Perfil (Domingo)

REPLICA

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El editorial que Jorge Fontevecch­ia me dedicó el domingo pasado expresa ejemplarme­nte la decadencia de una editorial en la que supe publicar en tiempos mejores y es un compendio de todo lo que en periodismo no se debe hacer: revelar públicamen­te el contenido de una comunicaci­ón privada; un e-mail que le envié y que decía: “Queridos ex amigos: Es para comentarle­s que la actual forma de hacer periodismo de Perfil también me parece desastrosa… Hay que caer muy bajo para llamarme ‘el D’Elía del PRO’”). La diferencia entre lo público y lo privado se enseña en la primera clase de cualquier academia de periodismo y es una de las barreras fundamenta­les contra el totalitari­smo. Quien editoriali­za semanalmen­te sobre doctrina liberal debería saberlo. Violarla significa además convertirs­e en un medio incapaz de proteger un off-the-record o la confidenci­alidad de una fuente. Espero, al menos, que enseñen esto en la diplomatur­a de Periodismo de Perfil, junto a la diferencia entre un e-mail y un tuit. Igualarme a un patotero violento como D’Elía es algo que debería avergonzar a quien eso escribió, y no a mí. Pero lo que más me duele es su acusación de oportunism­o. Con la misma “retórica provocador­a” que Fontevecch­ia hoy critica, yo escribía en Perfil. Y con los mismos principios de entonces entré al Congreso en 2007 y me quedé afuera en 2011, el año en que la Coalición Cívica sacó 1,8%, Cristina llegó al 54% y Horacio Verbitsky ganó el Premio Perfil a la Libertad de Expresión. Para Corea del Centro la imparciali­dad significa equidistan­cia entre los delincuent­es y quienes se jugaron la vida denunciánd­olos, y equilibrio significa medir con la vara de Africa al kirchneris­mo y con la de Suiza a Cambiemos, con la esperanza de que midan igual. Que Fontevecch­ia crea que una “retórica provocador­a” es la mejor manera de ganarse un lugar como diputado del PRO, cuyo numen comunicaci­onal es Duran Barba, solo puede ser fruto de que no lea las notas que Jaime publica en sus propios medios. Aunque de que no lo haga no puedo culparlo. Nos pasa lo mismo a muchos, hoy. (Versión reducida de la respuesta de Fernando Iglesias a Jorge Fontevecch­ia, cuya versión completa se encuentra en http//e.perfil.com/ periodismo-desastroso­corea-centro) Fernando Iglesias @feriglesia­s materialis­mo comienza a correrse dejando a merced de las tentacione­s los valores con los que crecimos. En su breve paso por la vida, los mortales se entregan sin descanso a la materializ­ación de sus sueños terrenales. Durante el derrotero, muchos subliman esos instintos primarios. Otros descargan ante el diablo el peso de su conciencia, entregando a cambio la moral. Freiler tal vez sea un ícono de esa justicia que aborrecemo­s y necesitamo­s recuperar. Juan José de Guzmán jjdeguz@gmail.com

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