PEÑA, OLVIDADIZO
aunque debería ser prioridad a financiar y concluir, si se desea, como se proclama, evitar los autos en el centro. Pero al mismo tiempo se inician otras obras faraónicas que decididamente obstaculizan la vida y el trabajo diario de muchos, y que curiosamente se estima su finalización cerca de las próximas elecciones presidenciales. Así deberemos soportar, por años, la construcción de viaductos de Paternal, Núñez, el túnel de Av. Nazca, carriles de calles obturados por arreglo de veredas, etc., y la interminable y dispendiosa construcción de bicicendas en lugares inadecuados y que pocos utilizan. Párrafo aparte es el impresionante caos de Retiro, donde se anuló hace meses el ingreso sobre la avenida Costanera y la única posibilidad es por la Av. Del Libertador, donde el colectivo desde Callao va a paso de hombre. Todos estos costos no sólo se traducen en mayores impuestos, sino que existe algo mucho más grave: mientras los asesinos, violadores, ladrones, etc. caminan libremente, y el “protocolo” no se aplica los “cortacalles”, se están elevando las multas contravencionales sin otra intención que recaudar y a la vez se nos están aplicando a los infractores de manera abusiva por anomalías triviales ( ej: a los garajes). Y reitero que en los corrillos de las controladurías se dice que es por “sugerencias” de Rodríguez Larreta, que luego, me consta, algunos tribunales superiores de la Ciudad convalidan con rebuscados argumentos. Osvaldo Oscar Albano albanoquartarone @hotmail.com Respecto de la entrevista a Marcos Peña Braun, publicada el domingo 13, siento necesario hacer una contribución. Soy egresada de la carrera de Ciencia Política de la Universidad del Salvador. Cursé mis estudios en la Facultad de Ciencias Sociales, y actualmente me encuentro estudiando Derechos Humanos en el Reino Unido, en la Universidad de York. Cuando a Peña le consultan sobre su relación con el padre Rafael Braun y la falta de críticas de su tío hacia la última dictadura, su respuesta suena un poco esquiva. Es una buena oportunidad para aclarar que el padre Rafael Braun fue docente de la Universidad del Salvador. Esta institución, donde convergieron –como alumnos y docentes– importantes dirigentes políticos de la izquierda, la izquierda peronista y acción católica en los años 70, fue la misma que le entregó el Honoris Causa al genocida