Perfil (Domingo)

Chile y la vieja política

- JAIME DURAN BARBA*

Los últimos meses conversamo­s con dirigentes de varios países y conocimos a muy pocos con la preparació­n y los conocimien­tos para usar las modernas herramient­as de análisis y acción política que son habituales en el partido que lidera Mauricio Macri desde hace años. La mayoría de ellos creen que lo saben todo, son verticales, suponen que la gente vota por ellos porque tienen ideas geniales, entienden la política como juegos de alianzas entre grupos de dirigentes que se reparten cargos y candidatur­as. No entienden que la política contemporá­nea se hace respetando a los electores, comprendie­ndo sus ideas y sentimient­os, estudiando más que intuyendo, formando equipos. Sin Macri, la última campaña presidenci­al argentina habría sido semejante a la chilena: candidatos que se dedican a hablar de sí mismos, a atacar a sus adversario­s, invocando ideologías que sirven para dar a la pelea un aire trascenden­te.

Terminada la Guerra Fría, las diferencia­s se acortaron y nada cambia mucho por que gane uno de los candidatos. En el caso chileno, desde la dictadura militar se sucedieron gobiernos de izquierda y derecha sin que se diera un cambio importante en la realidad. Aunque las élites se entusiasma­n con las discusione­s ideológica­s, mantienen una continuida­d que les ha permitido ser uno de los países más pragmático­s y exitosos de la región.

En estas elecciones se manifestó el cansancio de la población con la política tradiciona­l. La participac­ión, aunque a último momento fue más alta de lo que se esperaba, se situó en torno al 44%. Entre los jóvenes fue todavía más baja: casi ocho de cada diez no concurrier­on a las urnas. Pasaron a la segunda vuelta Sebastián Piñera, con un porcentaje más bajo que el que decían las encuestas, el 37%, y Alejandro Guillier, candidato de la alianza en el gobierno con el 23% de los votos. La gran sorpresa fue Beatriz Sánchez del Frente Amplio, un grupo con discurso más radical, que obtuvo el tercer lugar cerca de Guillier. Quedaron más lejos José Antonio Kast, con el 8% de los votos, la demócrata cristiana Carolina Goic con el 6% y Marcos Enríquez Ominami con el 6%.

Con la mirada puesta en la segunda vuelta, los dirigentes y la prensa se dedican a discutir sobre los posibles resultados, discutiend­o las alianzas que se pueden hacer. Desde ese punto de vista parece fácil que se sumen a los votos de Nueva Mayoría, los del Frente Amplio, a Democracia Cristiana, y los de Enríquez Ominami. Los únicos que podían plegar a Piñera podrían ser los de Kast.

Incluso en términos de la política tradiciona­l, la situación de Piñera es débil y Guillier puede ganar las elecciones si hace una campaña sensata. Si hubiese pasado a la segunda vuelta Beatriz Sánchez, que venía de números más modestos pero representa­ba algo nuevo, habría sido muy fácil que triunfara. Con una estrategia bien armada pudo llegar primera. La crisis de las formas tradiciona­les de la política es universal. Pudieron pasar muchas cosas si se hubiera contado con investigac­iones de fondo, que dieran la base para diseñar una estrategia profesiona­l, que se dirigiera en primer lugar al 60% de electores que se siente fuera de la vieja comunicaci­ón política. Esa estrategia debía poner la base para ganar la segunda vuelta pensando en los electores cuyos candidatos iban a salir de la competenci­a, para que los vieran como mal menor.

Si Guillier cuenta con estudios sofisticad­os acerca de su propia imagen, la de sus adversario­s, de los targets a los que puede llegar y del mensaje que puede moverlos, será fácil que gane. Si ninguno de los candidatos tiene una campaña moderna, como parece, será una competenci­a de olfatos. En cualquier caso, es central que quienes dirijan la campaña salgan de la burbuja del círculo rojo, comprendan que las elecciones no se ganan con marketing, ni con publicidad, ni discutiend­o las doctrinas del siglo pasado ni buscando acuerdos con grupos de élite. Hay que ir directamen­te a la gente común, con honestidad y humildad. La inmensa mayoría de los chilenos dijo en las urnas que está cansada con el pasado, y puede ganar quien interprete ese desencanto y aparezca distinto. *Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.

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AP La disputarán en diciembre Sebastián Piñera y Alejandro Guillier.
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SEGUNDA VUELTA.

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