“SUEñO CON JUGAR EN LA NBA, PERO NO ME MUEVE EL PISO: PREFIERO ESTAR EN COLONIA DORA.”
mucho tiempo, lo cuidó: aprovecha un silencio de la charla para hacerle masajes en la espalda. Hay paz. Todos los que están sentados, en algún momento cumplieron el rol de padre. Con la gorrita para atrás, Tortu saborea un trozo de carne, se chupa los dedos. Mira el plato. Levanta la vista. “Ellos son mi gente”, dice, sin cara de dormido. Hay un hall que parece el de un hotel cinco estrellas. Un gimnasio de alta gama. Y un vicepresidente –Marcelo Tinelli– poderoso y supermediático. Acá, parece que Gabriel Deck ya está en la NBA.
—Sueño con ir, pero no me mueve el piso: diría que prefiero estar en Colonia Dora… con mi vieja, riendo, tomando unos mates, recorriendo el campo. Cada vez que voy, cargo energías. Si es por mí, estaría allá.
Allá. En Colonia Dora, un pueblo en el que todos se conocen con todos, en el que se mata y se come al rato, en el que se hace guiso con lo que haya, el que está al ojo de un auto al paso en la ruta, el que tiene yuyos, nadie conocía a Gabriel y Joaquín. Carlos Deck –el Gringo: el padre– arrancó el volante de un tractor y le cortó la parte de adentro; quedó ovalado: para que los dos pudieran