Cambio en el discurso para concentrarse en la búsqueda
Desde que la hipótesis de la explosión del submarino ARA San Juan ganó fuerza, en el Gobierno decidieron poner en stand-by todo tipo de tensión con las autoridades de la Armada Argentina. Consecuentemente con eso, también sufrió un vuelco la comunicación. Ya no se habla de internas y todas las miradas están puestas en aunar esfuerzos para el impresionante operativo de búsqueda de la nave.
El cambio comunicacional fue marcado. Desde el primer día que la desaparición del buque llegó a los medios de comunicación, en el Gobierno dejaban trascender su malestar con los altos mandos de la Armada. Se quejaban, sobre todo, de un supuesto aviso tardío.
La tensión se elevó cuando se enteraron de que había jefes de los marinos que se oponían al auxilio de fuerzas internacionales, sobre todo de Gran Bretaña y Chile. También había resquemores a que un dispositivo estadounidense fuera el primero en bajar al rescate en caso de encontrar al submarino. La decisión de Mauricio Macri, no obstante, fue firmar rápidamente todas las autorizaciones para que las tropas pudieran ingresar al territorio argentino.
Durante la semana hubo más rencillas, sobre todo por la difusión de información que generó expectativas y después quedaban en la nada (las siete llamadas satelitales, el ruido que terminó siendo biológico, la balsa y las bengalas).
Incluso fuentes del Gobierno no dudaban en asegurar, extraoficialmente, que estaba la decisión tomada de remover a la cúpula de la fuerza.
Pero desde el jueves, la comunicación en un momento de crisis cambió. Fuentes cercanas al Presidente empezaron a asegurar que ellos habían recibido la información en tiempo y forma. “Llamaron a Oscar (Aguad) cuando se estaba embarcando de Canadá a Chile, y el pidió que le avisen a Marcos (Peña)”, relató una voz gubernamental. Al día siguiente, el propio Marcos Peña, en su primera declaración pública sobre el tema, aseguró que no tenían “registro de información retaceada por parte de la Armada”. Algunos lo leyeron como un golpe para el ministro de Defensa, Aguad, que era el que mayor tensión venía teniendo con las autoridades de la fuerza militar. Sin embargo, fuentes gubernamentales aseguran que su continuidad no corre riesgos. “Fue como exculpado”, explicó una de ellas, en el sentido de que no tuvo responsabilidad en el hecho.
Por otra parte, la versión de cambios en las cúpulas también fue puesta en el freezer. Peña aseveró que “toda especulación en ese sentido tiene que estar suspendida hasta que concluya esta operación”. Suspendidas. Así quedaron todas las tensiones, por lo menos hasta que se encuentre el submarino.