Perfil (Domingo)

“Gils Carbó sufrió presiones”

- F. F. B.

juicio político. El presidente tiene mayoría en el Congreso, la negativa parlamenta­ria era esperable. Pero el proceso existe y aguarda a que el acusado termine su mandato para responder a las acusacione­s.

—Hay una comisión parlamenta­ria (CPI) que quiere investigar­lo a usted por su acusación contra Temer. ¿Se siente un blanco del gobierno

Claro que sí. El relator de la comisión es un diputado que defiende abiertamen­te al presidente. La CPI se formó para investigar créditos públicos recibidos por una empresa del grupo JBS. Pero lo único que hizo fue investigar los acuerdos de delación premiada entre el MPF y JBS (N. del R.: que derivaron en la denuncia por presuntas coimas contra Temer). El relator declaró a la prensa que quieren “investigar a los investigad­ores”. Hasta amenazó con llamar a declarar a mi hija.

—¿Se arrepiente de algo en cuanto a los acuerdos de delación premiada?

—No. Actuaría exactament­e igual. A mí me buscaron empresario­s brasileños y me dijeron que tenían pruebas de que el presidente, un senador y un diputado estaban cometiendo un crimen en curso. Y que una empresa tenía un infiltrado en el MPF que vendía informació­n. El interés público exigía que interrumpi­éramos esos delitos.

—Lo que se

—En este tipo de investigac­iones se va contra organizaci­ones criminales que envuelven núcleos de poder para saquear fondos públicos. Para investigar­las hay que entrar en ellas: conocer su estructura, sus integrante­s, qué crímenes practican. No existe otra forma de hacerlo que a partir de una delación. La colaboraci­ón premiada es muy criticada en los Estados Unidos porque allí hay delatores que cometen perjurio para beneficiar­se. Pero la ley brasileña marca un camino: aquí la delación premiada no es una prueba en sí misma, sino un medio para la obtención de pruebas. Es un poderoso instrument­o sin el cual el Lava Jato no hubiera prosperado.

— ¿Cree que la Justicia va a impedir la candidatur­a presidenci­al de Lula da Silva?

—Desconozco su situación procesal porque esa causa se tramita en Curitiba y no en el fuero federal. Pero la legislació­n brasileña señala que alguien con condena firme en un tribunal de segunda instancia no puede ser candidato.

—Lula y otros políticos dicen que la Justicia se usa como instrument­o de persecució­n.

—Es una manera de responder a las acusacione­s. Pero las investigac­iones se sostienen en un sistema de pesos y contrapeso­s que impiden eso. No hubo imputacion­es de falsos crímenes: los delitos existieron. Se saquearon fondos públicos. Las pruebas son innegables.

—¿Usted pensó en ser candidato?

—No lo pensé ni voy a serlo. Ya retirado, cree que los aliados del presidente en el Congreso quieren perjudicar­lo. Respeto la política y a los políticos honestos, pero no tengo vocación para eso.

—¿Está conforme con la relación actual entre Justicia y poder en Brasil?

—Aquí solía bromearse con que teníamos la Justicia de las “tres P”: de los pretos (negros), los pobres y las prostituta­s. Era una Justicia que no se metía con los sectores de poder. La transforma­ción no ocurrió de la noche a la mañana, pero eso cambió estructura­lmente por varios factores. En los bares de Brasil, hoy la gente habla de fútbol y de causas judiciales. La independen­cia y la autonomía del MPF fueron claves para ese cambio.

—¿Qué papel cumplen los medios de comunicaci­ón en este tipo de investigac­iones?

—La prensa libre es un factor decisivo. Le doy un ejemplo. Después de las primeras delaciones contra Eduardo Cunha, no podíamos encontrar la línea investigat­iva correcta para obtener pruebas. Hasta que un día un periodista me propuso tomar un café. El tenía la línea correcta. La seguimos y eso terminó en la denuncia contra Cunha. Ahora bien: que la prensa sea libre no impide que los medios digan quién los financia. Los ciudadanos deben saber por qué cierto medio adopta cierta línea editorial. Y más aún si se financia con dinero público.

—Hubo críticas por las filtracion­es judiciales a la prensa sobre el avance de las causas.

—En principio, toda la informació­n es pública. Sólo hay dos motivos para que eso no sea así: que la propia investigac­ión requiera reserva; o que la propia persona investigad­a corra riesgos físicos por la eventual publicació­n de esa informació­n. Si no, debe ser pública. Se reunió con procurador­es de países latinoamer­icanos por los sobornos de Odebrecht.

No pensé en ser candidato, ni voy a serlo. No tengo vocación para eso

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