Perfil (Domingo)

Un viaje iniciático

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Cuando estudiaba inglés en Montevideo, Marcial Souto ganó un premio que consistía en un viaje a Estados Unidos. “En el consulado norteameri­cano no me querían dar la visa, porque yo era un candidato a quedarme, tenía 20 años y sabía bien inglés”, recuerda. El problema fue resuelto por la intervenci­ón de Forrest Ackerman, correspons­al en EE.UU de la revista Nueva Dimensión, director de Famous Monsters of Filmland, publicació­n dedicada a los monstruos del cine, y dueño de la exótica Ackerman Mansion, sede de una extraordin­aria colección de libros, cómics y películas del género. “Era el mundo de Ed Wood”, dice.

—Hice coincidir el viaje con una convención muy grande de ciencia ficción, que se hizo en 1968 en Berkeley –cuenta Souto–. Ackerman estaba allí, y me invitó después a su casa, donde conocí a Ray Bradbury, quien iba de visita todas las tardes y al que años después traje a la Feria del Libro de Buenos Aires. En esa convención conocí a medio mundo, dentro de la ciencia ficción. Al año siguiente, en marzo, se hizo en Río de Janeiro un festival de cine, donde Polanski presentó El bebé de Rosemary y donde también estuvieron, entre otros, Fritz Lang y Wolf Rilla, el director de El pueblo de los malditos. Dentro del festival hicieron un simposio literario dedicado a la ciencia ficción e invitaron a escritores, críticos y directores de cine. Forrest Ackerman dijo que era fundamenta­l que me invitaran a mí, por Uruguay. Era el más joven, y ahí, el día que cumplí 22 años, conocí a Ballard cuando estaba traduciend­o su novela El hombre imposible. Y también estaban Harry Harrison, Philip José Farmer, a quien ya había conocido en EE.UU., Robert Bloch y Harlan Ellison.

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