieja. Para quienes hayan seguido el derrotero político de aquel promisorio y valiente legislador que denunció el fraude “IBMBanco Nación”, han significado mucho demasiados cambios en sus posicionamientos éticos y políticos. ¿Quién no recuerda acaso aquella vibrante actuación suya, en agosto de 1995, en el Congreso, como senador y vicepresidente de la UCR, cuando con solemne tono denunció el pago de coimas en ese contrato. E hizo resonar en el recinto de aquella histórica sesión los nombres de los principales involucrados de esa estafa al erario. Verlo, hoy, defender lo indefendible (porque el cristinismo es una asociación ilícita) me produce, más que indignación, una profunda pena. Porque pintaba para ser un verdadero cuadro dentro del radicalismo, trascendiendo aún más allá de las fronteras partidarias. Por ello es que cuando lo veía, días pasados, abrazarse con Cristina (tras finalizar uno de los tantos discursos de campaña), y me viene a la mente el nombre Moreau, prefiero recordar a otra persona, que se apellidaba igual, Jeanne, actriz que no traicionó sus orígenes y hasta hace poco, a pesar de los años, lucía una mejor imagen.