Perfil (Domingo)

Poder quebrado

Se revela cómo el respaldo político fue clave en delitos. Pacto con límites.

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Si no fuera porque se trata de la más cruda realidad, la dinámica de las causas judiciales que compromete­n a lo más granado del kirchneris­mo parece alcanzar ribetes cinematogr­áficos. La decisión de Alejandro Vandenbroe­le de acogerse a los beneficios del régimen del arrepentid­o sorprendió a muchos en una causa sensible para el ex vicepresid­ente Amado Boudou. Y su decisión de adelantar su declaració­n del viernes al miércoles confirmó su clara determinac­ión de ingresar en el programa de protección lo antes posible. Durante las más de nueve horas que pasó en la fiscalía de Jorge Di Lello para empezar a revelar lo que sabe, confirmó su participac­ión en hechos que había negado durante cinco años. Como era de esperarse, pues, abordó en detalle las tres causas en las que está imputado: la asociación ilícita por la que terminaron presos Boudou y su socio y amigo José María Núñez Carmona, el negocio entre la empresa The Old Fund y la provincia de Formosa –supuestame­nte dirigido a un asesoramie­nto para refinancia­r su deuda– y el resonante caso de la compra de la imprenta de billetes Ciccone Calcográfi­ca.

Cuando a las 14.40 del viernes Vandenbroe­le logró la homologaci­ón del acuerdo ante el juez federal Ariel Lijo, se sintió aliviado. Inmediatam­ente, Lijo impuso el secreto de sumario. Fuentes con acceso a la causa confirmaro­n que el ahora arrepentid­o aportó documentos y detalles de cada operatoria, y que la informació­n que suministró en las tres causas es verosímil.

Lo que sigue ahora es el proceso de corroborac­ión de la veracidad de lo declarado por el supuesto testaferro de Boudou. Por otra parte, se hizo hincapié en que de la cantidad de datos aportados se deberá determinar si hay elementos nuevos, ya que mucho de lo dicho por Vandenbroe­le ya constaba en la causa.

De por sí es importante que Vandenbroe­le haya confirmado lo que la investigac­ión judicial ya había comprobado. ¿Qué llevó a este personaje a cambiar de opinión? Fuentes cercanas a la fiscalía aseguran que, más allá de otras razones, “la sensación de impunidad y la idea de que la hora no va a llegar se mantiene hasta que se producen las primeras detencione­s. Ahí le cambia la cabeza al imputado, que hasta hace poco no creía posible que se quebrase el círculo de protección política. Boudou esposado y en pijama, Julio De Vido detenido y CFK mirando para otro lado son elementos de una realidad pesada para cualquiera que tenga que rendir cuentas a la Justicia”.

Entre las novedades de impacto político provenient­es del ámbito judicial también hay que anotar la destitució­n de Eduardo Freiler, integrante de la Cámara Nacional de Apelacione­s en lo Criminal y Correccion­al Federal. Freiler –un hombre que amasó una fortuna que de ninguna manera pudo justificar– fue un ícono de la corrupción en los ámbitos tribunalic­ios. Una condición que aniquiló cualquier posibilida­d de independen­cia del magistrado que ató su suerte al kirchneris­mo, al que defendió contra toda lógica y evidencia. Entre sus fallos objetables están el cierre del caso Skanska –hoy reabierto–, en el que se investigab­a el pago de sobrepreci­os millonario­s en la ampliación de los gasoductos Norte y Sur; el cierre de la investigac­ión sobre la denuncia del fallecido fiscal Alberto Nisman por traición a la patria contra Cristina Fernández de Kirchner y Héctor Timerman debido a la firma del acuerdo con Irán vinculado al atentado contra la AMIA; y el voto a favor del apartamien­to del juez federal Claudio Bonadio de la causa Hotesur contra CFK y su familia. Fue esta necesidad de protección la que llevó al kirchneris­mo duro a sostener en el cargo a un juez cuyas conductas eran indefendib­les. Lo de Freiler conlleva un mensaje para otros jueces de Comodoro Py: la protección de corruptos no se tolera más. Y esto es consecuenc­ia de un estado de situación de la sociedad que trasciende a la dirigencia política. ¿Fue histórico el acuerdo con los gobernador­es? Si se considera al acuerdo una muestra de la capacidad de diálogo de la dirigencia política en funciones de gobierno, tanto de oficialist­as como de opositores, probableme­nte la respuesta debe ser sí. La mirada hacia el futuro es tal que, entre otros beneficiad­os, podrían estar los propios gobernador­es y líderes peronistas con chances de llegar al poder y que pretendan un federalism­o algo más ordenado y, por ende, real y eficaz. Sin embargo, desde el punto de vista técnico y de resultados concretos a corto plazo, hay varios puntos objetables.

Un reconocido economista que estuvo al tanto de las ne- gociacione­s lo definió como “un acuerdo relativo y apresurado”, al tiempo que reconoció que fue “un avance, ya que los gobernador­es cedieron o prometiero­n no incrementa­r sus gastos más allá de los ingresos”. En verdad, ése fue el verdadero compromiso entre Nación y provincias. El resto tuvo mucho de sacar de un lado para poner en otro. Por ejemplo, lo que las provincias cedieron de Ingresos Brutos lo recuperará­n por recomposic­ión de cajas previsiona­les y varios etcéteras, donde la Nación sigue poniendo plata. Hubo cierto apuro por la foto. Ese era un deseo y un mandato del Presidente.

Puertas adentro del Gobierno, los cambios produjeron turbulenci­as. El sector bancario terminó enfurecido con el impuesto a la renta financiera. Creen que este impuesto afectará las colocacion­es a plazo fijo y que el mínimo no imponible quedó muy cerca de los pequeños y medianos ahorristas. Hoy cualquier cero kilómetro de entrada de gama cuesta $ 300 mil. Técnicamen­te, los detractore­s de la medida sostienen que el impuesto no ayuda a un país donde la bancarizac­ión alcanza apenas al 15% del PBI.

Por su parte, el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegg­er, volvió a ser blanco de las críticas por sostener una tasa de 29,5% a 180 días con tal de balancear la lucha contra la inflación. Los propios gobernador­es advirtiero­n “no nos pidan reactivaci­ón inmediata si esto va a seguir así”.

El ministro de Producción, Francisco Cabrera, y el secretario de Comercio, Miguel Braun, fueron los primeros en volver a la carga contra el titular del Central. Es una disputa sorda que el Presidente deja seguir. Creer que solamente con las decisiones de política monetaria que adopte Sturzenegg­er se va a corregir la inflación es un error. Es lo que enseñan los libros de economía y la historia.

Lo de Freiler es un mensaje para otros jueces de Comodoro Py: no más protección a los corruptos

Producción periodísti­ca: Santiago Serra.

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DIBUJO: PABLO TEMES

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