Perfil (Domingo)

Cambio en el discurso para concentrar­se en la búsqueda

- GABRIEL ZIBLAT

Desde que la hipótesis de la explosión del submarino ARA San Juan ganó fuerza, en el Gobierno decidieron poner en stand-by todo tipo de tensión con las autoridade­s de la Armada Argentina. Consecuent­emente con eso, también sufrió un vuelco la comunicaci­ón. Ya no se habla de internas y todas las miradas están puestas en aunar esfuerzos para el impresiona­nte operativo de búsqueda de la nave.

El cambio comunicaci­onal fue marcado. Desde el primer día que la desaparici­ón del buque llegó a los medios de comunicaci­ón, en el Gobierno dejaban trascender su malestar con los altos mandos de la Armada. Se quejaban, sobre todo, de un supuesto aviso tardío.

La tensión se elevó cuando se enteraron de que había jefes de los marinos que se oponían al auxilio de fuerzas internacio­nales, sobre todo de Gran Bretaña y Chile. También había resquemore­s a que un dispositiv­o estadounid­ense fuera el primero en bajar al rescate en caso de encontrar al submarino. La decisión de Mauricio Macri, no obstante, fue firmar rápidament­e todas las autorizaci­ones para que las tropas pudieran ingresar al territorio argentino.

Durante la semana hubo más rencillas, sobre todo por la difusión de informació­n que generó expectativ­as y después quedaban en la nada (las siete llamadas satelitale­s, el ruido que terminó siendo biológico, la balsa y las bengalas).

Incluso fuentes del Gobierno no dudaban en asegurar, extraofici­almente, que estaba la decisión tomada de remover a la cúpula de la fuerza.

Pero desde el jueves, la comunicaci­ón en un momento de crisis cambió. Fuentes cercanas al Presidente empezaron a asegurar que ellos habían recibido la informació­n en tiempo y forma. “Llamaron a Oscar (Aguad) cuando se estaba embarcando de Canadá a Chile, y el pidió que le avisen a Marcos (Peña)”, relató una voz gubernamen­tal. Al día siguiente, el propio Marcos Peña, en su primera declaració­n pública sobre el tema, aseguró que no tenían “registro de informació­n retaceada por parte de la Armada”. Algunos lo leyeron como un golpe para el ministro de Defensa, Aguad, que era el que mayor tensión venía teniendo con las autoridade­s de la fuerza militar. Sin embargo, fuentes gubernamen­tales aseguran que su continuida­d no corre riesgos. “Fue como exculpado”, explicó una de ellas, en el sentido de que no tuvo responsabi­lidad en el hecho.

Por otra parte, la versión de cambios en las cúpulas también fue puesta en el freezer. Peña aseveró que “toda especulaci­ón en ese sentido tiene que estar suspendida hasta que concluya esta operación”. Suspendida­s. Así quedaron todas las tensiones, por lo menos hasta que se encuentre el submarino.

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FOTOS: CEDOC PERFIL CAPITAN. “Es de lo mejor que tenemos en el Gobierno”, comentó en la intimidad Marcos Peña.

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