“El jazz es una elegante rebeldía”
Desde el otro lado del teléfono, el pianista Jacky Te r r a s s o n s e r íe. Ter rasson será con su dúo Terramondo, formado junto a Stephane Belmondo, el responsable del cerrar el BAJazz 17, que comenzó el pasado 15 de noviembre y que es dirigido por Adrián Iaes, con un show en el auditorio de La Usina del Arte. Pero ése no es el motivo de su sonrisa. La razón de la risa de Terrasson no es tanto su vuelta a Argentina tampoco, y menos que menos su pasado y presente como uno de los pianistas más lúcidos nacidos en Europa y que saltaron a la fama a mediados de los 90. El mismo músico explica: “Hay algo divertido. Los festivales de jazz, como en este caso, generan que mucha gente que nunca vería un concierto lo haga. Y de allí conectan con este estilo, que tanto ha sabido redefinirse durante toda su vida. Pero me pasa que cuando veo el jazz en el cine, por ejemplo, en la reciente La La Land, me da risa. No soporté verla ni 20 minutos. Se suele reducir tanto el jazz a una caricatura. El jazz es tantas cosas y este tipo de eventos, donde el público asiste, lo demuestra de una forma muy particular. El jazz es necesario”.
—¿Qué diría que lo hace necesario?
—Bueno, en mi vida es imposible decirlo. El jazz es tan parte de mí día a día y mi forma de vida que sería redundante. Pero sí creo que el jazz es necesario, como cualquier forma de arte. Particularmente en este momento del mundo. Poder expresar y, mejor, poder vivir en comunidad realmente es algo importante. Esos instantes donde la música une, en este mundo, en este momento, deberían ser algo mucho más importante. Digo, deberíamos vivirlo con más importancia, sin que eso implique aplicarle solemnidad. La forma de entender el mundo nunca es a través del odio, y el arte es todo lo contrario. O al menos el arte que me interesa en la música.
—¿Por qué cree entonces que a veces, mucha gente sólo se acerca al jazz en estos eventos?
—Hay dos tipos de públicos en el jazz: el que ha escuchado música o el que se acerca por primera vez. En los festivales existe más del segundo público y está bien que así sea. El jazz sigue siendo una música que define a una elegante rebeldía, a un estado del músico frente al mundo y sus pares muy particular. Es un trabajo duro, pero también es uno hermoso. Que haya un nuevo público, que alguien en este momento de la humanidad decida sentarse una hora a escucharte por la idea del descubrimiento, es algo que se merece todo mi respeto.