Chaleco y Casco SA
El descontrol de una Justicia impresentable también ilusiona con rebotes positivos: nos ha puesto a las puertas de unas semanas inéditas. Habrá varios peso pesado del establishment subiendo las escalinatas de Comodoro Py con un nudo de incertidumbre. Los jueces que ayer los invitaban a casamientos o les hacían chistes en brindis de la Embajada de Estados Unidos, hoy están contra las cuerdas y todo puede pasar. Aunque los dueños se quieren convencer de que esto es la Argentina y acá siempre hay un poco de circo y después todo sigue igual, el cosquilleo interno persiste. ¿Y si ésta es la última vez que me subo al helicóptero hasta dentro de unos meses? ¿O años? ¿Y si no vuelvo a ver un bandejeo en el lobby de un hotel por un tiempo largo? ¿Si no vuelvo rápido a la chacra? No, no puede ser. Nunca fue así. No puede ser así. “No es un tutuntutun, eso no se puede, no se puede”, diría Esteban Bullrich.
Pero el temor está, y buscan aplacarlo con estudios de abogados de diez apellidos, llamados y chats a los grupos de WhatsApp de poder a los que pertenecían. Ninguno de ellos quiere ser el primero de los hombres de negocios con chaleco y casco que se sumen a la lista de ex funcionarios del kirchnerismo que hoy reciben la yerba suelta en el pabellón. Ninguno quiere ser, en definitiva, el emblema, aunque más no sea a la nuestra con un enfoque parcial y sesgado, de un cambio en el comportamiento de la Justicia cuando en el banquillo hay un empresario y no un pibe chorro.
Sería, de hecho, todo un gesto que un gran empresario, si lo merece, fuera condenado y cumpla su pena. Pero un empresario posta. No digo sólo uno que de golpe se calzó una campera The North Face para darse vuelo. Porque esquivar, abusar o acomodarse a la ley ha sido en buena medida el motor del crecimiento de una parte del empresariado argentino. Puede haber prejuicio, sí. Es cierto que en Estados Unidos hacer una fortuna genera un reconocimiento porque se cree que el dinero retribuye al que tuvo una idea que además de enriquecerlo le permitió al país desarrollarse (por eso hay un culto de las patentes que se registran). Pero acá, al que la juntó es imposible no asociarlo con mil formas de hacerse el gil ante el pago de impuestos, con la catarata de activos fuera del alcance del Estado en paraísos fiscales que vienen revelando los #NoSeQuéPapers, o con el negreo permanente de personal “por una cuestión de costos”. Tenemos 30% de empleo en negro. Había un PBI en guita no declarada fuera del país y hubo Puerta 12 el día que habilitaron un blanqueo. Vamos. Cómo no esperar que algún empresario alguna vez pague, para aunque más no sea simbólicamente sentir que se condena un management tumbero. Denunciómetro. Y si no, basta tomarse el trabajo nada más de navegar la web de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Con todos los cañones puestos en ver cuándo va a terminar preso el zar petrolero y del juego Cristóbal López, no se puede perder de vista que hay muchos como él. Tal vez no tan burdos. Tal vez no con tantos ceros detrás de la que le afanan al Estado. Pero sólo en los últimos dos años el ente que comanda Alberto Abad ha presentado ante la Justicia más de mil denuncias por evasión tributaria y previsional simple y agravada, por apropiación indebida de tributos y de los recursos de la seguridad social, por facturas apócrifas y aprovechamiento indebido de subsidios. Tranquilisol: “son sólo mil y en la Argentina habrá unos 300 mil CUIT activos”. Ojalá fueran ellos solos. Hay de todo. Desde el mamarracho de lo que fueron empresas K, como las 13 presentaciones a las distintas denominaciones de los negocios de López, hasta al menos tres que llevan el nombre de Matías Garfunkel, que paga muchos más costos que el otro emblema de los ladrones de pauta oficial avalados por la gestión anterior, Sergio Szpolski. Tranquilisol II: “son sólo ese tipo de empresas K”. Ojalá. Hay demandas contra Siderar, Techint, Bunge, Quilmes, Monsanto y Andes Energía, la petrolera de José Luis Manzano. Lo bueno es que ahora con la reforma tributaria se viene un amplio blanqueo laboral que condona las multas. ¿No?